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-¿Jeongguk?... ¿¡Dónde diablos estás!?- la voz de mi madre sonó por todo el lugar, perdiéndose por el altavoz del teléfono.

Tanto él y yo lo escuchamos, y por más que no quisiéramos, volvimos a la realidad.

Miré esos ojos azules tan profundos como el mar y tan misteriosos como el cielo.

Esos ojos hermosos que me miraban con amor, ternura y hasta temor. Pero, al fin y al cabo, sólo me miraban a mí.

Tanto él como yo sabíamos lo que pasaría ahora: la separación es lo que nos espera, hasta que por fin podamos volver a vernos.

Tragué saliva y cerré mis ojos, tratando de juntar la fuerza para enfrentarme a la realidad que me esperaba cuando ya no lo tuviera a él a mi lado.

-Madre.- traté de que mi voz sonara firme, pues peor sería esta situación si llegara a demostar algún signo de que yo estuviera mintiendo.- Tuve un retraso, el tren está demorado, disculpa, ya no tarda en llegar. Te aviso cuando llegue.- y así, sin más, colgué: pues no quería escucha su voz nunca más.

Jimin ya no estaba a mi lado, era de esperarse.

Él se encontraba dándome la espalda, mirando al infinito horizonte cayendo sobre nosotros.

Me levanté, tratando de disfrazar el temblor en mis piernas lo mejor que pude.

Llegué con él, y abracé su cintura, sintiéndome en mi verdadero hogar.

Los dos miramos hacía el precipicio, casi pensando lo mismo, pero yo no era tan valiente.

-Es hora de despertar, Jeongguk.- su voz, cuando despierte de esto sabría que lo extrañaría. Lo extrañaría más que a mi libertad, más que a mi salud mental antes intacta.

Lo extrañaría más que a nada.

Él se dio la vuelta, dándome la paz y la seguridad que me hacía falta.

Sonrió, mostrando su perfecta dentadura y sus hermosos y rosados labios. Por inercia yo también sonreí, y en ese preciso momento, real o no, yo sabía que le pertenecía en todo sentido y sólo a él.

Levanté mi vista de sus labios, recorriendo cara parte de su cara, tratando de guardarla en mi memoria lo más que pueda, aunque yo sabía que ya estaba grabada en esta, grabada tan profundamente que dolía, era un tormento así como una bendición.

Mis oscuros y cansados ojos estallaron en lágrimas, por fin dándome cuenta de la realidad, que me golpeaba muy fuerte y claro.

Miré su nariz; fracturada y muy sangrante, manchando la mitad de su cara, además de que ésta estaba apuntado para otra dirección antinatural. Su ojo izquierdo tenía una gran mancha morada, llegando al verde, mientras que el otro estaba sumergido en sangre. Llegué a la conclusión de que tuvo un derrame interno.

Mis ojos, asustados y perturbados por la nueva vista, se pasearon nuevamente por la anatomía de lo era, es y seguirá siendo el amor de toda mi vida y existencia: de su frente caían gotas y gotas infinitas de sangre oscura y espesa, estas venían de el principio de su cabeza, donde sus sesos caían como cataratas, y su sangre caía como una lluvia escarlata oscura.

Las náuseas no se hicieron esperar: tapé lo más rápido que pude mi boca, evitando que el asqueroso líquido salga disparado en cualquier dirección.

-Nos hiciste esto, mi amor.- dijo Jimin, con su cara ya casi irreconocible.- Esto es tu culpa, tu me hiciste esto, tu me hiciste hacer esto.

Su voz me perseguía, a pesar de que esto no es real, a su voz la escucho en cada rincón de mi cabeza. Culpandome
a mí del futuro desastrozo que tuvimos los dos, como consecuencia de mi cobardía.

-¡NOS HICISTE ESTO, JEONGGUK!- gritó, su voz, deformada cada vez más, me culpaba a gritos y llantos de su evitable muerte.

-¡MIRA A LOS OJOS DE LA MUERTE, TÚ Y TU ORGULLO ME HICIERON ESTO, NO PODRÉ PERDONARTE NUNCA, NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA NUNCA!

Antes de despertar, lo .

¿Estás contento ahora, mi vida?











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eu posta espero que alguien lea esto, realmente no me costó escribirlo ya que era una idea que la tenía bastante bien armada pero sería un orgullo que alguien lo leyera unu
en la segunda parte se entiende mejor, creo, ahr.
espero que les guste, la verdad.

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realidad y tristeza × kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora