Capítulo 1

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Vuelvo con una nueva adaptación que es fabtasiosa y espero que os encante.

I

Gris, frío y oscuro se presentaba el horizonte en la popa de aquel majestuoso navío, sobre ella la figura imponente del dueño de la flota, el heredero de la fortuna Montero tras la muerte de su madre en ya avanzada edad.

Sus ojos oscuros, ennegrecidos de determinación, cuyo color competía con el mismo firmamento cuando se avecinaba una tormenta, el ceño fruncido y su mirada perdida más allá del oleaje, poniendo rumbo a tierras lejanas y a sus espaldas el hogar que le vio crecer.

Educado toda su vida en el más estricto protocolo, su educación cortesana y noble rayaba la perfección, era el impecable lord inglés cuya fortuna no tenía fin, él era perfecto, con el alma cargada de ira y odio, con un secreto que luchaba por proteger y una venganza planeada durante largos años, una venganza que pronto iba a perpetuar.

Sus cabellos oscuros perfectamente recogidos en una cola, al estilo de la última moda en Inglaterra, se mecían con el viento mientras arreglaba sus caros ropajes color azul oscuro con bordados dorados, clavando una vez más su mirada en el infinito y dibujando en sus labios una mueca, pronto, muy pronto aquellos que le hicieron sufrir recibirían su merecido.

Sin que su señor se diera cuenta de su presencia, Gabriel, su fiel criado, apareció a su espalda observando sus gestos, poniendo nombre a las emociones que estos reflejaban. De todos sus hombres unos pocos conocían la terrible verdad, el horrible secreto que su señor guardaba y el auténtico motivo de ese viaje al otro lado del mundo.

Con un suspiro, puesto que se había negado a comprender los motivos de su señor, alegando que este lo tenía todo en Inglaterra y nada tenía que hacer en tierras extrañas se acercó a él recibiendo indiferencia.

-Mi señor... Ya zarpamos, quizá deberías permanecer en vuestro camarote, se avecina tormenta

-No puedo Gabriel, deseo ver el horizonte cuando partamos, deseo con todo mi corazón grabar en mi retina este momento, hoy empieza a cumplirse mi destino.

-Volvéis a casa...

-Sí, mi fiel amigo vuelvo a casa... Y juro que mi dolor cobrará venganza con sangre.

-Volvemos a Nueva Inglaterra.

Nueva Inglaterra, 20 años antes.

Dormía, tranquila y serena, sus sueños apacibles, sintiéndose amada inmensamente por sus padres. Quizás los Blanchard no tenían mucho, pero sus pocas posesiones eran cuidadas con esmero y, la más preciada que tenían, era su pequeña hija, su Irene, la misma que se encontraba en el mundo de los sueños sin saber que esa noche iba a cambiar su vida para siempre.

Nunca supo con claridad qué la empujó a despertar de esa forma tan brusca, quizás fue la ausencia de sonido alguno, o el olor a humo que se filtraba por las ventanas... Quizás fue el calor anormal que sentía mientras caía diciembre o el repentino resplandor anaranjado y rojizo que iluminó su estancia.

A sus ocho años de edad no comprendía del todo aun cómo funcionaba el mundo que la rodeaba, sus pequeños pies descalzos tocaron el suelo encontrándolo caliente mientras el repiquetear del fuego resonaba en sus oídos. Sus más primitivos instintos la empujaron a correr, buscando el conocido rostro de sus padres. Salió de su casa asustada, cubierta de hollín y tosiendo debido al humo inhalado, no comprendía qué estaba pasando hasta que alzó la mirada para ver, con horror, como sus padres yacían en el suelo sin vida y los ojos oscuros de aquel hombre a quien apenas reconoció como el dueño de las tierras circundantes se clavaron en ella con una mueca de disgusto.

-La niña ha sobrevivido, terminad con ella o será testigo de lo que aconteció esta noche.

El miedo atenazó su cuerpo, su mente aun era joven para entender que sus padres habían muerto por la ambición de un hombre, que su hogar fue destruido para tapar tan cruel acto, solo sabía en ese instante que su corta vida corría peligro y amargas lágrimas cayeron por sus mejillas negras de hoyin, cuando la voz del criado que acompañaba a tan ruin señor resonó como si del mismo destino se tratara.

-Mi señor, solo es una niña, nadie querrá terminar con la vida de un niño...

-¿Y vos tenéis una idea mejor para que la criatura no me mande directo al infierno?

-Vendedla señor, enviadla al viejo mundo, no volveréis a verla y os dará un beneficio.

Los codiciosos ojos del señor se iluminaron ante la idea de ganar unas monedas de oro con tan preciada mercancía. Atrapando a la pequeña indefensa cuyo destino incierto la aterraba en demasía, un destino que, por intervención divina, fue el causante de que veinte años más tarde, una niña huérfana volviese a casa para vengar la muerte de sus padres.

Actualidad

Con los ojos aun fijos en el horizonte, el recuerdo marcado a fuego en su alma, recuerdo de su familia masacrada, sus tierras arrasadas, el recuerdo de meses en la bodega de un navío sin saber cuál sería su destino, el hambre atenazando sus entrañas, toda una vida arrancada y pisoteada por codicia y ambición.

Sus labios apretados, casi blanquecinos, el odio líquido empañando sus pupilas, un nombre que durante veinte años resonó en su mente, cada noche recitado antes de irse a dormir, el nombre de quien le arrebató todo cuanto era, el nombre de ese ser que mató a su familia, al mismo que debía destruir, Ernesto Arrimadas.

Una sonrisa depredadora nació en su rostro, su fortuna le permitió hacer más de una averiguación sobre su víctima, quitarle la fortuna era fácil y no le daría la satisfacción que ella buscaba mas había algo que Ernesto amaba más que su dinero, mejor dicho, alguien... Inés.

Fuese quien fuese Inés Arrimadas, tenía su sino escrito, Irene Montero, más conocida como el conde Alexander Montero, heredero del condado más prospero de Inglaterra, iba a terminar con su vida vengando así el recuerdo de sus padres.

Continuará...

¿Os gusta? Es una locura pero es fantasioso jajajaja.

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