XV. Cara a Cara

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En lo que podría parecer un abrir y cerrar de ojos para cualquier ser humano normal, el vampiro moreno de ojos verdes se encontró siendo empujado hacia atrás unos pasos casi cerca de golpearse contra la pared detrás de él cuando un par de manos pá...

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En lo que podría parecer un abrir y cerrar de ojos para cualquier ser humano normal, el vampiro moreno de ojos verdes se encontró siendo empujado hacia atrás unos pasos casi cerca de golpearse contra la pared detrás de él cuando un par de manos pálidas y delicadas agarraron el frente de su camisa ahora estirada, Stefan podría haber jurado haber escuchado algo rasgarse. Pero su mente estaba demasiado ida como para preocuparse por el estado de posible indigencia. Juraba sentir como si el sol estuviera ardiendo en su pecho.

Por parte de la morena vampiro, su mente estaba en piloto automático, atacando, atacando... defendiéndose de la posibilidad de una amenaza, sus manos pálidas y delgadas rastrillaron un pecho tonificado, ni siquiera tuvo que decirlo para saber que lo que sea que estuviera debajo de la prenda sería un espectáculo para la vista, sus afilados dientes mordieron sus carnosos labios rosados ​​​​mientras luchaba contra el impulso de sus instintos. Estaba deslizándose, deslizándose por un agujero sin retorno, hacia la mentalidad del cazador, convirtiéndose en la bestia. ¿Dónde diablos estaba Eleazar? Carmen? ¡¿Sus hermanas?! ¿No escuchaban la conmoción? No olían el veneno reluciente en su lengua? el veneno que arde como fuego líquido en las venas de aquellos inocentes. No podía hacer esto sola, no ahora, y ciertamente no a él. El moreno de ojos verdes que ahora estaba a su merced como un cuadro pecaminoso rogando que lo tocara, que lo admirara. Un grito ahogado salió de sus labios cuando una mano cálida, un poco más grande que la suya, tomó su muñeca derecha, con un toque tan ágil que Louisa podría haberlo comparado con el toque de una pluma. "-Está bien...no me harás daño, tranquila" Su voz tembló bajo la oscura mirada en forma de almendra que ardía contra su rostro como una noche de verano.

Si su cuerpo aún fuera el de un humano normal, seguramente sus piernas ya se habrían derrumbado bajo su peso, la fuerza monumental que se estaba produciendo era una clara señal de su convicción, ese aspecto claro era lo que había aprendido de sus padres, ambos humanos como vampiros, observándolo, la morena de ojos color ámbar evocaba una fachada de calma y serenidad, Stefan seguía detenido a unos pasos de la joven observándole sin prisa alguna. Después de la sonrisa juvenil y un tanto avergonzada que le había brindado el moreno, Louisa casi juró perder la compostura que había conjurado, sin ella probablemente estaría corriendo de regreso a su habitación hace un rato, escondiéndose debajo de las sábanas de satén madreperla como un infante, oh, la vergüenza sería eterna y más al lado de sus queridas hermanas que parecían no olvidar jamás nada, por pequeño e insignificante que fuera.

Una cálida sensación se había extendido por su pecho consecutivamente al ver sus ojos fijos en su rostro, mirándolo como si fuera un ciego que ve la luz por primera vez. Era él, era Stefan. Mi tua cantante.... En las sombras que proyectaban los arcos rectos de los muros a través de la luz de la luna que se filtraba por las ventanas vi sus ojos esmeralda brillar con algo indescifrable. Entonces, ¿así es como se sentía? los nervios al parecer no te dejaban despues de la muerte y la transicion, la castaña en verdad no sabia deducir si posible mente era algo bueno, casi se sentia como una neófita, todo la atontaba. Parpadeando lentamente, la morena se tambaleó hacia atrás con tanta gracia como una cierva mientras captaba la realidad. "Yo-, casi..casi te mato–, me..me disculpo por tal comportamiento, yo..no sé que me sucedió, tu-, tu camiseta-" dijo Louisa avergonzada ante sus acciones al denotar como el frente de dicha prenda colgaba ahora de forma desigual al estirarse de forma tan violenta. La educación que le había sido dada por parte de Carmen y Eleazar parecía haber sido mal ejecutada. Había manchado la racha de confianza dada por ambos atacando a su invitado. "Es solo un pedazo de tela, además fui yo quien te asustó, si alguien debería estar pidiendo perdón, ese sería yo" Stefan rápidamente descartó sus preocupaciones cuando vio sus ojos dorados parpadear en su rostro con algo parecido a la sorpresa, era casi sobrecogedor lo lindo que podía verse alguien que casi había intentado matarlo. Sacudiendo la cabeza, Louisa preguntó. "¿Estás bien? no te lastimé, ¿verdad?" Indagó mientras dejaba rápidamente a sus ojos recorrer la figura de el joven menor Salvatore quien resopló ignorando la molestia que aun se encontraba pulsando en el lugar donde había sido sostenido.

𝐀𝐋𝐀𝐒𝐊𝐀| 𝐒𝐓𝐄𝐅𝐀𝐍 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑𝐄 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora