XXXVI. Unidos

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"—Por favor

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"—Por favor..por favor, vuelve a mí Stefan, vuelve a nosotros y te prometo que cada día será mejor que el anterior, prometo hacerte feliz siempre.." Sollozó quebradamente, las lágrimas de veneno ardieron en los helados bordes de sus ojos ahora oscuros, no se había alimentado en días y no comenzaría a hacerlo ahora, no importaba cuanto todos le habían rogado que lo hiciera, la última vez que había hecho caso todo en su vida había terminado literalmente de cabeza, la muerte se había llevado a sus serás más queridos sin pena alguna, no cometería el mismo error dos veces, no ahora que parecía estar más y más cerca la posibilidad de un posible milagro, no que creyera en ellos de todos modos.

"—Debo ir, ¡no es debatible!" La pálida figura que se encontraba sentada saltó de su lugar, tan rápido y fuerte sin calcular su nueva fuerza que solo el roce de su pierna derecha hizo añicos la mesa de café de cristal importado que se encontraba anteriormente frente a sus pies. El material cristalino estalló en todas direcciones más ninguno de los presentes pareció inmutarse por tal estruendo. "No puedes, no lo permitiremos" Habló una de las hermosas rubias de cabellos risados añadiendo, el deseo de gruñirle en el rostro creció dentro de la chica. "¡¿Y por qué rayos no?! ¡son mi familia! merezco el derecho de verlos una última vez, de despedirme de ellos como es debido, ó es que acaso los vampiros simplemente dejan de sentir una vez que mueren? huh?.." La adolescente de ojos rojizos carmín estalló ahora caminando por sobre los pedazos rotos, podía escuchar como cada pedazo individual crujía bajo su peso como una hoja seca en otoño, lo más irónico de todo el asunto, y que aún le desconcertaba por sobre todo era el hecho de que sus pies descalzos habían hecho polvo los vidrios y sin embargo, lo único que había sentido su piel al contrario de dolor y sangre era el cosquilleo similar a tener pequeñas motas de algodón bajo los pies. Era algo imposible. Y no ayudaba en absoluto a su situación las emociones amplificadas por 100. Quería gritar, saltar, llorar, tomarse de los cabellos y lanzarse desde algún lado todo al mismo tiempo. "Es algo complicado querida..el panorama a cambiado para tí" Murmuró la amable mujer latina quien había mantenido una presencia constante a su lado, algo en esto le irritaba, le recordaba a su madre, y eso dolía.

"¿Entonces explíquenme por qué no puedo ir a verles? es su funeral, es la única oportunidad que tengo para verles antes de que–, de que ya no los pueda volver a ver jamás, ya no hay cielo..solo una infinidad que nos divide" Escupió Louisa con voz trémula, sus labios se habían torcido en un puchero que arrugó su rostro, quería llorar, deseaba nada más que llorar hasta perderse en la pena y tristeza pero ni si quiera eso podía hacer ahora, por alguna razón sus ojos no tenían la capacidad de expulsar sus lágrimas que ahora sabia inclusive tampoco eran eso, si no veneno, veneno como las lágrimas de Pandora. Jamás se había sentido más maldita en su corta vida. "—Lo siento muchísimo querida pero es simplemente muy arriesgado, cualquiera podría recordar tu rostro, tus parientes te reconocerían, es un riesgo que no puedes permitirte.." El guapo latino llamado Eleazar susurró apareciendo a escasos centímetros, el alto español vampiro se colocó de rodillas frente a la adolescente morena quién casi en piloto automático despacio nuevamente tomó asiento en el sofá color vino, existía algo en tal aura de dicho individuo que era capaz de entender su sufrimiento de alguna forma inexplicable.

𝐀𝐋𝐀𝐒𝐊𝐀| 𝐒𝐓𝐄𝐅𝐀𝐍 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑𝐄 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora