Parte 1

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Hace mucho tiempo que vivo con mis abuelos, desde que murió mi padre cuando yo sólo tenía nueve años, y la verdad es que me cuesta convivir con ellos, ya que ambos se quejan tanto de que paso demasiado tiempo fuera de casa como dentro de ella. Sin embargo, no puedo reclamarles nada, ya que, al fin y al cabo, son quienes me han dado un hogar este tiempo y quienes me han cuidado. 

Mason también me ha ayudado bastante, él ha sido siempre mi mejor amigo y, desde aquel momento, no nos hemos separado. Su padre es el jefe de la policía de la ciudad y llevan años con el caso de la muerte de mi padre. A mis abuelos y a mi nos dijeron que papá se había suicidado, pero nosotros sabemos que no fue así. Mi padre era un hombre de negocios externos y tenía problemas con mucha gente, algo que podría haber desencadenado en su muerte, y si hubiera sido así, era mi deber vengarle.


Hoy estoy cuidando de mi abuela, le preparo una sopa calentita y se la llevo a la cama para que se la tome mientras vemos una serie de TV que le encanta. La muerte de papá dejó a la abuela vulnerable y nerviosa ante cualquier situación, de ahí que me proteja tanto y esté siempre pendiente de mí, tiene miedo de que me pase lo mismo que a él o de que vengan a buscarme quienes le hicieron eso.

No pasa mucho tiempo hasta que el capítulo termina y mi abuela se queda dormida, con ello aprovecho para salir a mi habitación y cambiarme de ropa antes de que Mason venga a buscarme. 

Minutos después, alguien toca a la puerta cuidadosamente y mi abuelo le abre, era Mason con una sonrisa de oreja a oreja. Le doy un beso a mi abuelo y le digo que no me esperen despiertos, aunque también le hago saber que si necesitan algo me llamen.

-Hoy has tardado más de la cuenta. – me dice Mason mientras cierro la puerta y me guardo las llaves de casa.

-Tenía que esperar a que mi abuela se durmiese, hoy estaba algo enferma. – lo miro y veo que ya está sentado en el coche y mirando hacia delante fijamente.

- ¿Se encuentra bien? – me dirige la mirada un segundo y yo asiento – De acuerdo, ¿Vamos?

Me subo al coche intrigada por la actitud de hoy de mi amigo. Mason suele ser un chico gracioso y alegre, aunque él tenga un mal día siempre intenta hacer reír a los demás con sus bromas. Hoy está serio, con la mirada fija en un punto y sin hacer una mueca de felicidad.

Vamos a ir a una fiesta en la fraternidad de un amigo suyo que por alguna razón, yo no conozco.

El ambiente es tenso, algo que no había pasado nunca entre nosotros. Le conocí cuando yo tenía nueve años y él tenia doce. Nuestros padres eran amigos y cuando papá falleció, su madre se hizo cargo de mi en el colegio hasta que les dieron la custodia a mis abuelos. 

Mason es alto y moreno, un tipo delgaducho, pero con músculos y con los huesos muy marcados, sobre todo en la cara. Sus ojos negros te atrapan en una oscuridad escondida, aunque él lo disimule con sus tonterías. Es una persona muy intrigante y misteriosa, eso hace de él el chico tan interesante que es, tanto para las chicas como para las personas que no le conocen de nada y acaban cayendo en las redes de su personalidad.

Casi ni me doy cuenta de que ya hemos llegado cuando noto que el coche se para y empiezo a escuchar mucho murmullo de fondo. La fiesta es como las de siempre, llena de gente por todos lados con la música a todo volumen, barriles de cerveza, todo tipo de alcohol... La verdad es que vengo a estas fiestas por Mason, está pasando una mala época con su familia y sus estudios y sé que le viene bien despejarse en este tipo de sitios de vez en cuando.

Nada más entrar se esfuma entre la multitud y yo me quedo en el centro de lo que han hecho como pista de baile pensando en si ponerme algo de beber o salir a tomar el aire al jardín. Justo en ese momento noto un líquido muy frío caer sobre mi espalda e instantáneamente me giro sobre mis talones y grito.

-¡¿Se puede saber qué te pasa?! ¡Mira por dónde vas! – al darme la vuelta veo a una chica bajita con cara de pocos amigos con un vaso rojo vacío en la mano, es entonces cuando me dispongo a seguir mi camino cuando alguien me agarra del hombro.

-¿Se puede saber quién eres y qué haces gritándole a esta chica? Ha sido un accidente – un tipo moreno de ojos verdes me mira desafiante. Está claro que es el amigo de Mason y que es el anfitrión de la casa, por la manera en la que parece manejar la situación. Se nota cómo respira fuertemente a través de su camiseta blanca y su cazadora de cuero negra.

-Perdona, pero creo que no eres quién para dirigirte a mi de manera tan superior – no titubeo al decirle las palabras.

-No, creo que no sabes quién soy niña. A mí trátame con respeto.

- No te lo crees ni tú – murmuro en un tono casi indetectable por el sonido de la música.

-¿Qué has dicho? – estoy a punto de gritarle lo que pensaba a la cara cuando aparece mi mejor amigo.

-¡Alia! No te encontraba por ninguna parte – se nota que ha bebido, como siempre.

-Pues aquí me tienes – digo sin apartar la mirada del chico con el que tenía una discusión.

-Veo que ya has conocido a mi amigo Dan, es el anfitrión y uno de mis grandes amigos – Mason le da un abrazo al chico mientras lo dice. – Dan, esta es Alia, la chica de la que te hablé.

-¿Ella? Dijiste que era guapa – suelta con un tono vacilón medio sonriente.

-Y a mi me dijiste que era simpático – le imito.

-Bueno chicos, relajaos, que aún queda mucha noche. ¡A disfrutar! – grita Mason mientras se aleja de nuevo y nos deja solos a los dos.

Dan y yo nos miramos fijamente y asentimos a la vez, quizás había sido un encontronazo un poco innecesario para una fiesta por parte de los dos.

El resto de la noche transcurre sin ningún otro altercado. Como siempre me pasa, me cuesta integrarme en grupos con este tipo de gente, pero al final termino sentada al lado de Mason jugando a alguna tontería de adolescentes. Las fiestas de este estilo son todas iguales, se divide la casa en zonas y en el salón terminan quienes juegan a juegos estúpidos para enrollarse entre ellos o soltar algún bombazo para contarlo después en sus redes sociales. 

Nunca juego a estas cosas, me limito a cuidar de Mason hasta que se va a dormir, y después salgo al balcón de su cuarto a reflexionar hasta que me entra sueño y me acurruco en la cama supletoria que compró especialmente para situaciones como esta. Claro está que cuando duerme con alguna chica me toca dormir en el sofá.

Nueve balas, un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora