Parte 4

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Llegamos a una enorme mansión de color blanco, es parecida a una de las casas de las fraternidades, pero esta está muy alejada del campus y de la cuidad. Por dentro es increíblemente grande y bonita. Hay muebles de estilos muy distintos, incluso hay un enorme piano de cola en el salón. Las paredes parecen cuadros pintados con fotos y cuadros muy peculiares, con un toque abstracto y hermoso.

La casa tiene tres pisos contando con la planta baja.

-Bueno, novata - empieza Matt - Espero que tu estancia aquí no sea muy duradera - dice riendo.

Sus comentarios me cabrean, me hace querer darle un puñetazo en las narices pero bueno, tiempo al tiempo.

-No seas tonto, Matt - dice Zoe poniendo los ojos en blanco - Ven, te llevaré a la enfermería.

-¡Ah, por cierto! - grita Ryan - La segunda planta está prohibida - dice serio y se gira hacia Daniel  -Tú ya sabes cómo va esto, no la cagues otra vez.

Dan tensa su mandíbula, lo que hace que todos nos percatemos y Ginni intenta cambiar el tema de conversación.

Zoe y yo subimos a la primera planta y es ahí cuando me percato: No he traído maletas.

-No te preocupes, tienes todo lo que necesitas aquí - dice como si me hubiera leído el pensamiento.

Asiento.

-Aquí está Hannah - dice señalando una puerta - es la que tiene dotes médicas del grupo, ella te curará y te dará algunas indicaciones para que las heridas sanen rápidamente.

Cuando entramos veo a una chica morena de espaldas, es alta y su cuerpo parece esbelto, aunque lleva una bata blanca como si fuera una doctora. -Adelante chicas - su voz es muy dulce y eso me tranquiliza. Al darse la vuelta veo que tiene una cicatriz en la mejilla, una marca que parece haberse hecho hace mucho tiempo. Sus ojos son rasgados, pero su mirada es intensa, aunque ella sea la persona más dulce que he conocido de todos los que están aquí. 

-Vaya, Alia, tendré que ir poco a poco para no hacerte demasiado daño - dice cuando ve mis piernas, cubiertas de cristales pequeñitos y restos de sangre seca. - Si lo necesitas, puedo darte una anestesia, así no notarás nada - dice y yo asiento con la cabeza. Prefiero pasar el tiempo aquí sin percatarme de nada y dormida. 

Hannah me inyecta un líquido transparente y poco a poco mi visión se vuelve borrosa. Cierro los ojos y escucho las voces de Zoe y Hannah como si estuvieran dentro de una botella.

-Zoe, puedes irte, estará bien. No es tan grave como parece - dice Hannah.

-No me creo que sea ella... - la voz de Zoe se disipa en el aire y dejo de escuchar.

Cuando me despierto tengo las dos piernas cubiertas de vendas y estoy aún un poco mareada. La habitación está más oscura de lo que estaba cuando he llegado, y no hay nadie. La camilla es demasiado incómoda, es dura como el suelo, y no hay ninguna ventana por donde entre un rayo de luz. Sólo hay un foco de escritorio con luz amarilla que ilumina una esquina de la habitación.

La puerta se abre, dejando entrar toda la luz del exterior y me doy cuenta de que, efectivamente estoy en el suelo, en una habitación minúscula y oscura, no sé qué esta ocurriendo. Una gran silueta entra en el cuarto y, sin articular palabra, me agarra del brazo y me levanta del suelo. 

-Nos vas a meter en un buen lío- es la voz de Matt.

-¿Co... Cómo? - estoy aturdida por la anestesia y a penas puedo mantenerme en pie.

-Cállate. Nadie puede escucharte.

¿Qué está pasando? Este pasillo no se parece al que había recorrido antes con Zoe, es mucho más largo, lleno de puertas a ambos lados y sin ningún ruido o voz que indique la presencia de gente en las habitaciones.

Matt me lleva agarrada del brazo tan fuerte que los dedos se me están empezando a poner morados. Bajamos unas escaleras y entramos a lo que parecen unos baños comunitarios. Matt se asegura de que no hay nadie y me lanza dentro, yo caigo al suelo. 

-Ponte esto - dice, arrojándome un montón de ropa negra. Es ropa parecida a la suya, imagino que me la tengo que poner para no llamar la atención.

Me pongo unos vaqueros negros, que me cuestan subirme por las vendas de las piernas, aunque finalmente lo consigo. La camiseta me está demasiado ajustada, tanto que se me marcan las costillas cuando respiro. Me pongo rápidamente la chaqueta de cuero y me doy cuenta de que lleva una A bordada en el bolsillo interior. Qué casualidad, ¿no?

-Escúchame bien, Alia - dice Matt agachándose para ponerse a mi altura - No estás aquí por voluntad propia, así que no nos des problemas, no llames la atención y por supuesto, no le digas a nadie tu verdadero nombre. 

-¿Por qué? - ¿qué tiene que ver mi verdadero nombre?

-Porque si el alfa te descubre irá a por tu familia y a por todas las personas que te importan, así que mejor que nadie sepa tu verdadero nombre más que nosotros. A partir de ahora serás Tam.

-¿Tamara? 

-Así es, recuerda bien: no abras la boca a no ser que sea necesario, y no salgas de tu habitación para nada. Los martes hay limpieza de habitaciones, esperarás a que pase a buscarte y harás lo que yo te diga, ¿entendido? - asiento.

-Oye, ¿y Daniel? - pregunto con cautela. No sé nada de él desde que llegamos y tenía la cara magullada por los golpes que supongo que Ryan le habría dado para poder traerlo aquí.

-No es asunto tuyo - ni se inmuta - Ahora, vámonos.

Me vuelve a coger del brazo, aunque esta vez lo hace más suavemente, y me lleva en dirección contraria a donde habíamos estado antes. Este sí es el pasillo por el que había pasado con Zoe, la cual está esperándome en la puerta de una de las habitaciones.

-¿Está lista? - le dice Zoe a Matt en un tono muy flojito.

-Espero que sí.- responde y se larga.

-Estás genial, Tam. Sígueme.

-¿Tam? - ella se da la vuelta y arquea una ceja - Oh si, Tam - río nerviosa y seguimos andando.

-Bien, este es el cuarto de Lucas - señala una puerta -Y el de la puerta de al lado es Caleb. Las dos siguientes son la de Ginni y la mía, y justo enfrente están las de Matt, Ryan y Daniel. Enfrente de la mía está tu puerta.

Me doy cuenta de que todas las puertas están decoradas con pósters o con sus nombres, sin embargo, la mía está totalmente vacía, a pesar de haber sido la de Mason.

-Esto... - empiezo a decir.

-Mason no estuvo mucho tiempo, pasaron cosas que bueno... No le dio tiempo a decorar su puerta - ¿esta chica me lee la mente?

La habitación es increíble, las paredes son de un color vino precioso y hay una enorme cristalera que deja ver todo el paisaje.  La cama es bastante grande para una sola persona, y todo parece estar bastante cuidado.

-Toma - Ginni entra en la habitación y me da una caja con cosas de higiene y una maleta - Esto es todo lo que necesitas para estar aquí, no creo que estés mucho tiempo así que con esto bastará.

Asiento levemente y ambas salen de la habitación.

Me quedo mirando la habitación, que está completamente vacía, y veo que hay una pequeña librería en una esquina. Está un poco vieja y tiene algunas telarañas, pero puedo distinguir varios libros que conozco y he leído varias veces. También hay un espejo a los pies de la cama. Me quedo mirándome un rato y me río al ver que parezco salida de una película de cazadores de sombras. 

La chaqueta de cuero es preciosa, me recuerda a la que tenía papá, siempre me la ponía encima cuando tenía frío y me acurrucaba con él, mientras él me contaba historias con muchas metáforas y moralejas.



Nueve balas, un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora