8.

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Natalia.

Él me besaba por el cuello a la vez que movía sus dedos dentro de mí.  Me miraba con deseo, como si fuese la única mujer en el mundo, como si fuese el último día del verano o el primer café del invierno. Y yo lo miraba con apego, como quien mira a un gato que busca comida en la calle. Se notaba a leguas que no estábamos en la misma onda pero él, parecía no percibir nada distinto, o igual era solo que no quería hacerlo.

—Para—dije, tras una lucha interna que se transformó en un ruego, sutil.

—¿Qué?—preguntó él, confundido.

—Estoy muy cansada cariño, ¿por qué no nos vamos a dormir mejor?—le sonreí, apenada.

—¿Estás bien Natalia?—preguntó él, acariciándome el brazo, con ternura.

—Claro—asentí y me recosté en su pecho—. Es solo que el bar me tiene agotada.

—¿Sabes que puedes tomarte los días libres que quieras verdad?—yo asentí y él asintió de vuelta—. El Olivia es cosa mía y si no quieres venir a trabajar no pasa nada, puedes buscarte otra cosa.

—Ya veremos.

La conversación quedó zanjada en ese momento. Yo me recosté en su pecho y él apagó la luz, suspirando. Me conocía bien y comprendía que mi actitud nada tenía que ver con el Olivia, pero Mikel era así, sabía cuándo había que seguir preguntando y cuándo había que dejar al silencio trabajar.

Alba.

—¿Julia?—mi voz sonó tan ilusionada que una carcajada se dejó escuchar en la otra línea.

—Recheeee—contestó y yo sonreí tanto que sentí que los dientes se me saldrían de la boca—, ¿cómo le va la vida a mi Recheee?

Julia había sido mi mejor amiga desde que la conocí y hablar con ella siempre me hacía una ilusión inexplicable.

Hablamos durante tanto tiempo que ya ni me acuerdo y hablamos de tantas cosas que recuerdo que tuve que hacerle esperar para beber agua.

—¿Sabes qué?—me decidí a contarle—. Mikel está aquí.

—¿Qué dices?

—Sí, tiene novia—sonreí, recordando nuestra última charla—. Se parece mucho a Oli, Julia, muchísimo.

—¿Tienes foto?

—No, pero créeme cuando te digo que es igual que ella—suspiré, había pasado mucho tiempo pero el no haber podido despedirme de ella propiamente, había provocado en mí un hueco tan profundo que después de 10 años aún no se había llenado y seguía doliendo como una herida abierta. Y sangraba a borbotones—. Hasta en lo personal. Es ella, tiene el mismo corte de pelo que Oli tenía, hasta la sonrisa es igual, Julia. Todo. Bueno todo no, pero me recuerda tanto a ella...

—¿No te estarás enchochando otra vez no?

—No mujer—contesté, tan rápido que  temí que no entendiera ni media palabra.

—No ni ná'—respondió ella riéndose, cosa que provocó más risas de mi parte.

3 días después.

La noche anterior había decidido que era buena idea llamar a Natalia para dibujarla. Al principio reaccionó algo asombrada pero eso no quitó que su respuesta fuese afirmativa. Me gusta pensar que le hacía algo de ilusión que la dibujaran.

El timbre sonó, provocando que mis manos comenzaran a sudar. Me sentía tan nerviosa como cuando te acabas de decidir sobre qué hacer con tu vida y estás a punto de contárselo a tus padres. Como cuando estás a punto de contarle a tus padres que te vas a dedicar a estudiar Bellas Artes.

Hilos. | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora