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Me encuentro observando el techo con máxima atención, lo hago durante varios minutos, hasta que por fin decido salir de mi adorada y cómoda cama, bajo con suma delicadeza como si temiera lastimarme al hacerlo, y lo e echo anteriormente.

Cuando al fin logro mi propósito, al bajar uno de mis pies reconozco aquel frío tan familiar, un escalofrío recorre mi cuerpo al percatarme de lo helado que se encuentra el suelo. Ya acostumbrada a el helado piso Camino hacia mi armario y decido que ponerme. ¿recuerdan que saldría a comer helado con Elsie?, bueno, ese día a llegado.

Si soy sincera no tengo tantas ganas de salir o incluso de moverme en estos momentos, pero ya confirme mi salida y no hay vuelta atrás. Volviendo al tema de la ropa me decido por algo sencillo unos pantalones azul claro y una camiseta negra ajustada que resalta mis ojos.

Ya lista bajo las escaleras con el máximo cuidado posible, mamá me advierte constantemente que si continuo bajando las escaleras demasiado apresurada algún día me romperé un par de huesos y no lo dudo. Al momento de tocar el último escalón se escucha el timbre resonar por cada rincón de la casa, me apresuro en llegar lo antes posible a la entrada ya que Elsie suele ser bastante impaciente.

Al abrir la puerta me encuentro con mi querida amiga Elsie de ojos marrones y sonrisa de acero.

-¿Por qué tienes la costumbre de hacer todo tan lento?.- me reclama.

-lo hice lo más rápido que pude.

-si eso es lo más rápido ya me imagino cuando lo haces lento.

-ya cállate tan solo vamos.

Sin más que decir decidimos emprender nuestra caminata hacia la heladería.

no solemos hablar mucho pero eso no nos hace menos amigas al contrario ese es nuestro fuerte, nos entendemos sin siquiera comunicarnos, tenemos ese don.

Elsie estaba más callada que de costumbre siempre habla hasta por los codos. Por el rabillo del ojo me percato que se gira en mi dirección a mirarme, examinado mis rostro, analizandome o debatiendo internamente por algo. lo mejor es esperar el momento en el que se atreva a comentarme o preguntarme lo que sea que le cause molestia o intriga , hasta que por fin toma la valentía suficiente para hacerlo.

-¿como has estado estos días?- me pregunta esperando mi respuesta.

-nada mal- aunque esa no es la verdad.

- me alegro.- me responde.

Al no escuchar mi respuesta decide hablar por segunda vez.

- sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

Tengo más que claro que Elsie planeó esta salida con el propósito de lograr que me distraiga y deje de lado los pensamientos que me atormentan en mi habitación. No es que no confíe en ella, lo hago, es solo que por el momento necesito más tiempo para poder hablar fácilmente de ese tema sin derrumbarme, decido contestarle al ver sus ojos espectadores.

- lo se, se que puedo contar contigo siempre que quiera, y para ti es lo mismo.

-es solo que por el momento aún no estoy preparada, aun no logro aceptarlo.- le contesto.

me dedica una de sus tiernas sonrisas y asiente satisfecha, para entrar finalmente a nuestra querida heladería.

Cuando ya estamos dentro buscamos un lugar para tomar asiento, al divisar al fin nuestro sitio caminamos lentamente y nos sentamos en una de las mesas más alejadas.

-iré a elegir el helado ¿que sabor quieres?- me pregunta.

- ¿vainilla?- trate de sonar segura pero sonó más a pregunta.

- ppffft, esta bien, vuelvo pronto.

Sin más que decir fue en busca de nuestros helados. Busco con la mirada algo con lo que entretenerme mientras espero a mi acompañante, ya rendida de examinar  dentro del local me decido por mirar a la ventana, estuve varios minutos así hasta que diviso con la mirada a alguien que se me hace realmente conocido al otro lado del cristal. Mis ojos se agrandan con sorpresa al verlo voltearse, y ahí fue cuando lo reconocí, volvió, era el, estoy más que segura que es el.

En el lugar de siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora