Capítulo 2.

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Borro por tercera vez los números sobre la hoja de mi cuaderno, aun no encuentro la solución del ejercicio de matematicas, muerdo mi labio inferior y me dispongo a intentarlo de nuevo.

La puerta de mi habitación se abre y yo alzo la vista de inmediato, es mi mamá así que dejo de morder mi labio y solo la observo esperando a que hable, termina de entrar a la habitación y camina hasta mi cama para sentarse en la orilla.

—Camille cumple años mañana así que debes asistir a su fiesta —dice y yo frunzo mi ceño.

—No me han invitado —digo y ella rueda sus ojos tirando la tarjeta sobre mi cuarderno.

—Debes lucir presentable así que saliendo del instituto el chofer te llevara con Renata para que se encargue de tu cabello y maquillaje, ahí hare llegar tu vestido y tacones así que luego vas directo a la fiesta —dice completamente complacida con su plan. —Trata de acercarte más a Camille sabes que a tu padre le interesa mantener feliz al ministro Coleman.

Yo asiento, mi madre se levanta y sale de mi habitación sin más. Fingir, fingir y fingir.

Un día nuevo con la misma rutina de siempre, con la única diferencia de que tenía una práctica con el señor Corrales, tomo una bocada de aire y coloco mi violín en posición cuando él me lo indica paso el arco por las cuerdas mientras leo las partituras, he leído esas partituras tantas veces pero aun así me siento nerviosa.

—Relaje los hombros— indica el señor Corrales y así lo intento hacer —No solo sigas las partituras, sientalas.

Suelto un suspiro y hago mi mejor esfuerzo por no morder mi labio inferior, me concentro mucho en seguir la partitura y muevo mis manos rápidemente al compas de la melodía, cuando termino siento mi respiración algo agitada y observo al señor Corrales pero él solo niega repetidas veces

—No me equivoque en ninguna nota —digo y él asiente.

—Eso es cierto pero fue como ver a un maniquí con un violín, señorita Kleshder lo que le hace sobresalir es la entrega que tiene a la musica, su pasión, su manera de sentir y conectar con una melodía, ya se sabe esa melodía solo necesita no pensar tanto y sentir —dice y yo asiento mirando al suelo.

Vuelvo a leer la partitura por ultima vez y me coloco en pocisión, ¿Qué sentía el compositor?¿Tristeza?¿Dolor?¿Preocupación? No, no parece ser nada de eso quizá ¿Melancolía? Sí, eso parece ser. Melancolía por algo que perdió, por algo que no volvera a ser pero que anhela, una pesada presión en el pecho que te hace sentir el ser más pequeño del mundo al querer algo que nunca podras tener pero que por más dolor que te cause el recuerdo no quieres dejar ir.
Sigo moviendo mis dedos sobre el mastil del violín mientras paso el arco por sus cuerdas de manera delicada. Vuelvo a terminar con mi respiración agitada pero en cuanto abro los ojos me quedo casi sin aliento.

Observo al rubio recostado en la puerta del salón observandome fijamente, sus iris miel brillan de una manera extraña pero su expresión me deja aun más confundida ¿Es intriga? El señor Corrales comienza a aplaudir y es hasta en ese momento donde aparto mi mirada de Joshua.

—Eso es lo que quería, quería que esta melodía se sintiera que me pesara en el alma y no hay nadie mejor para lograr eso que usted, señorita Kleshder —dice y yo sonrió de manera timida y siento mis mejillas sonrojarse —Joven Joshua, que grata sorpresa ¿Qué hace aquí?

Bad? Good? Sweet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora