01 de Noviembre. 1989_
Mi vestido negro recorría todo mi cuerpo.Mis zapatos cubrían mis pies.
No me coloqué maquillaje,¿para qué? ¿Para que vean lo destrozada que estaba? No.Luego que heché un vistazo a mi vestuario,nuevamente;tocaron la puerta de mi habitación. Dejé que entren,mientras me seguía mirando. La expresiones de mi rostro,no cambiaban.
Era Teo. Me volteé y lo miré un poco sorprendida.-¿Estás lista?-preguntó mostrándome una muy pequeña sonrisa de costado.Asentí. Me dejó salir primero y luego salió él. Bajamos las escaleras en silencio. Mi madre se encontraba hablando con los padres de Teo,y se detuvieron al vernos. Mi madre y sus padres me mostraron una sonrisa. Como si el sonido del silencio nos manteniera tranquilos,salimos de la casa y la familia subió a su coche al igual que mi madre y yo. Teo me lanzó una irada rápida antes de subir en los asientos traseros del auto de sus padres. Me limité a estar callada,mientras mis ojos miraban las calles iluminadas por un día gris lleno de sol.-
-Diann.-afirmó mi mamá en un susurro.-
-Mamá.-afirmé a igual que ella.-
-Una vez tu padre me dijo: "solo cuenta veinte segundos,solo veinte,de una gran avergonzación,y te preometo,de verdad que te prometo,que al final,todo saldrá bien. Y si no lo sale,es porque todavía no es el final." - habló sin quitar la mirada del camino. Suspiré y la miré confundida.- Me lo dijo una vez,cuando estaba muy nerviosa por confesarle a mi padre que estaba embarzada de ti. No era que no quería decirle,simlemente me daba miedo a cómo podría reaccionar. Tu padre tenía razón,y mucha. Funcionó.-miré por la ventana,aún sin entender a qué venía todo ésto.- A ti podría servirte,hoy,pero no solo veinte segundos.-pensé un poco,hasta que llegamos al lugar. Nos sentamos delante de todos,junto a algunos compañeros de mi padre. El cura comenzó a dar sus más repentinos pésames,e hizo una oración,luego habló un poco de la vida y la muerte,cosas que no quería escuchar. Unos amigos de mi papá que no conocía subieron frente al pupitre. Uno de ellos tocó el piano clásico que estaba a un lado,una melodía muy bonita. Dijo que mi padre le había enseñado a tocar esas notas. Solo mi madre y otras personas se emocionaron. Yo no quería hacerlo.
Cuando nadie,quiso levntarse,tomé aire y yo lo hice. Caminé hasta el piano y me senté sobre el banquito que estaba frente a éste.--Solo quiero decir que tuve suerte,y aún la tengo,-miré a mi madre.-,pero creo que entienden de lo que hablo.-miré entre las personas,y Teo no estaba ahí.- No quiero dedicar nada a nadie,solo quiero hablar sin hacerlo.-pesné que solo me faltaban cinco segundos.- Ojalá entiendas de lo que hablo.-no miré a nadie y comencé a tocar el piano. Mientras cantaba,miré hacia un costado muy lejos de las personas,porque sentía que debía hacerlo. A lo lejos se encontraba Teo,con sus manos en los bolsillos y mirándome fijamente. Logré mostrarles a todos una pequeña sonrisa,a pesar de que no me sentía de maravilla. Vlví mi vista a todos frente a mi,para luego mirár mis manos moviéndose sobre las teclas. Cerré mis ojos sintiendo la música,y dejando que mi voz haga lo que le corresondía hacer en esos momentos.
Los discursos del cura habían acabado,al igual que ls pésames de las personas,y los saludos que daban a mi padre. Mi madre con su peor cara de sufrmiento,tomó un oco de tierra y la dejó caer sobre el cajón cerra dónde mi padre se encontraba. Me miraron. Negué con la cabeza y retrocedí lo bastante como para que las personas dejen caer sus flores de sus manos hasta golpear contra el cajón. A veces podía imaginar las flores cayendo en cámara lenta y chocando contra el cajón,unas tres veces antes de mantenerse un poco quietas sobre éste. Todo se veía triste y no me quería sentir igual. Solo me alejé un poco de todas las personas juntas ahí.