Parto de Lena *Todos pierden la cabeza*

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―Estoy bien, estoy bien ―aseguro rápidamente, aprovechando el pequeño respiro que las contracciones me han dado―. Fue solo una pequeña. ―Les doy una sonrisa radiante y es que puedo ver la tensión en sus posturas, ya que la mayoría no deja saber en sus rostros lo que están pensando o hablando.

―Quizás sea bueno que camines un poco, eso suele ayudar... ―Abiel rápidamente me ofrece su mano, ayudándome a levantarme de la cama.

Estoy descalza, pero el piso tiene alfombra, así que supongo es por ello, que nadie se opone.

―¿Qué pasa si se cae? ―Mi tía Elina sacude la cabeza, mirando con malestar a Kyla por su sugerencia.

―Caminar, solo son unos pasos ―susurro dando pasos guiados por mi pareja. Debo admitir que esto es más complicado de lo que pensé, aunque no me arrepiento, realmente deseo tener a mi hijo en mis brazos. Día a día lo he sentido crecer y he soñado con el instante en que pueda ver su carita, así que sé que vale la pena todo esto. Miró los rostros que se han quedado en silencio―. Saben que odio que hagan eso ―gruñó, adivinando que su silencio se debe a que están muy entretenidos mentalmente.

Pff. Eso es algo que aun no supero. Cosas de vampiros.

―Hablamos sobre los nombres para el bebé ―Irina miente y lo sé por la expresión en blanco de Abiel.

―Papá, deja en paz a Abiel, prometiste que lo dejarías tranquilo.

―No estoy haciendo nada, hija ―responde, pero la sonrisa de mi madre y de los demás que se encuentran presentes lo desmiente.

―Está preocupado, como todos ―dice Abiel, como siempre intercediendo a su favor. Entiendo que este hombre le tiene respeto y lo que menos desea es crear fricciones entre nosotros, pero a veces debería ser un poquito más firme y aprovechar su parentesco.

Además, por mucho que lo niegue, sé que mi padre esta feliz por mí. Abiel ha sido demasiado consentidor conmigo, especialmente estos últimos meses. Así que todas esas dudas sobre si funcionaríamos como una pareja, lentamente se han desvanecido y es precisamente por ello que intento ser valiente y no demostrar mi dolor.

Alguien podría salir herido si comenzara a llorar.

Abiel me frota la espalda, sacándome de mis pensamientos, mientras con la otra mano me ayuda a caminar por la habitación. Levanto el rostro, sonriéndole, pero veo que él también está preocupado, aunque se esfuerza en parecer tranquilo. No soy la primera mujer que dará a luz, pero todos parecen demasiado nerviosos.

Lo cierto es que la estancia a pesar de ser grande parece demasiado llena con todas las personas que esperan. Creo que debí aceptar ir a la clínica, ahí no habría podido entrar. No solo mi madre y mis tías están presenten, Kyla quien me asistirá, un par de enfermeras, así como Irina y también mi padre. Anisa se llevo a los demás, obvio porque mi padre casi los tuvo que sacar a la fuerza. Todo el mundo quería estar presente.

Me pregunto si realmente ellos quieren estar aquí cuando llegue el momento. Tanto mi padre como Abiel parecen que colapsaran en cualquier momento. Yo soy quien debería estar más nerviosa, pero estoy tranquila.

―Aun falta un poco para la hora, quizás debería ir a dar una vuelta o hacer sus actividades ―Kyla les hace saber con su tranquilidad habitual, pero nadie parece escucharla, ni a mí.

He insistido que estoy bien y que los dolores son cosa que todas las mujeres a punto de dar a luz experimentan, pero parece que no desean que sufra en lo mínimo. Algunas cosas no parecen cambiar. Sigo siendo la princesa de mis padres.

La donante: Extras de los extrasWhere stories live. Discover now