¡Felicidades, papá!

2K 231 65
                                    


Dedicado a Isa. Por su cumpleaños. ♥


*****

Me asomo en la puerta, del que supone es el espacio de trabajo de Kyla. Es la primera vez que entro a esta parte de la clínica, es enorme y tan... blanco.

―¿Hola? ―susurró esperando que me indique que puedo entrar. Hay un par de murmullos apagados y ruidos, luego una figura que no es ella sale detrás de una mesa―. ¿Yohan? ―Tiene el cabello alborotado y el rostro pintado de un tono rojizo.

Oh, vaya. Creo que puedo imaginarme que han estado haciendo y apenas consigo ocultar una sonrisa. Ahora compruebo que es verdad lo que todos dicen, sobre que este par parece haber conectado y a mí me encanta.

Sé que él se sintió un poquito atraído por mí y me preocupaba que por eso no quisiera quedarse en Jaim o siempre tuviéramos que sentirnos incomodos, así que esto es una buena noticia. Nada me haría mas feliz que cada uno encuentre a quien amar, como yo a Abiel.

―Lena ―dice agitando la mano y moviéndose, como queriendo cubrir a quien emerge detrás de él. Obviamente una Kyla con el pelo un poco fuera de su acostumbrada perfección y la bata arrugada. Me encantan.

―Lo siento, yo solo...

―No pasa nada ―contesta ella, dándole un golpecito en el brazo a él, compartiendo una mirada cómplice.

―Sí, no pasa nada. ―Se rasca la cabeza, sin saber que hacer―. Yo tengo que ir a Jaim. Así que... ―Nos mira alternadamente, antes de balbucear una rápida despedida y salir―. Nos vemos, después...

Espero hasta que se ha marchado para mirar a Kyla, quien casi podría jurar tiene la sonrisa del "gato que se comió al canario". Una expresión que he escuchado muchas veces decir a Irina.

―Entra. ―Hace una señal, dirigiéndose a otra de las mesas que tiene el lugar.

―En serio, no quise interrumpir. ―Agita una mano, restándole importancia.

―En realidad, ya casi terminábamos.

―Oh. ―Mi cara debe resultar demasiado divertida, que se detiene y me mira fijamente.

―Y no me digas que tú y Abiel no hacen nada más que hablar, porque no te creería.

―Bien. En ese caso, no diré nada.

―¿Entonces? ―pregunta retomando su labor―. No es que no me agrade verte, pero es raro que me visites.

Siento ahora ser yo la que tiene el rostro como un tomate. Me froto nerviosamente las manos, armando el discurso que he pensado desde que salí de la residencia.

―Tengo una pregunta.

―Dime ―pide cuando me quedo en silencio. Verdaderamente, no sé que pasara si es verdad, lo que si es seguro es que más de alguno pondrá el grito en el cielo, pero yo... estaría muy, muy contenta. No es algo que hubiera pensado, pero nunca podría arrepentirme.

―Bueno... ―suspiro y vuelvo a estrujarme las manos―. ¿A las cuantas semanas es posible saber si estás embarazada?

Kyla se queda tan inmóvil, que incluso parece una estatua, con esa palidez característica y sus facciones aun un poco juveniles.

―¿Hace cuánto fue tu ultima relación? ―pregunta parpadeando, como si le costara ordenar sus ideas y luego sus ojos se fijan en mi estómago, negando―. Déjame reformular eso, ¿hace cuantas semanas que están teniendo relaciones? ―Siento la cara cubierta de rubor, eso fue muy directo, pero no hay critica en su voz.

La donante: Extras de los extrasWhere stories live. Discover now