Parte 1

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Abrió los ojos cuando su despertador sonó. Odiaba esa melodía e iba a apagarla en ese instante. Estiró su brazo y presionó el "cancelar", pero su sueño ya estaba bastante arruinado.

Se removió en la cama con pereza (¿por qué habia puesto la alarma?) hasta que el primer pensamiento del día vino a su cabeza, uno que lo hizo sentarse de golpe con los ojos abiertos.

-¡Primer día de escuela! -sonrió con emoción y se levantó de la cama para prepararse. La mayoría de los jóvenes de su edad odiaba el primer día de colegio, pero él no lo había pasado precisamente genial en el antiguo suyo. Aquel era un nuevo comienzo. Quería conocer gente nueva aunque no fuera muy bueno socializando, quería crear amistades profundas y duraderas.

Se despidió de su madre y salió de su casa con la mochila al hombro. Tuvieron que mudarse porque ella había conseguido un nuevo trabajo, pero eso no le molestaba mucho. No es que fuera fan de los cambios, pero definitivamente este le venía a conveniencia.

O al menos eso pensaba hasta que vio el gran edificio frente a él, todo su tímido ser saliendo a la luz.

Tragó saliva y entró, caminando por los pasillos. La gente no se veía tan mal, al menos nadie estaba llamando a otros por sobrenombres molestos o directamente golpeándolos (sí, no venía de un buen lugar), en cambio, se les veía preocupados de sus propias cosas, riendo con sus amigos y no prestándole ni la más mínima atención.

-¡HEY! -casi se muere de susto cuando un chico se plantó frente a él de forma energética- ¿Tu eres Thomas Sanders, entrando a segundo año?

Lo miró de arriba a abajo. Traía una polera color celeste y un cardigan amarrado a los hombros. Su sonrisa era bufona y simpática mientras que sus lentes estaban algo caídos. Irradiaba una energía tan brillante que le fue imposible no sonreír.

-Uh, sí. ¿Y tu?

-¡Mi nombre es Patton! Me ofrecí para darte un tour por la escuela -parecía que fuera a estallar de emoción, cosa que le hacía mucha gracia.

-Gracias -dijo, sintiendo que la confianza le regresaba al cuerpo.

-Te va a encantar esta escuela, ¡es muy inclusiva! Tenemos clubs de todo tipo por si tienes algún talento especial. Te ves fuerte, ¿juegas algún deporte, kiddo? -preguntó, y Thomas solo pudo negar avergonzado- te entiendo, yo tampoco soy muy de hacer ejercicio. Algunas de nuestras clases son obligatorias, eso si. Matemáticas, historia, literatura. ¡Pero no son tan difíciles una vez que te acostumbras a lo profesores! Personalmente, creo que te va a gustar el de literatura, todos lo aman y es muy flexible. ¡Por cierto...!

Siguieron hablando mientras recorrían el recinto (más bien, Patton iba hablando y haciéndole mil y un preguntas a Thomas). El lugar era bastante grande, por lo que no alcanzaron a recorrerlo todo de una sola vez en el poco tiempo que tenían antes de que empezaran las clases. No obstante, Thomas se divirtió mucho con el chico, le hizo mucho reír y le llenó de energía para seguir con este primer día que hasta ahora había comenzado con buen pie.

-Bueno, kiddo. Suerte en tu primera clase. Si no tienes con quien sentarte, ¡yo iré a ti! -dijo con una gran sonrisa y se dio media vuelta para correr a su clase. Le había contado que el iba en tercer año. Le agradaba que los mayores fueran amables con él, se preguntaba si oficialmente había hecho su primer amigo.

Su primera clase no fue lo más emocionante del universo, pero no podía esperarse que todo fuera viento en popa todo el día, así que simplemente estuvo jugando con sus lápices y reproduciendo canciones en su mente durante las dos horas.

En el primer receso, al ir a dejar sus cosas al casillero, no se encontró con Patton ni él lo fue a ver. Pensó que por la personalidad del chico, seguramente tenía muchos amigos y había sido un error de su parte considerarse a sí mismo como uno. Pero no debía desesperar. En cambio, debía encontrar a alguien con quien sentarse en el almuerzo.

the imbetweeners (Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora