Prologo

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Aquella tarde, como cualquier otra, salía de mi trabajo en dirección a la casa de mi novia. La única diferencia iba a ser que llegaría de sorpresa, pues le había dicho la noche anterior que me tocaba el turno de 24 horas y que no podría verla hasta el día jueves, aquella vez eran las 11 am del día miércoles y yo, un simple enfermero con un sueldo que no da para más que un apartamento simple y decente. Recuerdo compre en la despensa más cercana del edificio por donde ella vivía: una caja de bombones, de los caros y un ramo de rosas rojas. Era nuestro aniversario, habíamos estado ya tres años juntos, y realmente todo era maravilloso.

Siempre tuvimos la suficiente confianza como para compartirlo todo: Carro, cama, comida, cepillo de dientes. Incluso me había dado las llaves de su casa. Eso siempre me había dado la impresión de que estábamos a otro nivel. Me refiero a que casi éramos un matrimonio, sin papeles sin anillo sin un obispo que nos diera alguna clase de bendición y eso era lo mejor. Jamás hablábamos de casarnos y aunque nuestros amigos nos lo decían a menudo, nos poníamos a ver sus vidas y lo miserables que eran con toda esa presión de padres, de corresponder, de responder. Pienso yo, que la única razón por la que nunca tuvimos nada fue gracias a los antisépticos que jamás faltaron dentro de nuestra habitación.

En ese momento, frente a la puerta, llamo mi madre. La única mujer, a parte de mi novia, que tenía que saber qué hacía todas las horas del día. No crean que era un caso de mamitis aguda, claro que no lo era. Solamente teníamos una buena relación ella y yo. Recuerdo que había llamado porque a mi padre le habían hecho unos estudios de laboratorio. Parecía muy preocupada por unas simples piedras en los riñones. Ella era así.

"Estoy entrando justo ahora, puedes llamar más tarde" le dije al dejar mis cosas del trabajo sobre la mesa de la sala y mi rostro hizo una expresión desnuda, pues había música recia en el segundo nivel del apartamento.

"Está bien hijo, salúdame a Sara, dile que espero verla pronto" menciono ella y muy evasivo respondió un simple "OK", deje el celular en la mesa, tome los chocolates y las rosas, subí las escaleras. Del segundo piso venía Lucas, el gato de mi novia, recuerdo lo mal que nos llevábamos él y yo, era un hijo de...era un gato.

La música se hacía más intensa, era música un poco pesada, tal vez un trap en inglés, (música para tener sexo) era lo que acostumbraba a escuchar siempre que me iba a quedar ahí. Ya me había acostumbrado, pero la música venía de la habitación, de dónde provenía otro tipo de sonidos. Eran gemidos precedidos del vibrador, estaba seguro yo, el que ella y yo usábamos.

Mi mente, muy perversa, empezó a dibujar en las formas que estaría mi novia masturbándose. Podía estar desnuda, sombre las sabanas empapadas, torciendo los ojos en diferentes direcciones como lo solía hacer. Empecé a desvestirme, «Ya está preparada» dije en mi cabeza, solo hacía falta un símbolo en esa ecuación, y ese símbolo era mi pene.

—¡Oh! ¡Si! ¡Me encanta!—Comenzaba a decir y yo me calentaba.—Eso me gusta. Si. Dios, siento que me vengo—¿A caso estaba viendo una porno? En ese caso... Ya estaba todo listo.

Al entrar la vi a ella, totalmente empapada en sudor, desnuda, acostada en la cama y con el vibrador. Justo cuando entre ella se estaba viniendo a montones, en gran excitación. Ella, de cabello castaño y carita tierna y pecosa, con el cuerpo de una diosa y la vagina de una jovencita, tan hermosa como siempre, gritando mientras otro tipo que no era yo se la cogía mientras sujetaba el vibrador que "YO" le había comprado cerca de su clítoris.

Desnudo, estaba desnudo, y ellos dos estaban sobre mi cama. Lo único que escuche decir de ella en ese momento fue— ¡Oh dios mío!—Pero aun no sé si fue porque yo aparecí o porque se estaba viniendo en ese instante.

Era como una de esas películas para adultos que ves en donde el que trae la pizza empieza a darse con una mujer casada y de pronto llega el marido de la mujer y los sorprende teniendo sexo y se enoja, pero más que enojarse se excita y empieza a desvestirse y pues...la quitas porque es asqueroso para un heterosexual ver como dos hombres tienen sexo con una mujer, lo normal sería que fueran dos mujeres y un hombre.

Éticamente según los viejos esto es total mente incorrecta, luego me puse a pensar... ¿Por qué si ellas tienen la fantasía de tener dos hombres en la cama no complacerlas para que así ellas te den el trio soñado que todo hombre desea?

Después de un minuto y medio de silencio...—Mi amor, se lo que estás viendo, no es lo que crees

¡Hmmm! Ella estaba debajo de él. Él tenía su pene en su vagina. Él tenía el vibrador en su clítoris. Ella estaba gozando de ese sexo. ¿En realidad no era lo que estaba pensando? ¿Qué otra explicación podía haber?

Después siguió con el discurso que casi cualquiera se sabe de memoria.—No es lo que piensas. Él es tal y tal. Yo pensé que no vendrías. —etcétera.

Después de eso, aun desnudo frente a ellos, reflexione acerca del trio que soñaba y la forma en que lograría lo soñado. Si hermanos míos, sacrifique mi honor, mi orgullo y dignidad al acercarme a ellos y empecé a besar a mi novia. ¿Qué si me dolió lo que había visto? A quien no, pero aun así sabía que podría hacer un trato con ella.

"Que estás haciendo" escuche que dijo el bastardo mientras besaba a mi chica. Lo ignore y seguí con lo mío, Sara estaba muy confundida, yo ya estaba con la torre bien empinada. No lo iba a desaprovechar.

Después de tres o cuatro horas y media, salí de la habitación no como un cuernudo o perdedor, sino como un triunfador que iba a obtener lo que quería.

—Michael—Me llamo Sara—¿Qué fue lo que hiciste?—Me pregunto.

Solo me fui de ahí. 

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Un chico con suerte.Where stories live. Discover now