Corte

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Estando bajo un gran saúco en el patio de la casa, Nui sienta a su hijo y comienza a cortarle el cabello con la espada que el jovencito dejó olvidada en el suelo después de su entrenamiento. Tiene extremo cuidado y le pide a Tahomaru que no se mueva.

—No entiendo la obsesión de ustedes samurais por dejarlo tan largo, en serio. Creo que ya lo tienes más largo que yo, mi cielo...

Tahomaru empuja un sorbo de saliva por su garganta, nervioso.

—Mamá, se supone que tenemos sirvientas. Ellas pueden hacer esto por ti... -hoy es uno de esos escasos días, en que su mamá lo mira sólo a él y no a algún fantasma con un rostro similar al suyo, hoy se atreve a tocarlo y a decirle que lo ama, hoy de verdad siente que ella está hablando con él.

Hoy es un buen día. Tahomaru tiene miedo de que se acabe pronto.

Las manos de su mamá dejan su cabello y elevan su mentón, para luego seguir con su trabajo.

-No, yo quiero cortarle el cabello a mi hijo. Bueno, hasta que consigas una esposa. Entonces, solamente ella te tocará el cabello.

Sus palabras lo hacen inmensamente feliz.

—Mamá, yo no quiero una esposa. —su corazón late como loco al escuchar una risa que se le escapa a su mamá. Casi nunca la escucha reír tan de cerca. Casi nunca la escucha reír, y mucho menos por él.

—¿Y por qué no?

Tahomaru no le responde, y su mamá supone que sólo le quiere llevar la contraria, como el pequeño terco y berrinchudo niño que es de vez en cuando. Pero va más allá de eso.

Tahomaru quiere que sólo su mamá le toque el cabello, nadie más. Quiere que lo toque y le hable, que sonría con solo verlo, le da igual que se burle de su melena. No le importa más nada, solo su mamá. Verla contenta y cerca de él. Ella vuelve a hablar y Tahomaru siente ganas de llorar de alegría, pero se contiene.

—Dices eso ahora, mi amor. Verás que cuando seas grande, vas a querer una esposa y una familia, tener hijos...

Esa misma noche un rayo cae sobre la aldea, y Nui escucha a escondidas a su esposo murmurar inquieto que una de las estatuas de los demonios se partió a la mitad. A partir de allí Nui nunca más vuelve a tocar a Tahomaru ni a cortarle el cabello. Tahomaru nunca permite que alguien más lo toque, así que aprende a cortárselo él solo.

[] [] []

Para que se ubiquen cronológicamente, esto sucede cuando Hyakkimaru recuperó su pierna derecha.

Qué decir de este. Tahomaru me parece un personaje espléndido y me encantó la forma en la que manejaron su lento pero notable viaje a la locura. Quise escribir un One-shot explorando un poco más esa hueca relación que él tenía con su mamá, y su evidente necesidad de sentirse cerca de ella. Yo sí creo que Nui amaba a su hijo menor con toda el alma, pero el dolor y la preocupación (y las consecuencias de sus acciones pasadas) la cegaban con culpa y no se sentía capaz de entregarle a Tahomaru el amor que él tanto le pedía. Pero pienso que, a lo mejor, hubieron pocos, muy pocos días en los que se sentaba a hablar con él, siendo capaz de mirarlo sin pensar en Hyakkimaru.

Eso es todo por ahora, lamento la larga nota, pero Tahomaru es un personaje que me conmueve muchísimo, no podía pasar la oportunidad de analizar ese aspecto de su vida y de su mamá. Hasta la próxima :)

«REMINISCENCIA» [dororo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora