Capítulo 1

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Toda mi vida, en mis 18 años, viví llena de privilegios por tener padres empresarios, me reconocían en la calle, aparecía en las tapas de las revistas, me recargaban la tarjeta cada un mes con el dinero que creía que era suficiente y me compraba todo lo que quisiera, desde ropa, calzado y accesorios, hasta un auto si quería, obviamente, gastar dinero en eso no fue necesario ya que mis padres me obsequiaron uno en mi cumpleaños 18, pero bueno. Siempre fue así, lo que quería, lo tenía, excepto la atención de mis padres.

Llegué a descuidar mis estudios solo para llamar su atención, me metía en líos innecesarios, solo para ver si así captaba la mínima atención por parte de ellos, aunque lo único que logré fue un mes con la tarjeta bloqueada.

Luego de unos años aprendí a vivir con ello, aprendí a independizarme, seguí con las mejores notas como hacía siempre, y no deje de recibir los mismos privilegios que recibía antes.

Al entrar a la secundaria conocí a Tatiana, con quien estuve un año en disputa ya que ambas éramos populares, también con un coeficiente intelectual superior, y eso nos hizo estar en contra por un tiempo. Luego nos dimos cuenta de que podíamos ser buenas amigas, y ahora, estando a unos días de terminar la preparatoria, somos como hermanas, casi inseparables.

Tatiana siempre fue mi apoyo, mi mano derecha, izquierda, sabe toda mi vida, absolutamente todo de mi, y yo de ella.

Y en eso se puede resumir mi vida, añadiéndole ahora, los nervios pre-graduación. Por lo que en este momento nos encontramos hablando de nuestros vestidos.

—Me gustaría llevar algo más casual— dijo muy concentrada, ganándose una cara dudosa de mi parte, y añadió:— Me refiero a que, todas intentaran llevar algo que deslumbre, algo jamás visto, por lo que sí llevo algo bastante normal que se vea tan bien en mi, será único. 

Pensándolo bien, tenía un buen punto. Siempre todas las chicas querían buscar algo con que resaltar, y a veces llegaban a otro extremo, pero ella se vería bien con cualquier cosa. Es hermosa, cabello negro azabache totalmente lacio, sus rasgos faciales eran totalmente finos, cejas bien marcadas, pestañas envidiables, ojos grandes, oscuros pero siempre dejaban de que hablar, sus pómulos eran definidos, su nariz bien perfilada, y sus labios, era lo que más resaltaban en su rostro, sin volverse algo vulgar. Ni hablar de su cuerpo, tenía un cuerpo bien tonificado, una cosa que muchas envidiaban, era su abdomen bien marcado. Obvio, siempre fuimos al gimnasio juntas, y llevamos una dieta bien balanceada.

—Llevas la razón, sería único, daría de qué hablar, y sin duda será algo que te irá bien solo a ti— le aseguré. 

—Lo se, lo se, gracias— presume entre risas— ¿Y tu? ¿Qué piensas ponerte? El vestido que fuimos a ver la otra vez te quedaba precioso, aparte, hacía juego con tus ojos.

Y era verdad, me había fascinado como me quedaba ese vestido, marcaba mi cuerpo y lo hacía ver precioso, y era del mismo celeste que mis ojos, era el vestido perfecto para mi.

—Sí, ya encargué que lo guardaran para mi, lo recogeré el día antes de la graduación— aseguré.

Entramos a mi casa, e hicimos la misma rutina de casi todos los días luego de clases. Entramos, fuimos a mi habitación para dejar las mochilas, bajamos, merendamos, y hoy habíamos a decidido quedarnos en mi habitación hablando más tranquilas.

—Entonces... ¿te aceptaron en Oxford?— me preguntó curiosa.

—Tat, sabes perfectamente que me aceptaron antes de mandar la solicitud — respondí como si hubiese sido la pregunta más estupida— ¿Y a ti? No dudo que te hayan aceptado en Cambridge. 

Los padres de Tati eran unos de los abogados más reconocidos del Estado, así que tenía unas influencias tan buenas como las mías. 

—Sabes que si, amiga— respondió afirmando lo que dije— Bueno, cambiando el tema... ¿Qué harás respecto a Nick?

—La verdad... No lo sé, no es lo suficiente...— dije pensando una palabra para definir la situación. 

—¿Sexy?— menciona ella intentando encontrar la palabra que buscaba

—¿Inteligente?— añadí

—¿Divertido?

—En fin, simplemente no es lo que busco— aclaré dejando saber que no quería nada serio con el— Pero ya, el planeta está lleno de hombres que pueden llegar a ser mucho mejores y satisfacer mis necesidades completamente— dije restándole importancia.

—Sí... Respecto a eso...— hizo pausa tan larga que hasta me alarmó un poco— ¿No te has sentido vigilada últimamente? Cómo... ¿qué alguien te espía o te sigue todo el tiempo?— curioseó dudosa. 

—No...— y fue ahí cuando se activaron los sentidos— ¿Tú si?— ella asintió— Tendrías que avisarle a tus padres, últimamente hay muchos acosadores por ahí, pero... puede ser serio— le planteé ya preocupada. 

—Lo se. Pero, es todo el tiempo, en clases, en la calle, en mi casa. Incluso, la otra vez sentí que alguien me seguía todo el camino al gimnasio, y créeme, alguien me seguía— afirmó con un tono más serio.

—Va, llamemos a la policía entonces si no te sientes segura de contarle a tus padres— propuse seriamente— Puede ser algo realmente serio. Mira si... te hacen algo, o intentan hacerlo, tienes que ser cuidadosa, estar atenta, sino, pídele a tus padres que te contraten un guardaespaldas si realmente no te sientes segura y no quieres acudir a algo más grande. 

—Sí... tendría que hacerlo— aceptó finalmente, pero lo dijo como ida, hasta que de repente levantó la vista inmediatamente— ¿Lo ves?– soltó de repente y me asuste— Mira tu balcón— me dijo casi en un susurro.

Entonces miré, y noté que una de las plantas que estaba en el suelo, estaba caída, y aseguré que no era por el viento, porque no había, alguien había tirado la planta.

—De acuerdo, incluso yo comienzo a asustarme — admití ya paranoica— Llamaré a mi padre, tiene que saberlo, esto podría...— me interrumpió.

—No. No lo hagas— pidió con un tono que incluso sonó a súplica— No avises nada a nadie, yo me arreglaré.

Obviamente eso no me sonó convincente, y mucho menos me dio seguridad. Todo lo contrario, me pareció muy extraño que me pidiera que no hiciera nada, porque era necesario, algo teníamos que hacer, y si no lo hacía Tatiana, yo misma avisaría a quien fuera necesario.

Y eso lo confirmé al día siguiente, cuando en la mañana, me llamaron para darme una noticia que me dejó helada.

Tatiana había desaparecido.

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