𝗔𝗡𝗢𝗗𝗜𝗡𝗢 ㅡ Lee Haru, buena como un ángel, formando nuevas amistades, sobreviviendo al infierno que es la vida. Hwang Hyunjin, un lobo solitario con semblante frío ante todos. Compañeros de clase prácticamente desconocidos. Una primera ficha de...
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Por muy larga que sea la noche, el amanecer llegará
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Sábado, 24 de marzo de 2018
Cinco fueron los minutos que Haru tardó en bajar a reunirse con sus amigos en el gimnasio de su bloque. Preparó dos botellas de agua para descansar de vez en cuando, y encontró dos toallas pequeñas, que también se llevó. Estaba nerviosa, no se lo iba a negar a nadie. Nunca bailaban delante de otras personas, a excepción de Jisung. Pero con él había demasiada confianza; se conocían de toda la vida, habían compartido muchos momentos divertidos juntos. En cambio, a Felix lo había conocido recientemente y, aunque era una bellísima persona y se había ganado su confianza, aún habían miles de cosas que descubrir acerca del australiano.
La sala que utilizaban para el ensayo no era demasiado grande, pero la distribución de los aparatos la hacía ver bastante amplia. Una de las paredes estaba totalmente cubierta por un espejo inmenso, y enfrente estaban repartidas las distintas bicicletas, cintas, pesas y todo el equipamiento de deporte. Era algo escaso, pero para el uso que le daban los vecinos había suficiente. La mayoría de personas que vivían en el bloque era gente mayor, marcados por el paso de los años. Los más jóvenes, apenas hacían vida allí. Por eso, cuando las dos chicas ponían la música e inundaban la estancia con su alegría, nadie parecía quejarse.
Haru se sorprendió al ver a Nami sentada en el suelo junto a dos siluetas masculinas. Felix reía ante un comentario que la chica había hecho, mostrando su radiante sonrisa, pero el otro chico hacía círculos en el suelo, inquieto.
- Hyunjin, ¿qué haces tú aquí?
- Me llamó anoche, también le apetecía venir - Intervino Nami. Se levantó de golpe, sacando su teléfono para preparar la música-. Quién sabe, quizá pasemos de ser dos quienes bailan a ser cuatro.
Los dos jóvenes se sentaron frente al gran espejo, apoyando sus espaldas en él. Con música de fondo, las chicas se tomaron el tiempo necesario para calentar y estirar. No eran profesionales, pero no hacía falta serlo para querer evitar una desgracia. El nerviosismo de Haru aumentó, y su mejor amiga se percató de ello.
