Durante la tarde del día siguiente me la pasaba más del lado de Yungay, si, estaba evitando o más bien ignorando la existencia y miradas nada disimuladas de Soobin hacía mí. A pesar de que me hacía sentir incómoda, cohibida e intimidada ante su mirada, yo fingía poco interés hacia él (evitaba su presencia fingiendo que su mirada no tenía efecto alguno en mí).
Era una total mentira pero es que no entendía nada de lo que intentaba hacer.
Después de la comida, Chungmin y yo habíamos decidido ir un rato a la orilla de la playa a caminar y hablar de cosas triviales: como por ejemplo, nuestras relaciones sociales (ocultas de nuestra familia). Porque si, nosotros llevábamos una doble vida.
—Entonces.. ¿Al fin me dirás quien es él?—Pregunta mi primo mirándome con una sonrisa. Él caminaba a mi lado con sus manos dentro de los bolsillos de su short acuático que llevaba puesto.
Lo miré mostrando un semblante confundido, me volteo hacia él y sonrio con recelo. ¿Quería sacarme información o algo? Di un leve trago de saliva y sonrio de una manera amarga, ahora en un tono burlesco, miro hacía todos lados y pierdo mi mirada en la infinita orilla del mar azul.
—¿A qué te refieres?
Él me lanzó una mirada de obviedad como si quisiera decirme que soy estúpida. Cosa que me hizo reír por dentro, mi vista se fue por detrás de nosotros y a lo lejos miro como las palmeras lejanas bailan entre sí debido a la corriente de aire, muerdo secretamente mi labio inferior en un gesto nervioso. Miro a Chungmin sonriente y me encojo de hombros.
—Vamos, no me creas estúpido Boyoung. No lo hagas.—apunta con una ligera sonrisa mientras niega con su cabeza repetidas veces.— ¿Por qué no confías en mí? ¿Acaso crees que en cuanto tú me digas todo iré allá y lo contaré todo?
Me quedo callada.
—No lo haría, Boyoung. Nunca, seré un cabronazo pero hay algo que si se respetar, y eso es la lealtad.—afirma con seguridad.— O al menos contigo sé hacerlo.
Sonrio y suelto una pequeña risita proporcionándole un golpe en el brazo. Mi primo en ese sentido tenía razón, él era un cabronazo enserio. Al parecer yo era la única que sabía, pero de lo poco que sabía era que él andaba de novio con cuatro chicas a la vez, si, era un maldito desgraciado. Pero yo no podía hacer nada y aunque en repetidas ocasiones intenté entender sus razones del por qué hacía eso, jamás logré entenderlo. Pero eso no significaba que podía andar con las chicas que quisiese, nunca me hacía caso.
—Bah, Chung..—murmuro con una sonrisa plasmada en mi rostro.—¿qué quieres que te diga? No hay nadie que me interese, punto final.—sonrio parándome frente a él mientras dibujaba un punto invisible en el aire con mi dedo índice.
—A mi no me haces imbécil.—se cruza de brazos mirándome con recelo.—No te creo.
—¿Por qué no?—rechisto con una sonrisa.
—No te creo.
—¡¿Por qué?!— grito con una sonrisa.
Un carraspeo se escucha. Desvío la mirada de mi primo hacía el presente y mi sonrisa se desvanece. Di un evidente trago de saliva y evito mirarlo, sin en cambio, él me miraba fijamente con una sonrisa (importándole muy poco que mi primo estuviera ahí presente).
—Chungmin, uhm.. te llaman.—informa Soobin sin dejar de mirarme.
Mi primo asiente y me mira entrecerrando sus ojos, me señala con su dedo índice y articuló silenciosamente un: Luego hablamos del tema y se va de ahí, dejándome a solas con Soobin.
Joder.
Jodete, por dejarme a solas con él, Chungmin.
Por un momento mi cabeza da miles de señales de alerta y quise correr lo más rápido hasta llegar a mi primo y evitar quedarme solas con el chico que llevaba robándome suspiros hace más de dos años (aproximadamente). Mi lado nervioso y el estúpido por supuesto que no cooperaron porque sólo me quedé ahí de pie sin poder lograr que algún músculo de mi cuerpo pudiese moverse y apenas podía respirar tranquilamente sin evitar sofocarme.
Mis manos sudaban, la sensación de algo punzante y ardiente en mi garganta comenzó a punzarme con mayor rapidez al igual que la temperatura de mi rostro comenzaba a subir más en cuanto sentía como él comenzaba a acercarse más a mí. Sensaciones que yo no quería se arremolinaban en mi sistema cada vez más fuerte, mi cabeza quería negar las extrañas sensaciones que se despertaban en mi estómago, me negaba mentalmente a tener (otra vez) fuertes sensaciones hacía él, pero claramente eso era de lo más imposible.
Extrañamente me sentía frustrada y confundida, ya no quería nada, no quería más sensaciones, mi desgracia había sido quererlo tanto. Que me gustase mucho. Había estado enamorada de él hace mucho tiempo atrás, tanto, que había perdido la cuenta de todas las veces que lloré por él. Era algo ridículo, lo sabía, porque jamás hubo algo con él.
En movimientos llenos de duda e inseguros completamente, termino caminando unos cuantos metros lejos de él. Minutos atrás él había aprovechado que estaba distraída (o mejor dicho), que estaba más ocupada preocupándome por mi misma (porque mi cuerpo no reaccionaba), para acercarse a mi, lo sé, lo sabía, lo había notado.
—¿Piensas seguir ignorandome?
Irracionalmente lo miro, estaba más entrada en mis propios pensamientos que en la pronta realidad que justamente en ese momento me golpeaba fuertemente. Él me miraba quieto desde su lugar esperando mi respuesta, pero al parecer, pasados los cinco minutos logra descifrar mi respuesta.
—Bien.—vuelve a hablar, lame rápidamente sus labios y desliza una de sus manos por su cabello de manera que tomará un estilo rebelde y desacomodado, haciendo que su largo fleco destacara más. —Ya que piensas seguir ignorandome, quería preguntarte algo. Como una duda que quisiera aclarar antes para ya no seguir molestándote.
En silencio lo miro, analizando sus ojos, sus labios, su expresión neutra que permanece ahí en su rostro. Pero yo nunca le respondo algo, ni siquiera una débil respuesta, sólo espero en silencio atenta por lo que pueda salir de sus labios.
—¿Qué es lo que sientes por mí?
Esa repentina pregunta me toma por sorpresa, di un difícil trago de saliva, sentía el ardor adormecedor en mi pecho en señal de que mi corazón se había disparado el doble. ¿Qué podía responder exactamente en ese momento? Me estaba muriendo de los nervios, tenía un nudo en mi garganta que no me dejaba articular ni una sola palabra y ni siquiera sabía que responder. Me gustas, ¿eso podía decir?, te quiero ¿estaba bien? Todo me pasaba a mí, ¿Por qué a mí?, estando a una semana de mi regreso a clases, mi corazón ya no podía seguir así y mi mente no dejaba de gritarme internamente que me confesará, que le dijera lo que realmente sentía por él, pero... ¿sería correcto?
—¿No vas a hablar? Bien, entonces yo hablaré.—habla con seguridad, se cruza de brazos y miro hacía la orilla del mar dando un leve trago de saliva, de manera que su manzana de Adán se mueve lentamente.
Puedo notar que baja sus brazos, miro hacía abajo suspirando audiblemente y comienza a acercarse a mi hasta quedar a unos cuantos centímetros cerca de mi cuerpo.
—¿Qué h-haces?—cuestiono en un débil murmuro.
—Cállate y escucha.—demanda en un tono de voz bajo pero bastante frustrado.
¿Por qué estaba tan frustrado?
Se mantuvo en silencio. Segundos antes se le notaba decidido pero ahora ya no sabía que decir respecto a él. Se queda en silencio suspirando, baja la cabeza y lleva ambas de sus manos a los costados de la cintura, parecía como si estuviese dándose valor a sí mismo. Pero, ¿para qué? No había nada importante para decirme, o al menos eso quiero creer, ¿pero para qué me ilusionaba? porque de sobra sabía que yo no podía gustarle, que yo no podía interesarle y todo lo que había hecho hasta ahora era tan solo un juego para él. Lo sabía, él podía ser así.
Los chicos como él solían ser así, ¿no?
Alza su cabeza mirándome directamente a mis ojos y suelta sus manos de su cadera dejándolas sueltas, pegadas a sus costados.
—Boyoung, me gustas.
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You | Choi Soobin (1) EN EDICIÓN.
Fanfic𝗬𝗼𝘂 | primera parte. No ser correspondida por el chico que te gusta debía ser terrible, pero cuando estabas más que segura que era así sólo te quedaba aceptarlo. Boyoung, asegura que no es correspondida por el chico que le gusta y qué mejor que...