Un día de invierno, mientras los padres de la pequeña salieron en busca de alimento para ella y sus hermanos la pequeña sufrió un lamentable accidente en el que desafortunadamente perdió la vida. La familia de Alondra era tan humilde que no podían dar sepultura a su pequeña hija, su padres lloraban su miseria cuando de la nada, ocurrió algo inesperado, arribó a la humilde vivienda el más majestuoso cortejo fúnebre que nunca se había visto en aquel lugar u otra parte del mundo, rosas, coronas, una carroza elegante jalada por 6 de los mejores caballos negros y al frente del cortejo se encontraba un apuesto joven de piel blanca como la nieve, cabello oscuro y sedoso, portaba un fino traje de gran gala color negro, tanta belleza cautivaba pero lo que más impactaba eran sus ojos, rojos como la sangre, como carbón encendido pero hermosos quien lloraba la perdida de la niña.
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La niña que rezaba por Lucifer
De Todo... y bendice a Lucifer porque nadie pide por él, así es que yo pido por todos".