Prólogo

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Me encendí un cigarrillo en la terraza mientras checaba el estado de mi nuevo cáctus, ese que me había regalado mi hermana el pasado mes. Le di una profunda calada al cigarro y aspiré el humo como si aspirara todos mis problemas en una bocanada.

Sentí el teléfono vibrar desde la cocina: otra vez yo y mi estúpida manía de escuchar a Arjona mientras friego la losa. Aceleré el paso rezando mentalmente porque no fuera otra llamada de mi proveedora para cuestionarme sobre la nueva línea de labial. Me incliné un poco y alcancé el móvil sobre la alacena. Tenía dos llamadas perdidas de mi madre. Había quedado para pasarme por casa esta noche, hacía mucho no visitaba a mis padres.

Tal parece que tengo todo bajo control. Vivo en el centro de Boston, en una casa que compré hace más de un año con mis propios ahorros. Soy empresaria y dueña de una firma de cosméticos que formulé tras graduarme de la universidad, y que no vi en vida hasta conocer a Paul, quien llegó en mis primeros años de trabajo como diseñadora.

Actualmente uno de mis mejores amigos, aunque desde que contrajo matrimonio se fue a vivir fuera de la ciudad y hemos dejado de vernos por un buen tiempo.

Salgo a la sala de estar, donde recupero el paquete de cigarrillos sobre el mueble de la tv y el encendedor en la terraza. ¡Madre mía, estoy hecha un caos!

Llevo una vida cómoda, se pudiera decir, y estoy orgullosa de sentirme una mujer libre e independiente, aunque a veces, sí, lo admito, no me vendría nada mal una pareja estable, un compañero para formar una familia, para llevar juntos un hogar. Vivo sola, aunque a menudo comparto piso con mi hermana de 18 años que tiene fascinación por desordenarlo todo y estar al pendiente hasta del más mínimo de mis movimientos para luego ganarse puntos con mamá.

Mi casa es grande, y no es que me guste presumir de ella, (aunque a ratos lo haga), pero es sumamente bonita y está ubicada en un espacio bastante céntrico, tanto que basta con asomarse a la ventana para escuchar el bullicio de los autos y observarlos de un lado a otro.

Permanezco usualmente hermética, como un ave que no puede escapar de su jaula; y es que me gusta disfrutar mi paz, que ya bastante se veía afectada cada que mi hermana decidía pasarse los fines de semana en casa, aunque en el fondo adorara que me hiciese compañía.

Cerré las cortinas de mi habitación, con ese color coral tan en tendencia este año. Apenas las compré la semana pasada y ya estaba pensando en reemplazarlas por unas rosa pastel que había visto en una vidriera del Centro Comercial. Era una obsesa de la decoración y los cambios. ¡No pude escoger mejor mi profesión!

Me desnudé frente al espejo. Me quedé en bragas y sujetador. Llevaba un conjunto normalito de PINK, y no pude evitar pensar en la última vez que alguien quitó mi ropa interior, hacía poco más de un año. No por falta de candidatos, cabe decir.

Dejando a un lado la modestia soy una chica atractiva, o al menos eso me han hecho creer durante toda mi vida. Soy delgada pero con curvas. Mis pechos son de tamaño medio aunque me encanta la firmeza y estabilidad que poseen. De chica me preocupaba mucho mi talla, no tenía casi busto; pero con los años y los cambios hormonales fueron aumentando hasta adoptar la forma que tienen actualmente. No son demasiado voluptuosos pero lucen bien bajo mi escote, al igual que mi trasero bien perfilado que decido resaltar con esos jeans de talle alto que compré el mes pasado en GAP.

Ojos verde aceituna, gatunos, que combinan casi a la perfección con mi tono castaño de cabello. Lo llevo casi por la cintura, normalmente liso.

No soy Marilyn Monroe, ni menos me le parezco, pero me considero una mujer con una buena imagen. Visto bien y tengo gustos muy refinados.

El problema es mi personalidad: soy tremendamente quisquillosa y, a pesar de ser una mujer del mundo de la moda y todo ese entorno de banalidades, conservo un pensamiento arraigado a la idea de compartir cama solo con la pareja, no con ligues de una noche ni esos términos modernos de los "amigos con derecho".

No soy de esas, no lo soy.

No soy de esasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora