Capítulo 4

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Recién se había publicado un importante artículo sobre el desfile en una columna del diario. Aparecía el nombre de nuestra empresa presidiendo la lista de organizadores del evento.

En ese instante Olivia, mi asistente, se posicionó en la hendija de la puerta entreabierta de mi oficina, golpeándola sútilmente.

—Adelante—le espeto

—Tiff, aquí está la lista con el control de los modelos que participarán en el evento y los invitados más relevantes

—Perfecto, déjala sobre mi escritorio— dije sin apenas levantar la vista del ordenador

Olivia y yo nos conocimos por azar hace unos años, en un curso de botánica en el que mi hermana se empeñó que le acompañase, donde coincidimos en el mismo salón. En un principio no hablábamos poco más que lo referido a clases, pero un presunto día terminamos charlando en un café junto a varios compañeros del grupo. La empatía fue inmediata.

Tras concluir el curso aún mantuvimos contacto y, años más tarde, cuando decidimos fundar la empresa, pensé en ella de inmediato dado sus conocimientos en contabilidad y el uso de la computadora.

Por aquellas fechas trabajaba como coordinadora en una pequeña empresa, era arriesgado trasladarse a una con un índice de probabilidades de progreso indescifrables, pero aquel sitio lo máximo que podía ofrecerle era una oficina cómoda y un salario extremadamente bajo, por tanto decidió lanzarse en paracaídas en lo que ella solía llamar una "arriesgada aventura", y razón no le faltaba.

Por un período promedio la puse a prueba cuando apenas mi negocio comenzaba a tomar auge. Olivia se ganó mi cariño y confianza y desde entonces es mi mano derecha en este sitio.

—El Sr. Paul llamó hace un rato. Esta noche, a las 9:00, ha reservado para reunirse con usted y el fotógrafo del evento. Aquí está la dirección— y me entregó un minúsculo papel rosa donde indicaba el sitio propuesto.

Olivia, a sus 32 años, es una mujer bastante guapa. Su cabello naturalmente rubio, siempre bien almodado y con ligeras ondas, toca casi sus hombros. Definitivamente su embarazo no le ha afectado en lo absoluto, solo su vientre que a estos 7 meses de espera parece crecer por día.

—Olivia, ¿cuándo dejarás de venir al trabajo para descansar y cuidar de tu bebé?

—No puedo Tiff, necesito este trabajo y tú me necesitas aquí

—Te necesito, pero también esa pequeña que está por nacer. Necesitas descansar, todo este agetreo no será bueno para ella

—Lo sé pero... estamos a días del evento, no puedo abandonar esto ahora. Soy tu asistente y... no es que sea imprescindible pero...

—Lo eres, eres mis manos y pies aquí dentro, pero puedo encontrar alguien que te reemplace por un tiempo. Esa pequeña te necesita ahora más que yo

—¿Qué hay del dinero Tiff? no puedo marcharme justo ahora. Mi marido no gana lo suficiente como para mantener una casa y sabes que tampoco soporto estar atada a una cama como si estuviera enferma, no lo estoy...

—Escucha Olivia, no seas obstinada. Puedes hacer algunos trabajos para mí desde casa, desde la computadora. El pago podemos acordarlo más adelante y si estás de acuerdo te envío lo necesario por mail ¿te parece?

—No lo sé Tiffany, no va a ser fácil para ninguna de las dos. No quiero que te compadezcas de mí solo por mi embarazo, no estoy incapacitada, puedo hacer esto

—Olivia, piénsalo. Te doy unos días para que me des tu respuesta, ahora vete a casa temprano— y termino de acomodar una gran pila de hojas en blanco dentro de un sobre de papel amarillo— te liberaré solo a ti. Mañana te necesito aquí a primera hora.

No soy de esasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora