Capítulo 1

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Recojo mi cabello en una coleta despreocupada y me miro una última vez al espejo. Me subo en unas sandalias de tacón cuadrado a juego con mi top negro de encaje. Disfrazo mis labios en un tono carmín y me aplico algo de rímel.

Me cuelo en el coche, pero antes de ponerlo en marcha me dispongo a enviarle un mensaje a Olivia, mi asistente, pidiéndole que sacara copia de unos documentos que necesitaba para mañana a primera hora.

Agarré el volante y puse en movimiento el vehículo. Conduje hasta casa de mis padres, no muy lejos de la mía, donde aparqué el coche y enseguida vi a mi hermana desde el jardín delantero aproximarse.

—¿Estás segura que venías para acá o solo te equivocaste de camino?— me dice enarcando una ceja.

—Sí Camila, buenas tardes. Yo también te extrañé mucho— dije yo en tono cansin y sarcástico.

—No sé, es que me parece raro que hayas venido de tanto protocolo.

—Pretendía recogerte e ir juntas a un restaurante que inauguraron en la plaza. Claro, si te apetece— añado en tono fingidamente dudoso.

De sobra sabía que iba a aceptar.

—Por supuesto que quiero— me dice con una sonrisa espléndida como confirmándomelo— pero solo con la condición de que me dejes volver borracha como una uva.

—¡¿No me digas?!—exclamo yo con sorna.

—Mamá no tiene por qué enterarse. Me quedo en tu casa y paso la resaca tumbada en tu cama matrimonial, tomando infusiones y avena, viendo la tele por cable.

Mi hermana es ocurrente, algo despreocupada. Se parece mucho a mí a su edad. Lleva el cabello largo, mucho más oscuro que el mío. Tiene más de papá: sus ojos son café como los de él pero la estatura defitivamente es la de mamá; figura esbelta y delgada.

Somos dos polos totalmente opuestos: yo, soy una obsesa del control, y ella... del descontrol.

—¡¿Ah sí?! Así hasta yo quiero tener resaca

—Pues tenla, quién te lo impide

—Mañana trabajo temprano, sino bien que me daba el gusto. Hay unos cuantos problemas que necesito olvidar aunque sea por una noche

—Pero mujer, si lo que quieres es olvidar los problemas por una noche hay métodos más sanos y placenteros que beber ¿sabes?

Rebufé y le di un golpecito en la frente. Ella fingió dolor y luego comenzó a reír como loca. En ese momento apareció papá en el jardín con un cablerío enorme entre las manos. Corrió a abrazarme dejando la indumentaria a un lado.

—Hace tiempo no te pasabas por casa hija

—Lo sé papá, es que he estado liada con los nuevos proyectos y algún que otro evento que hemos estado organizando. Estas dos últimas semanas han sido una locura— él me sonrió, comprensivo, como de costumbre— ¿y eso?— inquiero refiriéndome a los cables y restos de material gastado que había dejado sobre el césped

—Estoy haciendo algunos cambios en el porche. Quiero cambiar las viejas lamparillas por una nueva instalación de luces más moderna— me explica mientras echa un vistazo al jardín en un afán de analizar detalladamente el terreno— Estoy planeando reformar todo el patio y condicianarlo para hacer reuniones familiares y pequeños eventos. No sería mala idea ¿no?

—No estaría nada mal, sería bueno— añado repasando el área

Papá siempre ha sido un hombre muy familiar. De pequeña recuerdo que a menudo organizábamos reuniones con los amigos más cercanos y parte de la familia. Para aquel entonces tenía una casa en Seattle que había pertenecido a su abuela ya fallecida. Allá celébrabamos hasta las fechas más insignificantes.

Recuerdo una morada enorme, con cientos de artículos antiguos que según mi padre costaban una fortuna. Cuando se me metió en la cabeza la idea de montar mi propio negocio papá sucumbió a mis planes. Fue vendiendo poco a poco cada objeto de valor, solo conservó uno que otro a modo de recuerdo.

Ya no nos pasábamos por la casa como hacía un tiempo atrás: mamá había comenzado a trabajar en un spa donde las citas diarias eran interminables, mi hermana recién había comenzado la secundaria y se la pasaba pegada a la internet, y yo estaba centrada en la universidad, en mis aspiraciones. No supimos nada hasta que, finalmente, logró venderla y ganar una buena suma.

Por esos años aún vivíamos en Seattle, luego nos mudamos a Boston, donde comencé mi trabajo como diseñadora en una pequeña industria. Allí conocí a Paul, quien compartía conmigo el sueño de tener algo propio. Unimos fuerzas y, tras un par de años de puro sacrificio y entera dedicación, logramos darle forma a nuestro proyecto, y convertir mis bocetos primitivos en una gran firma de cosméticos y ropa, femenina principalmente. Tiempo después Paul comenzó a salir con un chico (por si aún quedan dudas, es gay).

Los meses posteriores el proyecto fue creciendo y nosotros con él. Paul y su chico anunciaron su matrimonio, que más tarde llevaron a cabo en Toronto, Canadá, donde comenzaron una nueva vida. Desde allá logró administrar nuestros principales procesos, contactos y eventos. De vez en cuando visitaba la ciudad para gestionar ciertas actividades. Se pasaba un par de semanas acá y compartíamos buenos ratos juntos.

Luego el peso de la casa cayó sobre mí: el spa donde mamá trabajaba cerró, meses después la fábrica de papá quebró y mi hermana era solo una adolescente que apenas comenzaba la preparatoria; mi familia me necesitaba. Para aquel entonces yo era la de mayor estabilidad económicamente hablando. Fue entonces cuando decidí invertir mis ganancias en un negocio familiar. Mi madre llevaba una carrera como fisioterapeuta de años de experiencia; mi padre defendía una licenciatura en economía y finanzas que bien había sustentado toda la vida los gastos de la familia: mi decisión fue la de abrir una clínica que llevara bien en alto nuestro apellido y con un personal calificado para ofrecer servicios de terapia física y mental. Mi padre se encargaría de la administración del negocio y yo, por mi parte, tomaría el cargo de la financiación.

A partir de ese momento nuestra vida dio un giro de 360°. Se sucedieron fechas importantes en mi carrera, en mi negocio, todo iba viento en popa, hasta que algo macabro irrumpió en mis planes.

Es la primera vez que subo un escrito mío, espero les guste y apoyen mi trabajo🤗. Muy pronto les dejaré por acá próximos capítulos. Gracias!!

No soy de esasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora