Nos encontramos con cierto pelinegro siendo abrazado por una despampanante rubia la cual vestía unas vestimentas prehispánicas.
—Master~ —la mujer restregó sus pechos en el rostro del azabache.
—Mmmm... ¿qué estas haciendo? —preguntó el azabache.
—¿Eh?, ¿acaso no te gusta? —preguntó la rubia.
—No dije eso, sólo pregunto el porqué de éste abrazo...
—Mmmmm... no tiene mucho en especial, soló quiero demostrarte mi gratitud con un abrazo —dijo la mujer mientras le sonreía al joven.
—Ok... y ¿por qué esa gratitud? —preguntó el azabache con una ceja arqueada —y además ¿qué es eso de "master"?
—Quítate, esto ya es demasiado contacto. —dijo el chico, separándose mientras se rociaba algo en la mejilla.
—¡¿Eh?!, ¿acaso hice algo malo? —preguntó la mujer.
—Sí, demasiado contacto con la gente —contestó el joven —A todo esto, ¿por qué soy tú maestro?
—Mmmm... déjame recordar... —dijo la mujer poniendo un dedo en u labio mientras hacía una pose pensativa —¡Ah! Ya recordé, hace mucho tiempo...
—Olvídalo, nada de historias, resúmelo. —dijo el chico.
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Podíamos ver a cierta rubia sentada en el suelo mientras hacía círculos y a su lado se encontraba cierto azabache cruzado de brazos.
—¿Y bien? —preguntó el joven.
—¡Ya está! —exclamó la mujer para después pararse —Hace mucho tiempo...
—En una galaxia, muy, muy lejana —completó el joven
—¿Qué?
—Olvídalo, sólo resume la historia lo más que puedas —dijo Issei con los ojos cerrados.
—B-Bueno... —dijo la mujer con una gota —Básicamente tengo una maldición que me hace imposible desobedecer al propietario de la espada, ahora que eres dueño de Clarent también eres mi dueño.
—Entonces esta espada era como una caja de juguetes —dijo el azabache confundiendo a la mujer.
—¿Eh? —dijo la rubia confundida.
—Nada —contestó el castaño para luego caminar siendo seguido por la mujer —Y dime, ¿qué hacías con los que no eran dignos?
—Bueno... me los comía —dijo la rubia sonriendo felizmente para luego su estómago rugiera —Master, tengo hambre, no he comido en años.
—Ok, entonces pasaremos por hamburguesas antes de llegar a casa —el azabache sacó unas llaves con un interruptor para después presionarlo y a lo lejos se escuche "la cucaracha" tocada por un claxon.
(Para el que no conozca el tema de "La cucaracha").
—Esa era... —preguntó Quetzalcóatl con una gota de sudor corriendo por su nuca.
—Ah, conoces la llave —dijo el joven tranquilo —Bueno, vamos por nuestras hamburguesas —dijo el azabache.
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Se podía ver una camioneta avanzando por la carretera, adentro de la camioneta se encontraba cierto azabache cantando mientras conducía a su vez que tenía una hamburguesa en una de sus manos.
Al lado del joven se encontraba cierta mujer rubia sentada en el asiento de copiloto mientras veía su hamburguesa aun en su envoltura.
La mujer no dudó ni un segundo y se comió la hamburguesa con todo y en voltura sólo para que su estomago rugiera haciendo que el joven pusiera una cara de poker.
El azabache le dio una mordida a su hamburguesa para después voltear a ver a la mujer la cual veía su hamburguesa con saliva escurriendo de su boca.
—Ten. —El joven suspiró para luego partir su hamburguesa y para después lanzar una de las partes solo para que la mujer atrapara el pedazo con su boca.
En ese momento al joven se le cruzo una idea por su mente.
—Dame la mano —dijo el azabache acercando su otro pedazo de hamburguesa haciendo que la mujer se acercara para comer la hamburguesa sólo para que el joven alejara el pedazo —Dame la mano.
Tras varios intentos, la mujer no tuvo más remedio que hacer caso a la orden del joven
«¿Esto es enserio?» —se dijo Issei a si mismo solo para luego poner una sonrisa. —Supongo que voy a tomar nota, entrenar a un Quetzalcóatl es lo mimo que entrenar a un perro...
Continuara...
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