Capítulo Veintisiete: Familia Schwarzenberg.

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Capítulo veintisiete: Familia Schwarzenberg.

Edmun.


15 de abril, 2016.

—Iré por un café.

Alzo la vista de mi libro y estiro mi mano, tirando del cuello de su suéter para que vuelva a sentarse. Ha sido este tira y afloja los últimos treinta minutos. Dietmar maldice y suspira de nuevo. Soy consciente de que si lo dejo ir por el supuesto café, podría huir.

Está pálido y no deja de mover su pierna de esa manera fastidiosa y estresante, pero no me quejo sobre ello porque no va de nervios, se trata de miedo, uno muy real y comprensible.

—No quiero ir, de verdad no quiero —murmura viéndome con grandes ojos suplicantes.

Su cabello naturalmente rizado, en este momento es un desastre rubio de tanto que ha tirado de el. Estiro mi mano y despeino dicho cabello.

—Toda acción tiene consecuencia, Dietmar y los Schwarzenberg siempre hemos sabido eso.

—Pero sabes por qué lo hice —Su voz es sombría, demasiado para alguien de dieciocho años.

Pero nunca fuimos niños realmente.

—Lo sé y aunque hubiese deseado que no tuvieras que hacerlo, sucedió. Solo será tu familia, Dietmar, nadie va a lastimarte.

— ¿Por qué creería en tu palabra? Por lo que sé podrías abandonarme a los lobos e irte apenas tengas la oportunidad. Me abandonaste por años, ¿Por qué no hacerlo ahora que he causado tal problema?

No negaré que escuece su duda y más que esta sea válida, me he ordenado desde que Dietmar llegó a casa, no pensar en qué situaciones o bajo qué contextos ha estado creciendo mi pequeño hermano.

—No te abandonaré ahora —Me mira con desconfianza, sonrío a medias—. Valerie me mataría si lo hago.

—Dios bendiga la existencia de Valeria —Toma un par de respiraciones—. No pienses que soy un cobarde, me las he visto en malas situaciones, pero nunca así y no está mal estar asustado, ¿Verdad? Es decir ¿Quién querría morir?

»Realmente tengo miedo. Luhanne no va a entenderlo, él es capaz de simplemente arrojarme a la calle y papá no diría nada.

—No creo que Anton deje que tiren uno de sus hijos a la calle —Lo tranquilizo y él enarca una ceja—. Al menos no uno que le cae bien. Fabienne y tú son sus bebés, va a protegerte.

»Naciste en la familia equivocada, Dietmar, no tendrías que estar viviendo esta mierda a tu edad.

—Lo viviste peor.

—Lo hice, pero ¿Y qué? Supongo que hay desgraciados que lo pasan infinitamente peor.

— ¿Podría ser peor?

—Sí, podría estar muerto.

Permanecemos en silencio, leo otro par de páginas de mi libro, las bestias de mis estudiantes presentarán una prueba la próxima semana y necesito tener todo el conocimiento fresco para cuando comiencen a inventarse teorías absurdas en sus respuestas. No tardan en anunciar que nuestro vuelo será abordado y debido a que me tomé la molestia de pagar primera clase para no tener que compartir de más con personas que no me interesan, somos de los primeros en abordar.

Dietmar se sitúa en el asiento de la ventana y repentinamente se vuelve silencioso, pensativo y analítico. Yo escribo un mensaje a Alex y Matthew informando que estaré afuera por unos días, a Valerie le escribo diciéndole que ya abordé antes de activar el modo avión. Retomo mi lectura, pero me es difícil concentrarme sabiendo que después de tantos años, estoy a tan solo un vuelo de volver a Austria.

El Secreto de su Arte (#3 Saga InfoNews)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora