Había una vez una joven llamada Cenicienta, cantaba con ratones, perdió su zapatilla y se casó con el príncipe, ambos viviendo felices para siempre.
¡¡ALTO!! Esa no es la historia que venía a contarles...
Había una vez un joven llamado Blake. Vivía...
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"The whole club was looking at her, she hit the floor"
¿Sabes qué es lo más divertido de romper las reglas? El castigo.
Al menos lo es el que estoy recibiendo.
Es sexy, candente, y me llena de energía en... bueno, ustedes ya saben. Soy hombre, no necesito palabras para describirlo, así como la chica que tengo entre mis brazos. Aunque estaría mintiendo. Sí dice algo, mi nombre.
—Blake...
Dámelo, bonita. Porque sí, es bonita así como divertida. Pero hasta ahí.
Le dicen Ronnie y es la hija de mi jefa. Y si crees que eso está mal, es porque no conoces lo que diversión es.
—Necesito que estés calladita, ¿Claro?—Digo recibiendo un asentimiento por su parte.
Dejo de besar sus labios y comienzo un camino de besos ágiles sobre su cuello, descendiendo hasta su clavícula y deteniéndome sobre sus senos.
Sé lo que estás pensando, no me voy a acostar con ella. Solo es pasar un rato agradable, además los libros no podrán contener los sonidos que sin duda habría.
Soy decente...algo.
— ¡Verónica! ¿Dónde andas? ¡Sal!
El grito de mi jefa hace a Ronnie dar un salto, sus senos terminan golpeando mi rostro. En otras circunstancias eso habría sido caliente, sin embargo ahora me parece chistoso.
— ¡Ya voy!—Dice Ronnie.
Sé lo que me quiere decir: "¡Haz algo!" Me encojo de hombros. No hay nada que pueda hacer bonita, aún no manejo la gema del tiempo. ¿Me ves cara de Thanos? ¿Tan feo estoy?
Me apoyo en el librero y mis ojos se abren con malicia cuando encuentro la letra "K".
— ¡Aquí te quería encontrar! Al lado de Blake—Escupe mi nombre como si fuera mierda de gato— ¡No lo volverás a ver! ¡Nunca!
— ¡Mamáaa!
— ¿Y tú qué?, ¿No dirás nada para defenderte? Te di trabajo, ¿Y cómo me pagas? ¡Chupándole el ...
— ¡Mamá! Ya basta, ¿No crees que soy lo suficientemente grande? No necesito que me digas que hacer y qué no—Dice Ronnie rodando los ojos.
—Vives bajo mi techo, así que sí, tengo derecho—Los ojos de Beatrice, mi jefa me miran con furia—Y tú, ¡Estás despedido! ¡Fuera! ¡Adiós!
—Betty... no tenemos que ir tan lejos, solo fueron unos cuántos besos, ¿De verdad me dejarás ir?
Si las miradas matasen, ya estaría a diez metros bajo suelo.
—Tienes tres segundos o yo misma te echo a patadas.
Levanto las manos en gesto de rendición, antes de irme tomo el libro de antes y se lo entrego, Betty lo toma con duda.
