Una de esas noches

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Veinte minutos faltaban para que fuera medianoche, y aquella chica -más bien mujer- no dejaba de sonreír a la enorme pantalla que reproducía lo que seguramente era su canción favorita, Mr. Brightside.

─¿A quién miras? ─preguntó Danielle.

─¿Ves a esa mujer de ahí? No ha dejado de mirar la pantalla desde que la vi, y solamente ha sonreido con esta canción.

─Debes estar muy necesitado para haber estado mirándola todo este tiempo.

─No es eso... simplemente me da curiosidad.

─Y te parece linda.

Él mira a Danielle de manera sorpresiva y no puede evitar soltar una sonrisa tímida hacia su amiga. Inmediatamente cambia el ambiente del bar cuando suena de fondo y se muestra en la pantalla We Are Young, la canción perfecta para el momento.

─Sé que no sueles hacer ese tipo de cosas, pero deberías aprovechar para hablarle a ella que tanto te tiene enganchado antes de que te obliguen a hacerlo después. ─dijo Danielle.

─No creo que lleguen tus amigos, hace media hora debieron haber hecho escándalo por esa puerta.

─¡Sólo ve y háblale! Sé que te va a ignorar pero prometo no contarle a nadie.

Él sabía que era imposible sacarle ese tema de la cabeza. Con algo de torpeza se levantó de la silla, acompañado de su bebida, y caminó hasta la barra donde tres banquetas le separaban de aquella mujer. Perdió las ganas de verla por miedo a que ella se enterara y se limitó a ver la esquina del bar donde su amiga, con ojos apagados, movía la cabeza en señal de decepción.

Pasaron dos minutos llenos de ruidos en el aire cuando escuchó unas palabras débiles atrás de él.

─¿Qué haces sólo aquí? Dejaste sola a Danielle por andar detrás de esa chica, ¿cierto? Ya la saludé y me contó que necesitas ayuda para hablarle, es linda.

─Tranquilo Marco, no pienso hablarle. Ya no siento la necesidad.

─¿Tanto le temes a una chica? Já, ellas no muerden, ¿lo sabes? Al menos no las normales.

─Para qué querría conocer otra chica normal. Solo digo. Es decir, en serio, ¿para qué?

─Yo conozco bien tus gustos amigo, y ella tiene pinta de tener fetiches raros que seguro es lo que buscas.

─¿Por qué no vas con Danielle mejor? Puede venir alguien y llevársela mientras andas detrás de lo que hago.

Marco ríe con algo de sarcasmo y señala con la mirada directo a la mesa donde su novia, Danielle, está sentada de brazos cruzados esperándolo.

─Los demás están en la pista, más te vale bailar con ella alguna canción por lo menos. ¿No?

─Eso lo puedo intentar, pero no prometo nada.

Marco le da una palmada en la espalda y se aleja, permitiendo ver con claridad a la mujer misteriosa que, por primera vez, dirigió su mirada a algo diferente, a alguien, quien por casualidad o mala broma de la vida, es él.

¿En serio me está mirando tan fijamente? Sin duda es a mí, o puede que sea ciega. Imposible, estaba mirando cada movimiento de la pantalla con aquella sonrisa tan peculiar...

─Tu amigo habla muy fuerte, mucho gusto. -Exclamó aquella chica con la misma sonrisa de antes.

Le era difícil disimular la sorpresa, él pensaba acercarse en un par de minutos, tal vez, e invitarla a bailar con alguna excusa inventada justo antes de llegar a su lado. Sus ojos desviaron la mirada por un momento.

─Me llamo...

─No me digas tu nombre aún, acércate para no tener que gritar tanto. Y por cierto, no tengo fetiches raros que yo sepa. -Dijo ella con un tono bastante alegre.

Él se levantó con más torpeza que antes y sin quitar la mirada con una sonrisa semi-fingida buscó la banqueta más cercana al lado de aquella mujer.

¿Por qué no quiere saber mi nombre?

─Te invito a algo de tomar, ¿qué te gustaría? -Dijo él

─Dejemos eso para después del baile, ¿te parece? ¿Qué tal si bailamos la próxima canción que suene? No suelo venir a estos lugares y no es mi tipo de música, pero hubo una que me encanta y espero que con la próxima también sea así.

─¿Y si ninguno conoce la canción, qué hacemos?

─Debemos improvisar entonces, no todo en la vida puede ser fácil.

No puede dejar de ver sus enormes ojos que, con la tenue iluminación del lugar y la forma entrelazada de su cabello, hacen que perdure la sensación de misterio y curiosidad que ella le ha provocado desde que la miró por primera vez hace una hora.

─Si hubiéramos hablado unos minutos antes estaríamos bailando esta canción que me encanta.

─Yo llevo bastante tiempo mirando y escuchando las canciones que aquí colocan y solo he reconocido una.

─Suele pasar, algunas de las canciones que han sonado...

Ambos se quedan en silencio al ver que la canción había terminado. Sin duda ansiosos, más él que ella. Miran a la pantalla y ven el título Devuélveme a mi chica. Ella lanza una carcajada y sus ojos se abren más de lo que lo hacían antes, su alegría repentina se hizo notar fácilmente en el ambiente.

─¡Es perfecto! Siempre he querido bailar esta canción, ¡no pudo haber sido mejor! ─Exclamó ella

─Pienso lo mismo, es un alivio saber que la conozco y me gusta.

Ella se levanta rápidamente y lo toma de la mano, con una gran emoción lo lleva caminando de espaldas a la pista de baile.

─¿Sabes bailar?

─No prometo nada.








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