Ella

¿Cuál es tu nombre?

Es una de esas situaciones que él siempre imaginaba con incredulidad; una chica fuera de su alcance y aquella misteriosa personalidad dejándole la mente en blanco. ¿Qué se supone que debe hacer ahora?

Su manera descontrolada de caminar mientras ella le arrastraba de la mano se hacía notar, y bastante. Hace tiempo no se sentía tan inseguro de lo que hacía y decía, perdió la batalla desde el momento en que el silencio delató su falta de experiencia para "conquistar".

─¡No no te alejes de mí! -Exclamó ella con mucha confianza en su mirada.

─No lo haré... tranquila. ¿Bailamos aquí? ¿O dónde prefieres?

─ ¡Eso no importa! Sólo bailemos. ─Exclamó ella con una carcajada espontánea.

Su exceso de felicidad le intimida, no porque sea malo, sino porque jamás sería capaz de expresar esas cantidades. Con tal rapidez logra tomar su mano nuevamente con la rebuscada excusa de alejarla del centro de la pista. Concurre a sus instintos y comienza a moverse rítmicamente, como si demostrara confianza en sí mismo.

Ella le sigue los pasos con tal agilidad, como si bailar esa canción se tratara de algo común entre los dos. Las luces parpadeantes reflejan el rostro de su pareja de baile quien, sin duda, está disfrutando de su compañía por más que el sudor y la expresión de su cara sugieran lo contrario.

─Te he visto entrar y te me hiciste conocido. ─Afirmó ella con palabras agitadas.

─¿Me has visto antes? Tú me causaste curiosidad cuando te vi y aún no entiendo por qué.

─Me temo que sí. Por eso no quiero saber tu nombre aún.

Su tono de voz se apagó drásticamente, sugerencia evidente de que dijo en serio aquella frase. Parecía que la atención de todo el lugar perpetuara en ella justo al acabarse la canción, dando paso a un silencio cortado por otra la cual él no reconoce.

Entre miradas fijas y personas bailando, decidieron sentarse en la mesa más alejada del ruido para dar paso a una explicación que él deseaba desde que la conoció.

─Te he visto antes y me sorprende que no me hayas reconocido en todo este tiempo. -Dijo ella mirando al suelo.

─No entiendo qué tiene que ver mi nombre con todo esto, o el tuyo, quisiera saberlo.

─Deja de actuar así, deja de jugar con la situación, sé que recuerdas todo, cada momento.

La densidad de sus palabras sugieren algo más allá que un simple reencuentro.

─Solo quiero estar seguro de que seas tú.

─Yo no quiero recordar todo otra vez.

─¿Cómo te llamas ahora?

Ella mira al reloj antiguo situado en la pared izquierda del bar, toma de la mano a aquel desconocido con delicadeza y no puede evitar dejar caer una lágrima ante una mirada llena de incertidumbre.

─Este lugar no ha cambiado, ¿verdad? Este era nuestra mesa favorita, lejos de todo.

─No responderé hasta que me respondas. -Dice él con voz débil.

¿En qué momento la situación se volvió tan profunda?

─Aura. Me llamo Aura.

Ni siquiera ellos son capaces de entender qué sucede o por qué. La vida juega con sus destinos como aquel niño que deja volar su imaginación por primera vez.

─Aura, Elizabeth, Diana, Eva. Siempre has sido tú. Y te juro por todas mis vidas que siempre acabo buscándote como loco con los pocos recuerdos que tengo de nuestro tiempo pasado.

─Mantén tu promesa de no decirme tu nombre.

─Costará mucho vivir otra vida contigo y jamás pronunciar mi nombre, lo sabes.

─¿Cómo sabes si aún te buscaba? ¿Y si fue pura casualidad verte hoy aquí?

─Te conozco mejor que a nadie y eso lo sabes. Y recuerdo muy bien que antes de morir decidimos con mucha seguridad buscarnos una vez más.

Aura sonríe con ternura y sus brillantes ojos le dan a él aquella sensación de saber quién es; la misma que ha sido siempre y será en los próximos reencuentros.

─Siempre terminas rompiendo esa promesa amor, siempre me dices tu nombre.

Ambos se levantan al unísono e interfieren con la escandalosa monotonía del bar al correr hacia la salida sin preguntar, sin avisar, siempre manteniendo aquella sonrisa que ha perdurado desde la primera vez que se vieron; cuatro vidas atrás.