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El ruso estaba tirado en el suelo del salón dibujando con sus ceras de colores malgastadas.

De repente oyó la puerta abrirse. Era su padre y Estados Unidos.

¡Papá! ¡Señor América! —Dijo mientras corría emocionado hacia ellos abrazando al primer nombrado.

El soviético correspondió, pero no dijo nada.
Después de que el Third Reich le traicionara se sintió profundamente dolido.

Por suerte empezó a salir con alguien, no sabía su identidad pero parecía menos estresado.

Vamos a trabajar, no molestes Rusia y recuerda darle el biberón a Bielorrusia. —Dijo mientras guiaba firme al americano hacia la oficina.

¡Hey Sóviet! Espera un momento. —Dijo parándose cerca del pequeño ruso. —Tú ve yendo. — Dijo con una sonrisa nerviosa.

La Unión Soviética frunció el ceño , con un aire de desconfianza. Unos segundos después asintió , se dirigió hacia la oficina.

El ruso se quedó sorprendido y emocionado, muchas veces el mayor le traía chicles, gominolas , etc.

Elige, derecha o izquierda. —Dijo poniéndose de rodillas , casi a su altura. 

Ehm... Derecha. —

El americano sacó de su bolsillo una pequeña rosa de chuche.

El menor la agarró emocionado. —¡Muchas gracias señor América!

El mayor soltó una risa para despedirse con la mano y guiñandole un ojo.
Dejó al ruso solo con aquella flor y con extraña sensación en su corazón.

Cada cosa que haces me envía
Más alto que a la Luna , con cada guiño de tu ojo.

Enciendes un fósforo que enciende mi corazón.





𝓘 𝓭𝓸 𝓪𝓭𝓸𝓻𝓮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora