Relato de los días de invierno

Ella.

Ella.

Ella sabe decir no.
Sabe mucho más que yo.
Sabe los porqués que yo no entiendo.
Sabe lo que yo no sé.

Ella piensa diferente a mí.
Piensa en ambos.
Piensa primero en mí.
Piensa en sí misma.
Piensa en nosotros.

Ella es amable.
Es extremadamente amable.
Es obediente.
Es humilde.
Es esforzada y diligente.
Es muy inteligente (pero siempre dice que yo soy más inteligente).
Es sincera y honesta.
Es leal.
Es sencilla y natural.

Ella es una mujer como ninguna.
Ella es una mujer virtuosa.
Ella es, sin temor a equivocarme, la mejor compañera.

Ella reluce a dondequiera que va.
Ella camina con propiedad.
Ella sueña.
Ella me sueña.
Ella nos sueña.

Es alta. Sus piernas son largas. Su cabello es ligeramente rizado. Castaño. Sus ojos cafés. Ligeramente razgados cuando ríe. Sus cuello es largo. Elegante. Tiene un lunar en su cara que me fascina. Una pequeña sonrisa encantadora. Sus brazos largos. Su piel de vainilla. No usa maquillaje (no lo necesita). Huele delicioso. Su cabello siempre huele delicioso. Su nariz es pequeña. Sus pestañas largas y quebradas. Sus cejas no muy pobladas. Su espalda infinita. Su nombre tiene siete letras. Tiene una hermosa ye.

Ella.
De cualquier forma es hermosa.
Usa pantalones y blusas, faldas y vestidos. Sandalias y tacones. Descalza. De cualquier modo luce entre todas.

Ella es una princesa.
La mejor chef. La mejor maestra. La mejor estudiante. Una excelente madre. Una excelente esposa. Una excelente empresaria. Una mujer extraordinaria.

Mi ayuda idónea.
Mi complemento.
Una mujer conforme al corazón de Dios.
Mi yugo igual.

Ella es una promesa.
Ella es a quien espero con paciencia.
Ella es real.
Al no verla es aún más real.
Ella me ama y yo la amo.

Ella.

Por Daniell Drake.