Vienes a mí.
Vienes a mí en silencio.
En silencio tomas mi mano, me dices:
–Ya llegué. –Con esa sonrisa tan encantadora que me enloquece y desata el fuego de mi alma.Una mirada tuya rompe toda calma.
Todo esto se vuelve una danza de colores e infinitas formas que giran y giran. Se estiran y se contraen creando nuevas galaxias. Creando vida en universos alternos. Reviviendo estrellas. Transformando la luz. Creando materia y energía. Desatando cadenas de explosiones que se propagan por el vacío que se encuentra entre tu mirada y la mía.
La maravilla de tus ojos.
Tu infinita espalda.
La blanca torre que es tu cuello.–A tu lado todo es bello. –
Tus brazos rodean mi espalda y me derrito, me fundo, en la profundidad de tu abrazo. El olor de tu cabello. Lo reconfortante que es beber agua después de pasar por el desierto. La maravilla de tu espalda. Infinita y fugaz. Tan suave como las nubes. Como el viento mismo. Como el deseo.
Un segundo o una eternidad. ¿Qué más da? No puedo resistir un momento más esta gravedad.Sin temor de más...
Cierro los ojos. Me pierdo un segundo en los aromas que se mueven por el ambiente.
–Este momento lo había vivido tantas veces en mi mente. –
Tus brazos huelen a vainilla, a café, a miel, a frutas. Huelen a chocolate con leche en una tarde lluviosa de agosto. Los delicados vellos que los cubren, esa sensación eléctrica al acercar mi nariz y recorrer tus brazos absorbiendo todos tus aromas. Tu piel erizada por mi aliento.
–Espera, aún no acaba nuestro tiempo.–Con la punta de mis dedos recorro levemente tus cejas. Tus pestañas. Tus párpados. Tu nariz. El borde de tus labios. Tus labios que huelen a manzana y canela. Con mi dedo índice hago círculos al rededor de tus lunares. Los beso. Descubro nuevas constelaciones. Me detengo un momento. Por último, toco tu barbilla. Me alejo. Te observo detenidamente. Tus ojos de avellana brillan de todos colores.
–Qué maravilloso es amanecer en este campo rodeados de flores. –Tomo entre mis manos tus manos. Las acaricio delicadamente. Observo, de manera minuciosa, uno por uno tus dedos. Tus uñas. Las líneas de tus palmas. El dorso de tus manos. Mirando fíjamente a tus ojos, las beso.
Me alejo nuevamente.
Qué hermoso es observarte.
«Toda tú eres hermosa.»Tu piel es de vainilla. Tus dientes perfectos como una muralla de blancos ladrillos. Tus labios son los pétalos de una rosa. No te hace falta maquillaje. Toda tú eres hermosa, desde la punta de tu pie hasta el último de tus hermosos cabellos de almendra.
Tu cuello de cisne. Elegante.
El aroma de tu cuello.
Ah... «La vida es bella.»
Cuan bella eres, vida.La luz del amanecer que te ilumina. Tus ojos y los distintos tonos color miel. Enfocar la luz en los diminutos vellos de tu rostro.
–No te dejaré ir hasta que me digas cuánto te gusto. –Estando frente a frente, acaricio levemente tu rostro. Acomodo tu cabello detrás de tu oreja. Me acerco lentamente. Las puntas de nuestras narices, rozan, a penas. Puedo sentir tu aliento deslizándose sobre mis labios.
–No te imaginas cuánto tiempo estuve esperando por ti.–
...
Todo pasa como un destello.
Tu vida se me escapa de las manos.
Las miradas se extinguen.
La memoria se acaba.Recobro el aliento y desapareces.
Todo esto solamente fue una ilusión mas de mi mente que aún te recuerda y mi alma que aún te siente.Por Daniell Drake.
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Relato de los días de invierno
PuisiCompendio de poemas de autoría propia. De 2016 a 2019. Daniell Drake.