Un día sin calamidad... ¿O quizá no?

10 0 0
                                    

–Mira, Ryan, podemos ir ahí primero, claro si no eres gallina.– Adrien señaló la atracción con la que soy capaz de acojonarme todo, si, exacto, la casa de los espantos, obviamente no iba a acobardarme ahí, debo entrar.

–¡P-por supuesto que no tengo miedo, Adrien!–

Apenas pude controlar mi voz temblorosa, espero que no lo note.

–¿Irán ahí, chicos?–

–¿Cómo que “irán”, mamá?–

–Lamento decírselos pero acabo de ver un puesto con gaseosas y frituras.–

–¿Segura que no quieres venir, mamá?–

–Llámenme cuando salgan y ahí nos vemos, debo ir por esa gaseosa, adiós chicos.–

Creo que pude ver como mi mamá le guiñaba el ojo a Adrien, ¿Que se traen esos dos?

Hicimos fila para entrar a la casa del horror, no tardamos mucho, no había mucha gente.

(Encargado)
–Bienvenidos a la casa de los espantos, espero que su camino sea el correcto.–

–Gracias, señor.– Dijo Adrien.

Rápidamente entramos a la atracción, seguido de esto las puertas se cerraron de golpe, creo que empezamos con el pie izquierdo.

Adrien y yo caminamos hasta que vimos unos agujeros en la pared que parecían ser una especie de túneles, debíamos elegir, ni loco iría solo a encararme con quién sabe qué.
Maldito Adrien, si salgo vivo de esto tu no vivirás por mucho.

–Vayamos por aquí, Ryan.–

Nos agachamos un poco para poder caber dentro del pequeño espacio, una vez salimos nos encontramos en una especie de laboratorio donde había tres camillas de hospital con una sábana encima de ellas cubriendo algo, no se veía nadie en ellas, frente a las camillas había un pizarrón iluminado con un proyector de diapositivas, estuvimos observando fijamente el pizarrón por si aparecía algo, de pronto se escuchó una puerta, Adrien y yo nos sobresaltamos y volteando a ver en esa dirección.
Se trataba de un hombre adulto con una bata blanca que caminó hacia las camillas y les quitó la sábana que había encima de ellas, al voltear a ver me asusté porque eran dos chicas y un chico atados con sogas y amordazados para que no pudieran gritar, luego de unos segundos los tres chicos despertaron y empezaron a angustiarse y gemir al no poder gritar, yo estaba sudando por el momento, Adrien también se veía perturbado, el hombre se paró frente al pizarrón dándole la espalda y comenzó a explicarles una especie de experimento que quiere practicar con ellos, lo llamó “el ciempiés humano”, “la boca de elemento “B” será adherida al ano de elemento “A”, la boca de elemento “C” estará adherida al ano de elemento “B”
“Uniré sus aparatos digestivos y así funcionará”:
“la comida la ingiere el elemento “A”, que es nuestra voluntaria Catherine, seguido de esto la comida pasará a la boca de elemento “B” y su aparato digestivo, John, y finalmente será desechada por elemento “C”, Leslie.

Al escuchar esto, ambas chicas comenzaron a asustarse y tratar de gritar y soltarse de las sogas.
El chico comenzó a gritar sin pronunciación, una chica logró soltarse y al lograr esto se cae junto a la camilla, el hombre sacó una jeringa de su bata y se acercó a la chica débil que no podía levantarse de su caída y se la clavó en el cuello.
–“Catherine, no debes tener miedo, tú ibas a ser el elemento “A”, pero ahora por tu rebeldía serás el elemento “B”, ¿Que por qué? Créeme, el elemento “B” es el más doloroso.”–

La chica fué cerrando sus ojos hasta caer rendida por lo que sea que le haya inyectado.

–Adrien, vámonos de aquí.–

–Supongo que es lo mejor, vámonos.–

“¿Se marchan tan pronto? Pero aún falta la mejor parte, aún no han visto mi hermosa creación.”

Seguido de esto las luces comenzaron a parpadear hasta que hubo oscuridad total y se escucharon unos gritos de los chicos, yo me asusté y me quedé al lado de Adrien, tomé su mano, a pesar que era solo una atracción, era demasiado para mi.
Al encenderse de nuevo las luces pudimos ver qué ninguno de los chicos estaba ahí, ni el hombre.

Adrien y yo caminamos y llegamos a una especie de habitación donde solo había una enorme jaula de hierro, dentro estaban los tres chicos, tal y como el hombre había dicho que los convertiría, era una aberración.
Yo al mirar tal escena quise desmayarme, a lo cual Adrien recargó mi brazo por sus hombros para salir de ahí.
Llegando casi a la salida me sentía más débil al caminar y Adrien no dudó en cargarme como si fuera una princesa, creo que jamás me sentí tan avergonzado.

Al salir de la atracción la gente nos miraba algo raro, no pude distinguir si era por mi estado en el que estaba o por qué Adrien me estaba cargando.
Finalmente después de unos minutos cerré mis ojos y dormí.

NARRA ADRIEN

–Joder, esto ha sido mi culpa, no debí llevarte ahí, llamaré a tu madre.–

//¿Hola, Adrien?//

//Señora, su hijo está algo débil, se desmayó dentro de la atracción.//

//¡¿Qué?! Oh no, no mi pequeño Ry-chan, ¿Cómo está? ¿Estás con él? ¿Dónde están?//

//Estamos en el puesto de primeros auxilios, cerca de la montaña rusa.//

//Okey, inmediatamente voy para allá.//

–Rayos, Ryan, que lío.–

Cerca de dos minutos la mamá de Ryan llegó corriendo hacia el lugar indicado.

–He llegado, ahh, para mi mala suerte estaba al otro lado del parque, ahh.–

–No se preocupe señora, y siento haberle causado esto a Ryan.–

–No te preocupes Adrien, al menos ambos están bien, vengan, vayamos a casa.–

Me dispuse a cargar nuevamente a Ryan, que particularmente no pesa casi nada, es ligero.

Al terminar de cruzar el parque y llegar al auto nos subimos y fuimos rumbo a casa de Ryan.

El camino transcurrió sin problemas, al llegar a la casa ayudé a bajar a Ryan del coche y recostarlo en su cama.

–Adrien, ¿Podrías hacerme un favor?–


¡Hola, queridos lectores!
Soy yo de nuevo uwu verán, aproveché en escribirles esta parte de “Entre la espada y la pared”, son las 2:40 A.M aquí, escribí a esta hora porque es cuando mejor funciona mi señal, y pues espero que este capítulo les guste, igual más tarde actualizaré otro más, cuídense, bye bye. ♥

Entre la espada y la paredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora