-Para- le dijo Alba a Erwin deteniendo su azada en el aire- tienes que darle con un poco mas de vidilla. Observa
Erwin le prestó su herramientas y empezó a ver como aquella mujer, que aparentaba menos de los que tenía, golpeaba la tierra con ánimo y fuerza. Erwin no pudo evitar soplar y mirar hacia otro lado, intentando olvidar su cometido en aquel instante.
-Le doy lo mas fuerte que puedo, Alba. Que no te parezca bien no significa que lo est... ¡AU!
Alba le asestó un golpe en la cabeza con su puño y, acto seguido, le extendió la azada con esmero.
-Pero si no te enseño, no podrás hacer tu trabajo como es debido. Así que, venga, a trabajar. Y no te duermas de nuevo o te castigaré sin cena- dijo Alba mientras sonreía, algo que no supo valorar Erwin como broma o advertencia,.
Decidido a no arriesgarse, volvió al trabajo, algo exhausto, como el resto de chicos que había en el campo. Todos pertenecían al Refugio, un lugar donde los niños abandonados iban a parar. Muchos llegaban siendo bebes, abandonados en el portal del recinto. Otros llegaban después de haber sobrevivido días en las afueras de las ciudades (algo que resultaba un milagro) y otros tantos los venían a dejar los mismos padres a dejar al niño. Erwin siempre se preguntaba si sus padres habían tenido siquiera el valor de presentarse y contarle a la señora Alba sus razones que, mas que razones, el las clasificaba como "excusa barata para deshacerse de un peso de encima". Pero eso era algo que había quedado en el pasado.
Todos se dedicaban a alguna tarea, según su destreza: muchos chicos se dedicaban al campo, muchos otros a la orfebrería y algunos otros al arte de la lucha.
-Te ves cansado, gusanillo de campo- dijo una voz femenina tres filas mas a la izquierda.
-Eso es porque he empezado el trabajo antes que tu, Jess. Y estoy con ganas de mas- dijo Erwin recomponiéndose- Así que no me provoques o tendré que darte otra paliza en la arena- dijo Erwin con una sonrisa en los labios
-Te recuerdo que fuiste tu quien mordió el polvo la última vez, inútil
-¿Antes o después de haberte tirado al suelo 50 veces, mocosa?
Ambos estaban a punto de dejar su arado cuando Alba apareció por detrás, mirándolos fijamente
-El próximo que hable se quedará limpiando los platos 3 días seguidos sin opción a la arena
Ambos se miraron, asustados y, como si hubieran visto a un Hefalugh, volvieron a trabajar en completo silencio. Alba sonrió y volteó para ver que no faltase ningún niño en el campo. Cuando se percató de la ausencia de un chico, su rostro se tornó serio y mandó a llamar a un niño que estaba campo arriba.
-¿sabes, por casualidad, donde está Dawen?- dijo con tono amable
El niño sacudió la cabeza. Alba le volvió a mirar con ojos serios y repitió la misma pregunta, a la que recibió la misma respuesta. Tras amenazarlo con el castigo severo, acabo por soltar la ubicación del muchacho en cuestión. Alba se lo agradeció encarecidamente y, con la fusta en la mano, se dirigió al Bosque de Herez, que estaba al lado del campo donde estaban trabajando
-¿otra vez?- dijo una chica al lado del camino de tierra- van a hacer que nos castiguen por su culpa
-Tranquilos- dijo Erwin sosteniéndose en el arado- hace tiempo que Alba no castiga de esa manera, y menos si es por Dawen. Pero me temo que él si que corre verdadero peligro.
-Ey, chicos, tenemos que terminar esto antes de las 9 de la noche si queremos cenar a tiempo- dijo Jess mientras golpeaba la tierra. Tras eso, todo el mundo volvió a trabajar sin reposo, mientras veían la figura de su matriarca adentrarse en el bosque en busca de Dawen.
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Flores Para Ainara
Fantasy"Ya no había marcha atrás. Todo se decidía en aquel momento, en aquel instante, con aquel gesto. Todo lo que conocían cambiaría por completo: la jerarquía que oprimía a los débiles sin remedio. El mundo donde los mas fuertes eran los que lo dominaba...