La arena era uno de los lugares mas visitados por los críos del pueblo. Una fosa redonda, rodeada de gradas y una verja de aluminio como cúpula. Allí, jóvenes y algunos adultos ponían a prueba su capacidad física y su destreza con la espada. Solo se permitía el acceso a mayores de 15 años para adelante, con la advertencia de que podían salir malheridos de la zona de combate. No obstante a Dawen, Erwin y Jess les gustaba luchar entre ellos como con otros rivales que se apareciesen en la arena.
Los tres querían participar en el torneo de la fiesta del pueblo, mas conocido como el Torneo de hierro donde muchos ojeadores de los gremios cercanos iban para fichar a algunos afortunados elegidos. Era la única forma de aspirar a algo mas que ser de la plebe y servir a algunos nobles y, con suerte, a ser guardia del Castillo de Ciudad Capital. Los tres contaban con entusiasmo los días que faltaban para que el torneo comenzase, mientras se picaban los unos a los otros luchando los días que Alba les permitía ir.
Nada mas entrar, Jess pudo escuchar el repiqueteo de las espadas chocando entre si, seguido de algunos silencios algo tensos y gritos de desahogo y furia. Al entrar en las gradas, pudo ver a Erwin luchando contra un muchacho no mas alto que él, pero si mas corpulento. Al parecer, su amigo tenía las de perder, pero en un momento dado, su contrincante se avalanzó sobre él, dejándole un espacio para que pudiese dar una volterenta y rodear su cuello con su espada. Todo acababa cuando uno de los dos se situaba en una posición mortal para su contincante o cuando uno de los dos marca con su espada un punto vital de su contrincante ya sea cuello, corazón o estomago. Todos aplaudieron ante la acrobacia de Erwin.
-Bien jugado- dijo el corpulento, dándole la mano a Erwin
Ambos estrecharon la mano, sonriendo. Después, Erwin se giró y alzó las manos en señal de victoria
-¿quien mas quiere probar?- dijo algo altanero. Entonces, unos pasos se escucharon por el pasillo de entrada. Después de unos segundos de silencio, un chico de pelo corto y rojo con ojos marrones se apareció con una espada de color azul.
-Como le gusta el teatro- Dijo Dawen, poniéndose al lado de Jess, sonriendo
-Demasiado- dijo Jess, contenta de ver a Roxelio en la arena- pero se lo puede permitir.
Erwin se puso en posición mientras veía a su nuevo contrincante, acercarse lentamente.
-Deberías de ponerte en guardia- dijo Erwin sonriendo- no vaya a ser que acabe nada mas empezar
Roxelio empezó a reírse a carcajadas
-Cuando eso ocurra, procuraré besarte los pies después de la batalla
Cuando terminó de decir esto, Erwin desapareció durante un segundo y volvió a aparecer detrás de Roxelio. Iba a asestar el golpe de gracia cuando éste lo paró con su espada.
-¿nunca te han dicho que atacar por la espalda es de cobardes?- dijo Roxelio apartando a Erwin con una sacudida
-A veces los cobardes son los que ganan las guerras, Roxelio. Recuerdalo
Los dos empezaron a dar golpes mientras intentaban dar a su contrincante. Todos podían ver que ambos se igualaban en velodidad y agilidad. Sin embargo Erwin ganaba en fuerza. Roxelio no paraba de retroceder a cada golpe de Erwin hasta que topó con la pared
-Eres mio- gritó Erwin mientras se abalanzaba sobre Roxelio, pero este esquivó el golpe pasando entre las piernas de Erwin y marcando su cuello con un tajo de su espada. Todos se quedaron boquiabiertos ante ese movimiento.
Todas las personas allí reunidas empezaron a aplaudir como locos.
-Es injusto!- gritó Erwin tirándose al suelo- tienes muchas mas horas de practica que yo
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Flores Para Ainara
Fantasy"Ya no había marcha atrás. Todo se decidía en aquel momento, en aquel instante, con aquel gesto. Todo lo que conocían cambiaría por completo: la jerarquía que oprimía a los débiles sin remedio. El mundo donde los mas fuertes eran los que lo dominaba...