Desperté a Justin con un beso y le avisé que estábamos en nuestro destino.
Tal vez solamente relate este capitulo en este corto viaje, que al parecer, fue la más
hermosa.
Bajamos lentamente del avión y nos dirigimos a la estación del aeropuerto para encontrar
un puesto de comidas. Buscamos algo apetitoso y no hallamos…
Algunas cosas estaban escritas en inglés y podíamos comunicarnos con otras personas del
lugar.
Apenas salimos del aeropuerto, Justin se sorprendió al ver la gran torre Eiffel, no contuvo las
lágrimas y las dejó salir lentamente.
Caminamos un poco con los bolsos que llevábamos y quedábamos maravillados de cuanta
hermosura se podía juntar y girar en orbita a los sueños. Un paraíso era.
Miramos un hotel cómodo frente a la torre magnífica de París. Reservamos una habitación
por una semana. Al postrarnos en la cama de la alcoba, nos miramos fijamente :
- ¿Estás cansado? – Pregunté con algo de intriga. Quería salir a pasear por las calles de
París.
-La verdad no, se me quitó todo el cansancio. Lo único que quiero hacer es el amor. –
Expresó Justin mientras me besaba.
Desprendimos cada prenda de nuestro cuerpo y dejamos que el arte contemporánea y la
brisa de la ciudad del amor, nos llevará lejos.
-En cualquier momento podrías gritar de felicidad, estaremos juntos hasta sudar. Una parte
de mi abre paso a cada esplendor contigo. Los miedos se despliegan y se transforman en un
arcoíris – Susurraba a su oído, mientras estaba sobre mi pecho.
-Hemos estado tanto tiempo juntos, que cada día me sorprendes más. El placer que siento al
hacer contacto contigo, se enciende inmediatamente. Tu calentura fluye por todo mi cuerpo.
Unos pocos minutos más y sabrás cuanto te amo. – Me hablaba mientras sus gemidos se
hacían más fuertes.
No puedo comparar una belleza de arte como la que Justin solía tener. Eramos una sola
alma, día a día, llevábamos nuestras aventuras al límite.
Después de haber terminado nuestro acto placentero, entramos a la ducha, nos bañamos y
luego salimos a cambiarnos de ropa.
Al salir del hotel, fuimos a caminar un poco por los lugares más cercanos que hubieron. No
queríamos ir tan lejos, ya que nos dolían las piernas.
En mi maletín, llevaba un poco de dinero para poder comprar unas cosas que me ayudarían
con las sorpresas que tenia para Justin.
Mi querida amiga Anastacia, era una productora de literatura en la ciudad de Londres.
Cuando supe que estaba de paso por París, no dudé en llamarla, ella era la indicada para
poder ejercer el plan que tenía.
Volviendo con Justin, terminamos sentados en unas bancas que habían cerca al monumento
histórico de la capital. Pasaron dos horas y hablábamos poco, las caricias se hicieron
permanentes y descendían con poder.
Las personas eran más decentes y sabían respetar un gusto entre parejas del mismo sexo.
Nunca fuimos discriminados, pero teníamos miedo a serlo.
Al llegar la noche, llamé a Anastacia para poder entregar la primera sorpresa en la terraza
del hotel. El plan que teníamos, fue comprar un poco de luces y pegarlas alrededor de la
mesa, mientras unos cantantes tocaban jazz. Un poco de fuegos pirotécnicos acompañarían
la velada nocturna.
Justin se preparaba para poder ir junto a mi a la cena. Yo lo esperaba en el ascensor. Al
fondo escuché unos pasos, era él, mi precioso amor caminado por el pasillo del hotel.
- Estás igual de hermoso, como la primera vez que te vi. – Le dije con una sonrisa
mientras él se iba acercando.
Su camisa color blanco y su pantalón azul, lucían perfectamente. En sí, todo estaba
preparado para ser ejecutado.
Al llegar a la terraza, se encontró con la gran sorpresa que estábamos solos los dos y había
una mesa iluminada, encima de ella, una carta se postraba :
- En los días oscuros caminaba junto a la playa, solo e impaciente. No hallaba una
solución.
Un brillo celestial descendió y puedo decir que la felicidad se arrodilla en los corazones
puros. Llegaste tu, un ángel caminando junto a mi.
- Patrick.Después de leerla, un poco de música sonó de fondo. Unos coristas cantaban las más
hermosas melodías acústicas.
Cenamos y después me levanté de la mesa:
- Hay demasiadas cosas que quisiera decirte, nunca supe si podía seguir con mi vida
después de tantas luchas mentales. Encontré un poco de armonía en mi ser desde el
día en que llegaste.
Ya son varios años y aún me siento el hombre más afortunado en tenerte. Las luchas
llegaron y supimos vencer cada obstáculo. Dios nos ayudó a tomar la sabiduría exacta para
poder avanzar en este mundo.
No quiero pasar el resto de mi vida con una persona que no seas tu. He pensado esto por
mucho tiempo y no quiero esperar más. – Hablé con un poco de intriga y seguridad en cada
palabra. Justin me miraba con cara de ansiedad por saber a qué iba mi corto discurso. Al
parecer, más o menos sospechaba sobre lo que iba a continuar diciendo. – Toda mi vida
quise un amor permanente, donde conociera cada parte del romance. Sé que estás aún en tu
ciclo universitario y debes terminar, pero quiero hacerte una pregunta. – Continúe
diciéndole. - ¿Tu….. – Enserio me tarareaba la lengua de los nervios. Nuestra primera noche
en París, con la luna mas hermosa, tenía algo de miedo a embarrarla. - ¿Tú, Quieres Casarte
conmigo? – Logré preguntarle, pero aun seguía nervioso por su respuesta… Después de hacer
terminado de decir mis palabras, él me tomó la mano y se puso de pie:
- Nuestras vidas han sido una aventura que hemos convertido, dos cuerpos en uno
solo. Hemos logrado avanzar en un mundo lleno de envidia y puedo decirte que no
me cabe la menor duda de pasar el resto de mi vida junto a ti.
Mientras estábamos de pie, saqué una caja que tenía en mi bolsillo y me arrodillé:
- Quiero que la luna sea testigo de lo que proclamaré. Una vez más te quiero
preguntar, ¿Quieres casarte Conmigo?
-¡Si, si, si me quiero casar contigo! – Cuando Justin exclamó su respuesta, pude ver como un
poco de lágrimas bajaban en su hermoso rostro.
Al levantarme lo besé con todo el sentimiento y emoción que tenía en ese momento.
De repente, tapé sus ojos y conté en cuenta regresiva de diez a uno. Juntos tomamos el
conteo, cuando llegamos al último número retiré mis manos de su rostro y tomé su mano,
fuegos artificiales se veían en el cielo. Un espectáculo de 3 minutos, conmovió nuestras
almas y cantábamos juntos una vieja canción de Elvis.
Anastacia estaba cerca de nosotros después del espectáculo de fuegos pirotécnicos, así que
hizo una toma de fotos para guardarlas como recuerdos.
Música y más música sonaba mientras bailábamos hasta sonar cada timbre del reloj.
Un poco de humor logramos hacer, recordando todo aquello que un día soñamos y esa
noche lo hacíamos realidad.
Cuando llevábamos más de una semana siendo novios, le había propuesto a Justin viajar, tal
vez por un día, pero quería estar cerca él. Sabía que era una idea absurda, pero de todos
modos quería correr el riesgo. Él se negó por el momento, yo entendí la razón justificada,
pero me sentí un poco mal, al menos quería irme un día con él a conocer así fuera un pueblo
cercano. Con el tiempo, adquirimos más fortaleza para armar proyectos juntos, así que todo
poco a poco se nos fue dando.
Al cantar las doce, Justin quería ir a dormir, estaba algo cansado. Bajamos por el ascensor,
llegamos al cuarto y caímos rendidos. Un sueño profundo se hizo algo real en mi mente,
aquella madrugada, soñé con un hombre vestido de rojo, una cara algo joven, al parecer se
estaba introduciendo en nuestra relación. Me levanté algo asustado y me senté en el balcón
de la habitación. Leí un poco de poesía para refrescar mi mente, además solamente era un
sueño, pero mi conciencia, no estaba segura que solo fuera un sueño pasajero. Volví a la
cama después de una hora. Me puse la cobija sobre mi cuerpo y pude consolar mi sueño.
Al despertar, estaba solo en cama, Justin estaba preparando un poco la ducha para irnos a
bañar. Lo saludé con un beso y nos sentamos en la tina.
- Tuve un sueño algo raro, no sé cómo describirlo. Tengo miedo a que se haga
realidad.-Le decía a Justin mientras nos mirábamos fijamente.
- ¿Qué soñaste? ¿Pasó algo malo? – Preguntó instantáneamente.
No quise responder la pregunta de Justin, creo que era algo absurdo y además estábamos
iniciando la mañana, una de las cosas que omitía, era provocar discusiones.
Fuimos por el desayuno y nos sentamos en el balcón de la habitación. No sé, pero he sido
muy sentimental desde muy joven, al verlo, solté la taza de café y lo abracé muy fuerte,
cómo si fuera a ser la última vez que lo vería:
- Te he dicho esto muchas veces, pero tengo miedo a perderte, tengo miedo a que no
pueda decirte todo lo que siento en este momento. – Decía con un voz de angustia.
-¿Amor, estás bien? Deberías relajarte un poco, no te dejaré, tranquilízate . – Respondió Justin con cara de miedo.
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La Última Canción.
RomanceMe vas a recordar como un capitulo más. Al parecer, fue algo pasajero, pero no olvidaré lo mucho que te amaba.