Capítulo 2

22 4 2
                                    


CAPÍTULO II

Esa delgada y fina línea que marcaba la división de sus labios, esas pestañas tan largas y envidiables, sus cejas bien peinadas e igual de rubias que el resto de su pelo.

Franco volteó a mirarla, Guada se fijó de inmediato en la fotocopiadora.

-¿Por qué me miras?- exclamó él con cierta picardía en la voz.

-Qué... ¿Qué decís?- su voz avergonzada se atoró al terminar la frase.

-Guada... pareces un tomate!!-alcanzó a decir su compañero conteniendo la risa, antes de que Emiliano interrumpiera la conversación, dejando a los dos con la palabra en la boca.

-¿Chicos? ¿Qué necesitan?-ambos miraron al quiosquero con una sonrisa y pidieron las fotocopias; cuando Emiliano hubo terminado de sacar las hojas, los chicos se encaminaron a la salida del buffet.

-¿Qué vas a hacer a la tarde?- tiró Franco mientras caminaban una vueltita en el patio de la escuela, ninguno de los dos quería subir.

-Creo que me quedo sola, mi mamita va de visita a lo de mi abu, mi papá trabaja en el centro y mis hermanas en clase- Guada realizó una pequeña pausa pensativa y luego prosiguió- almuerzo sola y después veré una peli...-dejó escapar un pequeño suspiro, el vapor se escabulló desde el fondo de su garganta, recorrió un pequeño caminito y se esfumó en el frío de la mañana; mientras avanzaba observó los pies de su compañero, ¡Qué lindas zapas nuevas!, estaba tan concentrada en los pasos que realizaban y los dibujos que producía con el vapor, que la pregunta la tomó por sorpresa.

-¿Te venís a mi casa y almorzamos juntos?-la cara de Franco estaba completamente roja, aunque no era de extrañarse, todo lo ponía de ese color, los nervios, el enojo, la vergüenza, la risa, completamente todo.

Guadalupe detuvo sus pasos en seco, levantó la vista y observó cómo se alejaba, sus largas zancadas, una de sus manos en el bolsillo de su campera, en la otra sostenía las hojas recién sacadas de la fotocopiadora, la suela de su zapatilla nueva, blanca, sin caminos recorridos, esperando nuevas marcas...

-¿Guada? ¿Me escuchaste?- observó inquieto que ella no estaba a su lado, se giró sobre sí, esperó unos segundos a que ella avanzara; seguía estupefacta, con los ojos como platos y la boca semi-abierta.

-¿Lo decís enserio?-una pequeña sonrisa asomó en el rostro del chico y asintió con un movimiento de cabeza, ella avanzó con unos pequeños saltitos, se paró a su lado y lo observó algo confusa.

-¿Por qué me invitas?,bueno igual no importa, ahora llamo a mi mom y le pido permiso- sonriente Guada tomó su celular y marcó el número de su madre, esperó unos segundos hasta que la pregunta le surgió de la nada, como un pequeño flash, en su mente- ¿Tú mamá sabe?- por el auricular del celular se alcanzó a escuchar un "Hola?, Lupe que pasa?" que interrumpió la respuesta que estaba a punto de salir de los labios de él.

-Ma?-apoyó el aparato en su oído y contestó- ¿Puedo ir a almorzar a la casa de Franco?, si ya sé ma..., no te preocupes te aviso- así siguió un buen rato, contestando un gran cuestionario, hasta que pudo colgar con un "nos vemos ma".

Juntos volvieron al curso, con una enorme sonrisa en el rostro; a las 12:45 un timbre provocó un gran movimiento de alumnos en toda la escuela, las sillas se levantaron al mismo tiempo, se abrieron las puertas de cada curso y una gran marea azul llenó cada rincón de la galería, se pudieron escuchar gritos de festejo, terminaba la semana, todos querían salir rápido, subir a sus autos y regresar a casa.

Franco y Guada bajaron juntos las escaleras, dieron la vuelta a la esquina, la chica se quedó esperando en la entrada del bicicletero hasta que él salió con la bici.

-¿Te llevo en el manubrio vagoneta? ¿O caminas?

EL SABOR DEL CHOCOLATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora