Día 5. Mascotas

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Fue en el verano, mientras el sol relucía por el gran campo, Danny un pequeño ratón color blanco corría entre la yerba, ocultándose a momentos bajo las flores y los rincones oscuros, tras él un pequeño rubio, de grandes ojos azules y un uniforme de marinerito le persiguió, entre risas propias de un infante, corría lejos, siguiendo el camino del pequeño ratón, trataba de atraparlo, aunque cada ocasión en la que conseguía su objetivo solo le acaricia con cariño y le dejaba ir una vez más para repetir esta peculiar y enternecida rutina.

Fueron días donde el viento y las noches estrelladas eran el pan de cada día, Johnny solía huir a su propio mundo junto con Danny, a pesar de las contras y regaños que solía recitarle su padre, aunque la angustia llegaba a él en ocasiones su hermano Nicholas , siempre lograba calmarle y podía encontrar una solución, sin duda Nicholas era la persona más increíble y genial que el pequeño Johnny había podido conocer en su universo, con largas noches y tardes eternas de juego, entre el olor del césped y la maleza, con el constante sonido de los caballos, que recorrían como estrellas fugaces la pista de carreras.

En un reino lejano, más allá del mar del que alguna vez escucho oír el pequeño niño de grandes ojos azules, estaba Gyro en una noche bastante aburrida, suspirando con desgano en un pequeño balcón mientras la habitación sumida en caos por las risas y empujones de niños pequeños resonaba por el lugar. Aunque el ruido era fuerte, no podía callar los pensamientos del mayor, quien se preguntaba qué sucedería más allá de esa brecha azulada que veía, había seriedad en su gesto, bastante consiente de lo que vendría después de este pequeño viaje.

Veía ese viaje como su ultimo día vivo, en una vida donde sus decisiones fueran fruto de sus creencias, donde sus convicciones reinaran sobre el deber, demasiado consiente de la libertad que se le arrebataría, uno de sus hermanos le llamo desde el interior del cuarto, logrando que él chico volteara y sonriera. Regreso por una última ocasión al juego infantil y al charlar un poco con sus hermanos se dio cuenta de lo mucho que extrañaría ese disfrute, sin límites.

Nicholas limpiaba sus botas con cuidado y Johnny que estaba sentado en su cama, le invadió de preguntas inocentes que el mismo se respondía—¿Crees que podrás vencer a Diego?, dios estoy seguro de que sí, eres mucho más rápido que ese egocéntrico —. El adolescente se encontraba divertido por la reacción tan entusiasta de su pequeño hermano, le sonrió con gentileza y revolvió su cabello rubio. —Tranquilo, tranquilo, sabremos lo que pase una vez que estemos allí. No hay enemigo pequeño, recuerda —.

Johnny siempre parecía perplejo de lo maduro que sonaba en ocasiones su hermano, "Más razonable que casi todos los adultos que conozco" pensó casi de inmediato y repitió algo cruel como respuesta al comentario de Nicholas —Pero si raros y molestos —. A decir verdad, Diego no le desgradaba tanto, pero sin duda que sentía había algo muy extraño en él corredor, además que tenía mucha confianza en sí mismo, a veces le envidiaba, pero también solía ser muy molesto y grosero con Nicholas, al menos eso el pequeño Joestar no estaba dispuesto a permitirlo. Como si quisiera compensar todo lo que Nicholas hacía por él.

Pasaron esa mañana así, con total calma y paz, sin saber del pequeño remolino que aparecería en la vida de uno de ellos, en ese día. Gyro aun dormía cuando uno de sus hermanos le lanzo varias prendas de ropa a la cara, lo que logro que este abriera los ojos para encontrarse con la mirada severa de su padre que lo veía en el muelle, pues el mayor de los Zeppeli bajo con prisa, usando buena parte de su pijama aun, con cierto nerviosismo que intento disfrazar con su encanto natural y actitud relajada.

Lo que apenas funciono, la familia de Nápoles, recién llegada al nuevo continente, se encamino al lugar planeado, ya que el padre de Gyro tenía al parecer una importante reunión lejos de la capital del sur, mientras abordaban el tren que les llevaría en definitiva a su destino final, el muchacho se fijó en ciertos carteles que estaban pegados por todo el lugar, amarillentos, con un papel peculiar y que en grandes letras anunciaban una carrera de jockeys que se llevaría a cabo de un sitio bastante cercano al rancho donde su padre tendría la reunión.

Con discreción tomo uno de ellos, lo guardo en su bolsillo y con la indiferencia que le expreso su padre al verle guardar con recelo un pedazo de papel, su rebeldía interior se decidió a ir a la carrera, en ese cruce de miradas hubo una confrontación pesada que solo resultaba más tensa por el silencio. Una pelea sin palabras que duraría el resto del camino.

Mientras tanto, en un pequeño lugar, estaba Nicholas, Johnny y su padre George, su hermano charlaba con el señor Joestar, le daban consejos y era una de las pocas veces en las que el menor de los Joestars, podía ver una sonrisa sincera en el rostro de su padre, Danny que estaba en su bolsillo inició a rascar y revolverse, probablemente tenso al sentir la tristeza de su amo, Johnny intento sujetarlo y acariciarlo con delicadeza para calmarlo pero esto solo empeoro la situación, hasta que finalmente chillo un poco el ratón, un sonido apenas audible pero que no pasa inadvertido para su padre, que una vez más le reprocho y regaño por traer al roedor.

—No es un lugar apropiado para tus tonterías. Deshazte del estúpido ratón de una vez —. Ordeno y el pequeño Johnny, tuvo que salir corriendo del lugar para devolver a su jaula a Danny. O eso hubiera hecho normalmente, en esta ocasión en vez de lágrimas, solo le hizo fastidiar y lejos de las gradas, en un rincón algo oculto, se sentó y jugo con Danny, sin comprender porque alguien tan lindo e inofensivo podría ser una molestia.

GyJo Week 2019Where stories live. Discover now