Día 1. Campamento

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—Tan solo espera un poco. — Fueron las palabras que pronunció Gyro que cubría los ojos de Johnny. Recordó lo que había recorrido para llegar hasta este instante. Entre el aroma de las hojas, adentrándose en el follaje del bosque hace tan solo unas horas, antes de que el sol pereciera, se encontraba las huellas de un solo hombre y las pisadas de un caballo, que caminaban al unisón, lo que resultaba extraño en un lugar como este. Sin saberlo eran dos personas solitarias que habían decido ir a hacer un campamento de una noche.

Johnny sin duda hubiera aceptado sin dudar si tan solo fuera el mismo de hace tantos años y no la sombra reducida, el fragmento roto de una persona triunfante, la naturaleza siempre fue una parte importante en su vida, un refugio, un paraíso que no pertenecía a nadie y solo le mostraba sus mejores secretos a los que eran dignos y durante su juventud, corrió a las altas montañas, a los alejados campos, para poder respirar, en ocasiones para desbordar de felicidad y otras tantas para perder sus lágrimas entre el paisaje.

Así que no resultó extraño que se negara y encima llama estúpido a Gyro por considerar tal posibilidad tan ridícula como era la de ir a acampar. Cómo siempre el hombre más alto, con esa harapienta ropa y sonría de oro, podía ver con gran claridad la luz de Johnny y toda las sombras que le envolvían, así que al leer la negativa en sus labios supo bien que no había un genuino deseo de rechazo, no era un "no quiero" sincero, era un temor y esa deformada visión que tenía el estadunidense sobre sí mismo hablando, tratando de matar la esperanza en el rubio para evitar sentir el dolor del creer en algo. 


Le molesto, sin cesar, sin importar las horas que pasan, ni los insultos y comentarios sarcásticos que su compañero podría decir, hasta que el la frustración de no poder callarle fue mayor que los sueños que se negaba el más joven. Gyro no podía estar más satisfecho consigo mismo entonó una risa tonta pero sincera que no hizo más que rabiar a Johnny, aunque en el fondo la emoción y cierta felicidad le invadieron, los días para el gran viaje pasaron en un cerrar y abrir de ojos, Johnny solo guardo algunas prendas por el posible frío y tal vez llevó en secreto alguna arma austera.

Al verse en el espejo ese constante reproche y negatividad suyo aparecieron una vez más pero Gyro no le dio tiempo suficiente de formular la palabra "huir" en su mente, llevando probablemente algún objeto absurdo e innecesario que provocaría lo suficiente al muchacho para ir a regañarle. Eso fue algo que notó él italiano y es que aunque trataba de apagar ese brillo que se formulaba, el rubio no podía evitar restregarle o en ocasiones dejarse ir sobre su arduo conocimiento y viejas anécdotas de viajes que realizó en su juventud. Gyro sonreía y siempre se veía impresionado por lo maravilloso que el otro podía resultar.

De esta forma ambos llegaron al lugar planeado y entre burlas prendieron una fogata, armaron una pequeña casa de campaña a costas del sufrimiento de Zeppeli (quién tenía problemas para leer el instructivo en inglés). Pasaron entre el leve calor de las brasas, mientras caía el sol entre charlas, profundas e infantiles, en un reconfortante sentimiento de unión, ambos habían estado fuera de lugar por tanto tiempo, en una corriente tan distinta a la que les rodeaban sus seres queridos, ambos siguieron el camino abandonado al que todos huían y aun con los temores o dudas que sentían.

En esos momentos tanto Gyro como Johnny sentían estar en el momento y lugar perfecto, un lugar suyo y aquello era algo que amaba demasiado el ex jockey de Zeppeli, siempre, sin importar lo que sucediera podía hacerle olvidar esa inseguridad dentro suyo, sacarle una verdadera sonrisa y cuando creo que el día era más que perfecto, una oleada de nostalgia le invade, provocó esta de inmediato; el silencio, pero no era uno cargado por la incomodidad, solo con una tristeza dulce y Gyro supo a la perfección lo que debía hacer.

Con los minutos avanzando, reviso la hora en un pequeño reloj que cargaba encima y miró al cielo ansioso, cubrió por instinto los ojos del otro, claro que el más chico se quejó y pidió respuestas, que tardaron en llegar, para recibir a cambio del suspenso un simple —No te haré nada. —Sonó una risa tonta—. Solo tienes que esperar. La gélida brisa que apagó el pequeño fuego, con suavidad, recorrió su rostro, fue apartando sus manos para dejarle ver ese cielo tan estrellado, una oscuridad decorada por manchas plateadas y deslumbrantes.

Estrellas. Siempre le recordaban a Johnny y sentía que tenía mucho en común con ellas, tan luminosas, lejanas e inalcanzables. Aunque frente a ellos había un gran cielo que pertenecía a los mejores sueños de algunos Gyro no podía despegar la mirada de Johnny, que con esa mirada y esas pupilas tan dilatadas, era una visión mil veces mejor.

El tiempo comenzó a ser lento y cuando Johnny no pudo contener más esa emoción que le desgarraba el interior, esa vivacidad suya que aclamaba por salir, con una gran sonrisa, que enmarca a la perfección sus labios que relucían en su usual labial azul, llamó con una felicidad desbordante al italiano. Gyro algo ansioso no pudo esperar más y se acercó, para robar un fugaz beso que desconcertó al rubio pero sin duda no pudo rechazar, aguanto las lágrimas de agradecimiento que amenazaban con salir. No sabía cómo, ni por qué solo él podía hacerlo pero Gyro siempre le devolvía a la vida.

GyJo Week 2019Where stories live. Discover now