"Un trauma difícil de olvidar" - Emiliaco

"Florecen sentimientos"

Joaquin.

—Realmente hablar y pasar este tiempo con Aristóteles es muy bueno, admito que tenía mis desconfianza cuando la doctora Ximena nos presentó y nos dejó solos, pero ahora estamos caminando por el lugar y es muy agradable, bastante cómodo, siento como si nos conociéramos de muchos años que nuestra platica no se torna aburrida.
Por lo qué Aristóteles me cuenta, estuvo en este lugar cerca de un año y medio para curar su depresión; siendo sincero no puedo creer que un chico como él haya sufrido depresión. Me cuenta lo difícil que fue y como se sentía en ese entonces, comienzo a pensar que la doctora contactó especialmente a Aristóteles para mostrarme que aún hay gente buena en este mundo, pues a pesar que lo conocí en un día, él es de la clase de personas que te hace querer salir adelante, con una sonrisa tan brillante y unos ojos que trasmiten todas las emociones, un carácter determinado y valiente. Nada que ver conmigo—

A: Y dime Joaquin ¿qué te trajo aquí? Si puedo saber

J: Pues... fui víctima de un secuestro, no es fácil olvidarlo

A: Bueno, se escucha que no lo es ¿cómo te sientes?

J: Realmente no lo sé, siento que no soy yo, me siento perdido, tengo pesadillas todas las noches con eso y es muy difícil controlarme

A: Lo lamento... Aquí tienes un nuevo amigo a quien puedas contarle lo que sientes si quieres eh!

J: Gracias Aristóteles, me caes muy bien de verdad

A: Tú también me caes muy bien, vendré varios días así que tendremos tiempo para charlar

—Esa idea me agradaba, sin duda quería volver a verlo y hablar con alguien que no sea la psicóloga se siente muy bien. Por mi parte le mostré una sonrisa y después volvimos hacia donde habíamos estado desde un comienzo—

J: La doctora ya tardó mucho ¿no crees?

A: Si, eso creo, pero así está mejor ¿o no?

J: ...Si, supongo

—No podía evitar sonrojarme levemente, por lo que giré a ver hacia otro lado, Aristóteles era muy amable y por lo visto su actitud era directa, lo cual era complicado de asimilar para alguien como yo. El encuentro iba bien lo admito, pero aún me sentía vulnerable, después de todo no estaré curado de un día para otro.—

X: Chicos, lamento la tardanza pero Aristóteles ya se tiene que retirar, las visitas terminaron

A: Esta bien, no hay problema

—Se puso de pie por lo que yo igual lo hice. Extendió su diestra hacia mí y yo la recibí con un leve apretón de manos—

A: Me la pase muy bien Joaquin, gusto conocerte y nos veremos pronto

J: Lo mismo digo, nos vemos

—Ambos compartimos sonrisas antes de que él se marchara, la doctora se quedó conmigo y por lo visto quería saber como la habíamos pasado—

X: Dime Joaquin, ¿qué tal la pasaron?

J: Doctora Ximena, no entiendo porque Aristóteles estará viniendo pero... es agradable

X: Ya lo dije, te ayudará a desenvolverte poco a poco, recuperar tu confianza y Aristóteles como dices es agradable, por lo que es el chico perfecto

—En eso tenía razón, es perfecto, mi corazón no dejaba de latir rápidamente con él y siento mis orejas hervir de solo recordarlo, saber que volveré a verlo me pone feliz de alguna manera. Podría ser de gran ayuda—

X: Bueno, a comer y a la cama, pronto será la hora de dormir

J: Claro, nos vemos mañana doctora Ximena

X: Nos vemos mañana Joaquin

Hice justo lo que me pidió, hoy fue un día cansado, después de todo no había caminado mucho desde que salí del hospital por lo que era agotador, tenía que ponerme en forma nuevamente si quería esas caminatas con Aristóteles.
No puedo sacarlo de mi mente, es guapo, inteligente, divertido, agradable... muy guapo.

J: ¡Dios! ¿Será que me gusta?

—Abrace mi almohada con fuerza mientras ocultaba mi rostro entre ella y gritaba internamente. Si nos seguiremos viendo, definitivamente quiero conocer mucho más de él, podría ser el chico que siempre quise para mi vida—

J: Aristóteles Córcega...

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Emilio.

—En cuanto llegue tome un baño y tuve tiempo de estar recordando mis momentos atrás junto a Joaquin en la clínica, la pasamos muy bien y él parecía ser el mismo chico que yo recuerdo, pero en sus ojos sigue el miedo, miedo a lo que ocurrió, a lo que cree que yo le hice. ¿Cómo se supone que logre hacer esto? Sé que la doctora dice que es para ayudarlo, pero me es difícil estar cerca de él sin poder abrazarlo, besarlo y confesarle todo lo que me hace sentir—

E: ¿Por qué me odias Joaco? ¿Por qué?

—Las lágrimas volvían a recorrer mis mejillas, pero se perdían entre el agua que caía sobre mí. Ya no recuerdo cuantas veces he llorado desde que ocurrió ese incidente con Joaquin, es doloroso y ocultar mis sentimientos lo es más.
Minutos después me encontraba sobre mi cama mirando hacia el techo, soltando un suspiro de vez en cuando por inercia; mañana volvería a la clínica por órdenes de la doctora Ximena—

E: Nos volveremos a ver Joaco

Bueno, en realidad se mirarán Joaquin y Aristóteles, porque a mí me odia y no quiere verme.

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Joaquin.

Nuevamente me he despertado antes de que la alarma suene, toda la semana lo he estado haciendo y es que es inevitable, pues no puedo dormir por más que quiera, solo pienso en que al día siguiente veré a Aristóteles y volveremos a pasar horas hablando, riendo y compartiendo momentos especiales; en realidad no sé si para él también lo sean pero son increíbles.
Es impresionante lo rápido que me baño y cambio antes de las 10, pues a las 10:30 son horas de visita y Aristóteles llega.

X: Hola Joaquin, veo que ya estas listo ¿saldrás de tu habitación nuevamente?

J: Claro

X: Eso me alegra, parece que tus charla con Aristóteles están dando frutos

J: Es verdad que no he tenido otro ataque, pero es porque Aristóteles me trasmite paz, con otras personas aún no puedo convivir

X: Entiendo, es normal Joaquin, lo que pasaste no es nada fácil de superar, pero no te cierres a que todos te harán daño

J: Le prometo que lo intentaré, estoy cooperando para lograr ser el mismo de antes...

Y sé que con la ayuda de Aristóteles me recuperaré más rápido. No sé, él me hace sentir nuevamente aquellos sentimientos que creí jamás volverían a florecer por lo ocurrido, espero esta vez no equivocarme.