Novela Gráfica 4

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Capítulo 4

Patch

Traducido por BlancaDepp

Corregido por Flo

Cada vez que entro a Enzo's, tengo una sensación extraña. Era una de esas llaves incómodas en tu intestino, que te recuerda estar en un lugar en el que preferirías estar en otro sitio. Meses antes de que Nora supiera quien era yo, me senté en una mesa en la parte trasera de Enzo's observándola. Había estudiado su horario, su personalidad, sus gestos. Aprendí todo lo que pude sobre ella, porque iba a usar esa información para acercarme a ella, y luego sacrificarla para un cuerpo humano. Nunca le había dicho cuánto tiempo la había seguido y lo que meticulosamente había planeado. Había tratado de olvidar la memoria. No era el mismo hombre que había estado en ese entonces, pero no sé si ella lo vería de esa manera.

-Ahí esta ella -dijo Nora, agarrando mi mano y tirando de mí hacia adelante, entre la multitud. Esquivé una escultura de hielo no identificable, y ahí estaba Vee.

-¿Y bien? -preguntó Vee, señalando por encima a cientos de globos de color rojo y negro trenzados juntos para formar una gran serpiente que colgaba del techo. -¿Qué te parece?

-Se ve increíble -respondió Nora-. Realmente, sorprendente. Estoy impresionada.

Vee levantó sus cejar hacía mí. Ella no estaba pidiendo mi opinión. Ella me atrevía a decir algo realmente. -¿Y bien, Patch?

Nora apretó mi mano amenazadoramente, y sonreí. -Buen trabajo.

-Estoy manejando la estación de ponche -dijo Vee, girando su cuerpo para dejarme fuera de la conversación. -Mi turno dura una hora. Ven a buscarme y vamos a pasar el rato -Y se fue.

-¿Dónde quieres sentarte? -me preguntó Nora, escudriñando las mesas. -¿Por ahí? -Ella señaló una mesa en la parte de atrás, donde la luz no llegaba correctamente. En el mismo lugar que me senté en múltiples ocasiones mientras lo observaba dese la distancia. Era el último lugar donde quería sentarme. No quería estar aquí en primer lugar. Las palabras de Dabria hicieron eco en el fondo de mi mente. Los arcángeles me estaban colocando una trampa. Si no tenía cuidado, podría caminar directamente hacia ella. Tomé un buen vistazo a los rostros que nos rodeaban, escépticos a todos ellos. ¿Estaba siendo seguido? Probablemente. A los arcángeles no les gustaría que me estuviera involucrando tan íntimamente en la vida de Nora. Yo era nuevo en esto, y las reglas eran viejas, los recuerdos casi intactos. Sentí que mi incertidumbre crecía.

-Este también está bien -dije, caminando a la mesa vacía más cercana y sacando su silla. Tomé el asiento contiguo y robé un vistazo a mi reloj debajo de la mesa. Cincuenta y cinco minutos y contando. -Voy a traernos algo de beber -le ofrecí. Me puse de pie, ansioso de hacer algo.

Pensé en decirle todo a Nora. Pensé en decirle que los arcángeles son una amenaza. Ellos eran poderosos, y que nos superan en número. Pero no quería alarmarla hasta que supiera a ciencia cierta. En este momento, iba en la palabra de Dabria. No creo que ella estuviera mintiendo, pero no me fío totalmente de ella tampoco. Tenía algo que ganar con esto. Qué, todavía no lo sabía.

Sin pasar por la línea de ponche, me salí. Las puertas se cerraron detrás de mí, y el estacionamiento estuvo en silencio. Caminé por el lado del edificio y llamé a Rixon. 

-Necesito que hagas algo por mí -le dije-. Mantén un ojo en Dabria.

-¿Tienes un mal presentimiento? -preguntó.

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