Luego del regaño que le había dado su hermano, Izuna se dirigió a su casa. Era de madera, al igual que casi todas las casas de los miembros fundadores de la aldea, hecha por Hashirama con su mokuton cuando se firmaron los primeros acuerdos. Al llegar, se dio un baño y luego salió al patio con una taza de té a disfrutar del día.
Se sentía feliz y en paz. Su plan estaba funcionando, ya se comenzaban a ver los efectos del amarre en Tobirama, lo más seguro es que al día siguiente ya se hubiera apoderado de él por completo. No dejaba de pensar en todas las formas en que podría humillarlo, rechanzandolo en público o haciéndolo ver como un acosador pervertido. Nadie jamás volvería a respetar al gran Senju Tobirama, quedaría ante los ojos de la aldea como un enfermo mental y alguien en quien no se podía confiar. Ya podía saborear su venganza. Se fue a dormir esa noche lleno de satisfacción, con ansias de poder avergonzar a esa asquerosa rata albina.
Mientras tanto, en otro lugar de la aldea, estaba esa misma rata albina intentando descansar. No podía ni cerrar los ojos. No era por los ronquidos de Hashirama que ahora se tendría que aguantar Madara, porque Hashirama se mudó hace tiempo de esa casa. Esta vez era porque no dejaba de pensar en su peor enemigo, Uchiha Izuna.
No dejaba de pensar en lo asqueroso y adorable que era su rostro, lo desastroso y lindo que era su cabello, y lo despreciable y tierno que se veía todos los días. ¿Qué clase de pensamientos eran estos que no lo dejaban dormir? Estaba enfermo. Además de tener pensamientos tan contradictorios, trataban de la belleza de un Uchiha. ¿Un Uchiha encantador? ¿Cómo era eso posible? ¿Y cómo era posible que el mismísimo Senju Tobirama no podía negar todo eso? Se sintió avergonzado y decepcionado de sí mismo, estrujando la almohada contra su cara ruborizado.
Pensó que para calmarse un poco podía ver una foto para verlo. Mala idea. Encendió la luz y buscó una foto “familiar”, que se habían tomado días después de la boda de Hashirama y Madara. Salían ellos dos, y al lado de cada esposo, su respectivo hermano. A lo que vio a Izuna se ruborizó, de nuevo, pensando en lo lindo que se veía y cómo pudo ignorar ese hecho durante todo este tiempo. Por un momento le pasó un dedo por encima a la foto, hasta que pensó “qué maldito enfermo”. Dejó la foto a un lado, apagó la luz y se dispuso a volver a dormir.
No había cambiado nada. Bueno, sí, pero más bien lo empeoró. Sus ganas de ver a Izuna aumentaron y no iba a poder dormir en toda la noche pensando en él. Se quedó unos momentos más en su cama tratando de conciliar el sueño, pero fue en vano, su necesidad de ver a Izuna solo crecía más y más.
Finalmente se levantó. Se sentía como en un trance. Solo podía pensar en Izuna. Lo único que importaba era ver a Izuna y poder estar cerca de él.
Salió por la ventana y se fue brincando sobre los techos hasta llegar a la casa de Izuna, que no estaba muy lejos de la suya. Al llegar puedo sentir que el chakra de Izuna se encontraba estable, sin ninguna fluctuación. Seguro estaba durmiendo, como Tobirama debería estarlo. Entro sigilosamente a su cuarto, aún si entender muy bien porque estaba allí, y su respiración se detuvo cuando posó sus ojos sobre el Izuna durmiente, iluminado por los rayos de la luna.
Era lo más hermoso que había visto... ¿QUÉ? ¡POR SUPUESTO QUE NO! No había nada de hermoso en ese asqueroso, apuesto, amable, dulce Uchiha. ¡Demonios! Tobirama se sentía prisionero en su propio cuerpo, no solo era incapaz de controlar sus extraños pensamientos, si no ahora tampoco podía controlar sus movimientos. Sin poder evitarlo, se puso de cunclillas junto a la cama de Izuna.
Con sumo cuidado, posó su mano sobre la cabeza de Izuna. Inmediatamente sintió como apretaban su muñeca, y los ojos del Uchiha se abrieron, Sharingan activado. Tobirama trató de zafarse, pero era muy tarde. Sin soltar la muñeca de Tobirama, Izuna se incorporó sobre la cama, tomó aire, y comenzó a gritar.

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El Amarre (tobiizu)
FanfictionDespués de que Hashirama Senju salvase a Izuna Uchiha al ser apuñalado por Tobirama, su hermano menor, Madara siempre ha estado gratamente agradecido con él. Dos años después de aquel incidente, de la formación de la aldea y de la unión de los clane...