dieciocho.

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Ema buscó frenéticamente debajo del escritorio esa mañana, tratando de ver si Anónimo le había dejado otra nota, porque no tendría esta clase hasta después, pero no pudo contener su emoción. Hoy es el día, pensó.

Frunció el ceño profundamente, casi segura que dejaría las líneas del entrecejo, cuando se dio cuenta de que Anónimo no había respondido. ¿Qué había hecho? Registró cada escritorio en esa fila, tal vez el Sr. Katutis cambió los asientos de su clase, pensó Ema.

Cuando sonó la campana, señalando el primer periodo, Ema sentía como si estuviera a punto de estallar en llanto. No, se dijo a sí misma. No voy a llorar por un chico que ni siquiera conozco. Salió disparada de la sala casi tropezando con sus propios pies. "Hey, Ema" una voz la llamó. Ema miró hacia arriba para hacer frente a una cara con la que nunca había hecho contacto antes.

"¿Cómo sabes mi nombre?" preguntó bruscamente.

"No sé," el chico rió. "Sólo lo hago. Por cierto, es adorable, sabes. Tu relación con 'Anónimo'. Pero no te preocupes, no le diré a nadie, porque 'Anónimo' y yo somos grandes amigos. Además, me hizo jurar así que..."

Ema le dio una mirada al chico de aspecto asiático, "¿Ya? Pero ¿cómo supiste acerca de nosotros en primer lugar?" Se mofó. "Estoy segura de que él no sólo te contó".

"Wow," musitó rascándose la cabeza. "él tenía razón, puedes ser grosera. Y, 'Anónimo' me contó, por supuesto, ¿de qué otra manera lo sabría?"

"¿También te dijo que fui grosera?"

"Si, pero eso fue antes de que su relación fuera oficial."

"No estamos en una relación, lo sabes." ella le recordó.

"Sí, lo sé. Pero apuesto para que vuestra relación comience. Mejor me voy a mi clase ahora. Adiós, Ema."

"Adiós..."

                         ******

La actitud de Ema mejoró durante el día, y antes de que se diera cuenta, era la hora del almuerzo. Estaba tan emocionada que corrió hacia la librería, y se acercó al puesto de la bibliotecaria. "¿Vino un chico?" 

La librera lentamente se quitó los lentes y levantó la cabeza del libro que estaba leyendo. "¿Pareciera como si me importara que un chico haya venido aquí? No lo sé, vienen un montón de chicos a leer, como puedes ver." La bibliotecaria apuntó al grupo de chicos que estaban jugando fútbol en la librería.

"Oh, mi," Ema respiró. ¿Por qué venir a la biblioteca a leer cuando puedes jugar fútbol?

"Ehm, si, permíteme un momento. CHICOS." La señorita Hancock le gritó a los chicos. Todos se voltearon hacia ella y Ema podría jurar que sus ojos se salieron de sus órbitas. Decir que la señorita Hancock era linda es entendible. Es joven, como de veintitrés, las puntas de su cabello eran rubias pero su raíz es castaña, y vestía un corto vestido de encaje floral.

El grupo de chicos se acercaron a la señorita Hancock con sonrisas en sus caras mientras se colocaban alrededor de su escritorio. Sólo hubo dos muchachos que se dieron cuenta de Ema. El primero era el chico que le habló en el pasillo, el asiático, y el segundo estaba detrás de él, era rubio de ojos azules y tenía el labio perforado. Ambos se mantenían detrás de la pequeña multitud de chicos, vestían el mismo uniforme que los otros pero no tenían la sonrisa coqueta del resto. "¿Si, madame?" uno de los chicos preguntó mientras que los otros la desnudaban con la mirada.

"¿Podrían bajar un poco el volumen?"

"Lo que sea por tí, bebe" el mismo muchacho respondió, descaradamente.

"Mhm," tarareó la librera. Ema decidió que era el momento de buscar a Anónimo mientras que el grupo de chicos estaba fuera de su camino.

     *******

Ema se quedó allí, buscándolo, incluso después de que los chicos se hayan ido.

"¿Cariño?" La señorita Hancock preguntó. Ema notó un cambio en su actitud, probablemente porque era tiempo de cerrar la librería y de que se fuera a casa. 

"¿Si?" 

"¿Estás buscando algo? Nunca había visto a alguien quedarse por tanto tiempo." musitó.

"Sí, estaba."

"¿Y qué sería?" La señorita Hancock se sentó en el piso junto a Ema mientras que ella trababa de contener las lágrimas.

"Quién," corrigió Ema.

"¿Qué?"

"Estoy buscando a alguien."

"Oh, ¿quién sería?"

"Mi príncipe azul." Ema no lo pudo aguantar más. Derramó una lágrima, y antes de que se diera cuenta estaba como una catarata.

"Oh, cariño." La señorita Hancock la envolvió en un abrazo y frotaba su espalda consolandola. "¿Quieres hablar de ello?"

Ema sacudió la cabeza pero no pudo parar las palabras que flotaban de su boca. "-y él no está aquí." Concluyó. Cuando Ema terminó, las lágrimas habían cesado y sólo quedaba la muestra de su rímel corrido. 

"No te preocupes, si hubiese sido el indicado, habría venido, pero no lo hizo. Es el destino, ¿de acuerdo? Esto ya ocurrió, así que ahora puedes encontrar a tu verdadero príncipe azul. Date cuenta de que tu obsesión por este chico es un error."

"Él no es un error," arrastró las palabras, tocando su pelo. "Estoy segura de eso. Yo... Yo le daré otra oportunidad. Todos merecen segundas oportunidades."

"Eres una chica dulce," dijo la señorita Hancock. "Pero no estoy segura de que él merezca una. O cualquiera. La librería ya va a cerrar y debes marcharte. ¿Tienes con qué irte?"

"Usualmente tomo el autobus , pero iba a dejar que él manejara o que me acompañara hasta mi casa hoy, así que... no."

"Entonces te llevaré yo" suspiró.

                    **********

"Justo aquí," dijo Ema mientras que la señorita Hancock se detuvo frente a su casa.

"Bien, ten una buena noche, cariño." Hancock se despidió.

"Gracias por traerme, de nuevo." Ema salió corriendo directamente hacia su hogar.

Ema subió las escaleras hacia su habitación, los escalones crujían con cada paso que daba. Rápidamente se puso su pijama, preguntándose a sí misma cómo había dejado el tiempo correr quedándose en la librería y perdiendo todos sus periodos después de almuerzo. Cuando estaba finalmente lista para dormir, saltó a la cama, cerrando sus ojos inmediatamente. No podía alejar sus pensamientos sobre "Anónimo". ¿Sería siempre "Anónimo" para ella?

desk notes ➸ l.h. [español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora