"¿A dónde vas?" me preguntó la señorita Smith con su acento inglés tan grueso como siempre, mientras pasaba por la parada de autobuses.
"Por ahí."
"¿No tomarás el bus hoy?" frunció el ceño, parecía realmente preocupada, o sea, a excepción de esa vez que me quedé en la librería, siempre he tomado el bus de regreso a casa. Se pasó una mano por su corto, rizado, castaño cabello. Por alguna loca razón, su cabello me recordaba al de Rapunzel, pero después se lo cortó y lo tintó de marrón.
"Nah," sonreí mostrando los dientes. "conoceré a alguien de camino a casa."
Su mano se deslizó desde su cabeza hasta su lado y sonrió, "¿a quién?" otras personas considerarían que es entrometida, pero esto, esto es normal. Ella es básicamente como una segunda madre para mí -desde que estaba en Kinder ha sido mi profesora, y aquí está, todavía enseñándome. Es irónico, en serio. Todos sus años ejerciendo de maestra los ha pasado conmigo.
"A un chico que me gusta mucho," mordí mi labio, para reprimir otra sonrisa que se escapaba de mis labios.
"¡Aw, mi pequeña Ema está creciendo! ¿Cuál es su nombre?" me presionó, como si no me creyera. Aunque no la culpo. Si fuera ella tampoco me creería a mí misma. En todos los años que me ha enseñado nunca he tenido un novio. Obviamente tenía amigos varones, y chicos a los que les gustaba, pero nunca me he enamorado.
Quería decir que no sabía su nombre, pero entonces realmente dudaría de mí. "Uh, Robbie - o sea Robert."
"Aw, bueno odio seguir reteniendote aquí cuando deberías ir a una cita," me empujó mi hombro izquierdo y me guiñó. "Así que, anda, ¡diviertete! No olvides la protección. Adiós, Ema."
Mis mejillas ardían mientras susurraba un rápido "Adiós." y corrí hacia JoJo's. El negocio más cerca de la escuela, en el cual venden helados de yogurt. ¿Realmente pensó que iba a tener sexo con él? O sea, ¿tan desesperada cree que estoy? Ni siquiera sé su nombre real.
Pero ella no sabe eso, me recordó mi consciencia.
Cierto, cierto.
Me alisé mi polera de Panic! At The Disco, y estiré mis jeans mientras trataba de arreglar un poco mi cabello, todo al mismo tiempo. No quería que Robbie me viera como una vaga ya que es la primera vez que nos conoceremos, y quiero hacerlo memorable.
Caminé hacia la puerta principal de JoJo's sólo para encontrar que no abrirían hasta dentro de dos horas. ¿Y qué si Robbie ya vino y se fue por lo que dice el letrero? Cerré mis ojos, dispuesta a no llorar.
Él lo prometió, me dijo mi mente. Tiene que venir.
Me fui a sentar a una de las mesas que tienen afuera para los clientes que prefieren estar en el exterior que en el interior del local.
"Aw, hombre." Una voz gruñó detrás de mi. "Está cerrado."
"Bueno, en realidad," me metí curiosamente. "Estará cerrado por las siguientes dos horas, así que, puedes volver luego."
"Sí, supongo." Murmuró mientras tomaba asiento en la misma mesa que yo estaba sentada. "¿Dónde está?" musitó para él mismo.
"¿Quién?" pregunté entrecerrando mis cejas.
Realmente necesito dejar de ser tan entrometida.
"¿Qué?"
"Nada, olvídalo." Mordí mi labio, mirando a cualquier lado, menos a él. Pero cuando habló no tuve otra opción que verlo.
"¿No resultarás ser eea-muh, o sí?" Preguntó, sus brillantes ojos azules relucían con los rayos del sol. Me di cuenta del piercing que tenía en el labio con el que jugaba mientras tomaba respiraciones entremedio de sus frases.
"Um, ¿te refieres a Ema?"
Me dio una mirada, "¿cómo se deletrea?"
"E-M-A."
"¡Oh por Dios, tu eres Ema!" Sus ojos se abrieron más mientras se levantaba de su asiento abruptamente.
"Y tu eres Robbie, ¿cierto?" Le cuestioné, mi frecuencia cardíaca aumentaba.
"Sí."
"¿Te puedo dar un abrazo?" pregunté haciendo un puchero mientras extendía mis brazos hacia él.
"Claro," me levanté, y me dio un gran abrazo de oso, mi cabeza descansaba en su hombro mientras aspiraba su maravilloso aroma.
Su cabello huele demasiado bien.
"Es muy, muy genial conocerte al fin." Dijo sobre mi hombro.
"Opino lo mismo. ¿Cómo te encuentras?"
"Estoy bien -increíble, ahora. ¿Y cómo estás, Ema?"
"Igual que tú," le respondí con una pequeña sonrisa. Nos deshicimos del abrazo, saqué mi silla, lista para tomar asiento. "¿Qué tal 20 preguntas...?"
De repente fui interrumpida.
Por sus labios que se colocaron suavemente sobre los míos. Nuestros labios se movían juntos en harmonía, como si de una canción se tratase, que encajaba con la que había de fondo. He leído suficientes novelas de romance como para entender el concepto principal de besar, porque se siente bien. Y esto, definitivamente se siente bien. El beso empezó como un lindo y dulce beso que estaba dilatándose un poco, hasta que lo profundicé, atrayendo su cuerpo más cerca del mío. Se sintió como si alguien tuviese un zoológico lleno de mariposas que escaparon y entraron en mi estómago, y ahí fue cuando me di cuenta de que él era el indicado. Lamió mi labio inferior y entonces decidí separarme lentamente, no teniendo ni idea de lo que estaba pasando.
Dejé mi cabeza descansar en su hombro, porque necesitaba recuperar mi aliento, y él el suyo. Cuando levanté mi cabeza para encontrarme con sus ojos, nuestras narices chocaron y una sonrisa se formuló en mi rostro, pero luego fruncí el ceño al recordarlo lamiendo mi labio inferior.
"¿Por qué lamiste mi labio?" pregunté, totalmente confundida.
"Estaba tratando de darte un beso francés," se rió entre dientes. "parece que no tienes mucha experiencia besando, ¿eh?"
Sacudí mi cabeza, mi cabello caía sobre mi cara. "Tu fuiste mi primer beso." Susurré tímidamente.
"Bueno, es un honor." Curvó sus labios formando una sonrisa torpe.
Una torpe, pero adorable sonrisa. Aunque no le diré eso, por supuesto. Los chicos y sus egos. ¿O eso sólo pasa en las novelas románticas?
"Wow, eres preciosa," murmuró bajo su aliento, haciéndome sonrojar profundamente. Llevé mis manos hacia mis mejillas, e inmediatamente puso sus manos en mi cara para quitar mis manos de mis allí. "No hagas eso." gruñó. Le quería preguntar por qué, pero no lo quise molestar. Además, probablemente es uno de esos tipos de novios quiénes siempre llaman a sus novias -hermosas- incluso cuando saben que lucen como una mierda.
¿Acabo de llamarlo como mi novio?
Y a mí, ¿como su novia?
Pero entonces, de repente, antes de que pudiese pronunciar una palabra, sus labios se curvaron hacia arriba formando una sonrisa. "¿Así que... 20 preguntas?" Ofreció, apartando mi silla por mí. Me senté y luego lo hizo él.
"Sí, 20 preguntas. Número uno: ¿cuál es tu verdadero nombre?"