De aquello que existió antes de la creación del Falamh poco se sabe, mas allá de que la luz se rebeló contra la oscuridad, empezando una guerra que termino con la destrucción de ambos, dejándolo todo en un silencioso vacio. Resultó que algunos fragmentos de la luz primigenia se salvaron de la masacre, y de allí nacieron las Luciérnagas. Algunos las llamaron Gwilyaus, aunque en las viejas historias se las nombra como madres de luz. Su cometido en la Era Creacional fue hacer llegar la luz a todos los rincones del universo. La más grande de ellas, Erasolis, viajó hasta el centro del Falamh y tejió una esfera amarilla, caliente y gigantesca que emanaba luz. Cuando se despertó del eterno sueño, esta se autominó Sol y se convirtió en el centro de todo.
El resto de las madres de luz, al igual que Erasolis, esculpieron sus propias hijas incandescentes por todo el Falamh, que desde el centro del mismo se divisaban como un mar negro con diminutos puntos luminiscentes entretejidos. Al terminar su cometido, las madres entregaron su luz a la más grande de las Gwilyaus, y ella acogió todo el poderío para fundirse con él. En ese momento, los días de la Edad Divina se empiezan a contar.
El primero de los Eedars fue Gáriel, padre de todo, nacido de las cenizas de Erasolis y de las demás luciérnagas. Erasolis le concedió el poder de todas las madres de luz para ocupar su lugar como dios del universo. Pero Gáriel se sintió incompleto, y dividió su alma en dos partes más, de donde los dos Eedars restantes, fueron engendrados.
Sus nombres fueron: Kalinor, el creador de mundos, a quien Gáriel encomendó modelar con sus propias manos un mundo digno de estar en aquel bello páramo llamado vacio. Kalinor empezó por una colosal masa gaseosa con un anillo de rocas a su alrededor, que giraba alrededor del Sol. Pero no convenció al padre de todos, y siguió intentándolo. Creó otro mundo similar al anterior, más cerca del Gran Astro, más pequeño y rocoso. Peró Gáriel ni se inmutó. Al noveno intento, Kalinor creó una esfera de tamaño mediano que giraba entre la primera y la segunda esfera, hecha de roca, tierra y agua, con bosques salvajes, valles frondosos y estepas silvanas donde se podrían erigir civilizaciones. Un haz de luz translucida tintineó en la oreja del Dios supremo, susurrándole el nombre del majestuoso mundo; Äyll. Dentro del planeta, la extensión de tierra más grande se autonominó a si misma Daencknoödat, y asimismo la imitaron el resto de cosas, adoptando nombres a placer (como todo en Falamh). Finalmente, el dios del mundo se quito los ojos y los hizo girar alrededor de la esfera, formando las dos Lunas de Äyll, con el objetivo de proteger-lo de cualquier adversidad. Se auto nominaron Lira y Vega. Adoptaron una forma rocosa, para pasar desapercibidas y se convirtieron en las Guardianas silenciosas. El continente, audaz como nada, se percató de ellas al divisarlas por la noche, y ellas, asombradas por su astucia, le recompensaron con un nombre digo de los más altos Dioses, que acuño con satisfacción. El nombre fue Daegard.
El último de los Eedar fue Lozag, padre de todos, a quien Gáriel encomendó la tarea de crear la vida mortal, dispuesta a habitar el mundo y a gobernarlo; a compartirlo. En la superficie, engendró a los Hombres, Alafs y Duvegs,... quienes forjarían el destino del planeta. Al resto de los seres los denominó Besias, quienes cubrieron el resto del mundo. Poco a poco el planeta fue durmiéndose, y dejo que los mortales empezaran a dominar el mundo. Al terminar su obra, el padre de todos dijo al padre de todo que nada podia hacer ya para dirigir a los mortales, pues su gracia solamente dependia de ellos a partir de ese momento. Gáriel asintió.
Los Eedars, incompletos en número, juntaron parte de su poder y lo fundieron en el Sol, quien les devolvió una semilla incandescente, brillante como la más cercana de las hijas de las Gwilyaus; la semilla de los Dathans, los dioses menores. Concibió a tres tipos diferentes: Los Yaars; dioses de aquello que no vemos pero que existe (amor). Los Threers, dioses de aquello material que vemos y que, por consiguiente, existe(el oceano). Y los Rhoors, los dioses de aquellos que habitan Äyll. Eedars y Dathans juntos, eran llamados Selaris, los Dioses del mundo.
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El Falamh - Los orígenes del universo
FantasyTodo mundo de fantasía nace de algún lugar, y este, es el origen del Falamh, mi universo de fantasía. En concreto el inicio de los tiempos, la creación del mundo, sus dioses, hasta la apertura del Abismo. Comentario: La mayoría de lo que esta escrit...