AMARILLO
Era un chico alto y delgado, pálido a un nivel extremo con grandes marcas moradas debajo de los ojos, como si le faltaran días de sueño, y con las mejillas pecosas. El cabello azul era un extra que provocaba que su piel se viera más pálida de lo médicamente aceptable. Para Kaya, lucía como un chico enfermizo, aunque para sus compañeras de clase y otras chicas de su escuela, era un sueño. Tal vez era por lo azul, quizás qué fantasía romántica estuviera pasando por las cabezas de sus compañeras cuando pensaban en ese chico, ellas como las chicas tímidas, inocentes y buenas que se encontraban con un chico punk y malo que iba en contra del mundo. La verdad es que Kaya las envidiaba un poco, le hubiese gustado tener ese tipo de fantasía cuando miraba a los chicos, pero lo único que pasaba por su cabeza cuando los veía era el pensamiento de que a futuro podrían ser una molestia. Y no solo con los chicos, sino que con las personas en general.
No es que fuera introvertida, no sentía vergüenza por casi nada, podría salir en ropa interior y caminar por su vecindario sin que su expresión se inmutara. El problema era que, de niña, las personas siempre fueron un estorbo en su vida. Lo había aprendido de la peor manera, pero ya adolescente, comenzaba a darse cuenta de que su personalidad fría a veces era un obstáculo en lo académico y lo social. No lograba llevarse bien con sus compañeros de grupo, siempre terminaba sola cuando había que hacer trabajos en parejas y nunca la aceptaban en un empleo después de una entrevista de trabajo. Kaya era una persona sensible, pero no sabía cómo comportarse en armonía con su entorno y en público.
Así que, cada vez que sus compañeras comenzaban a suspirar por este chico (o por cualquier otro), ella asentía. No les seguía la corriente, pero tampoco las aburría con una cátedra del por qué no deberían perder su tiempo imaginando su vida dependiendo de otra persona. Era molesto, sí, al principio crispaban sus nervios y Kaya se encogía en sí misma para no escapar del lugar en el que se encontrasen conversando, pero luego de dos años soportando esas pláticas infernales, terminó por acostumbrarse y a tolerarlo.
—El otro día lo vi en nuestra escuela, hablaba con el director. ¿Crees que se cambiará? –inquirió una chica alta y morena de intensos ojos verdes. Aunque no le hablaba directamente a Kaya (todo su salón sabía que ella no les respondería a menos que fuera algo que en serio llamara su atención), la mejor amiga de esta chica se sentaba con Kaya, por lo que cualquier cosa que le dijera a su amiga, también iba dirigida a Kaya si es que sentía la necesidad de conversar.
—Si eso llegara a suceder, me daría algo, ese chico es perfecto –respondió Amy Buttlier, la compañera de puesto de Kaya—. No es divertido tener que ir al centro comercial todas las tardes para poder verlo.
La morena, Anna Reckles, dejó escapar un suspiro soñador y apoyó su mentón sobre su mano, en la pose de una princesa a la espera de su príncipe azul, demasiado azul en este caso. Kaya ordenó sus cuadernos y chasqueó la lengua, no le importaba en lo absoluto que el chico se cambiara a su escuela, por un lado, sería una bendición no tener a sus compañeras a su lado después de clases en el centro comercial. A Kaya le gustaba ir a dar vueltas allí, también pasarse por una tienda de discos y comprar ropa como si no hubiera un mañana, pero la presencia de sus compañeras enturbiaba su cabeza y jamás podía hacer compras con tranquilidad, ya que el chico azul parecía no asistir a ninguna escuela conocida de la ciudad, lo que significaba que siempre se le podía encontrar allí o en el parque de niños favorito de Kaya. Una chica enamorada del amor, pensaría que era el destino que un chico y ella tuviera esas cosas en común, pero Kaya no lo consideraba así. Había aprendido a ignorar la presencia de los demás, pero después de la escuela estaba demasiado agotaba como para intentarlo.
—¿Tienen lista su parte del informe de química? –les preguntó Kaya de pronto. Una técnica para dejar de escuchar esas conversaciones, era cambiar el tema hacia uno académico, jamás fallaba. La cara de Anna se distorsionó por completo y se llevó las manos a la boca. Con eso ya estaba claro de que no lo había hecho, y química era su siguiente clase—. Trae tu libro y un lápiz, tenemos diez minutos para terminarlo.
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Thinking Out Loud
Teen FictionAzul. Todo su cabello era azul. Desde su mirada hasta el último mechón de su cabello, todo era azul, azul y más azul. Kaya y Ciel eran polos apuestos. Ella era fría por ley general, no le agradaban las personas y siempre evitaba al mundo. Él era cá...