Tres.

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Mi color favorito siempre ha sido el blanco. Siempre he adorado las combinaciones con el blanco e incluso era posible poder ver a Hitler vestido de blanco y yo sin duda le halagaría lo lindo que le luce el color. Pero en el caso de Kim Taehyung, no.

Su rostro se palideció perdiendo así todo el color caramelo natural de su cara. Era muy clara su impresión, no se esperaba mi llegada a su natal país, no se esperaba nada de mí y eso era lo que más me frustraba.

—Lisa...—susurró él ocasionando que su acompañante lo mirara con un ceño fruncido.

—¿Quién es ella, TaeTae?—le preguntó en el mismo tono de voz que él había utilizado pero fue lo suficientemente fuerte para que yo le escuchara. ¿"TaeTae"?, ¿en serio?

Aquel dio mucho tartamudeos por lo que así no se entendió nada de lo que quería decir hasta que al final suspiró con resignación y se dispuso a hablar correctamente.

—Jen, ya regreso. Tengo que hablar con ella.

Por mi parte yo sólo me mantenía observandolo a él, única y exclusivamente a él. Me dolía verlo porque sabía así que él jamás me correspondería así como yo tanto he querido. Me dolía el pensar de lo que se trataría la conversación que se avecinaba porque también sabía que una vez más sería rechazada con gusto.

Él se levantó de aquella banca quedando enfrente de mí, pero esa vez inclinando mi cabeza un poco más hacia arriba gracias a su estatura.

—Sígueme.—susurró lo suficientemente bajo para que sólo lo escucháramos ambos por lo que yo asentí con cierto nerviosismo.

Sus largas piernas conducían al interior de aquel parque donde que cada vez que se avanzaba se veían un montón de árboles decorados con flores artificiales alrededor de sus tallos; eran muy bonitos, lastima que sólo eran decoraciones artificiales.

De repente el castaño se detuvo enfrente de un árbol y se volteó lentamente hasta clavar sus ojos profundamente oscuros en mí. De repente sentí escalofríos.

—¿Por qué has venido?—preguntó con un tono muy tenue a pesar de que su pregunta se podría malinterpretar a su molestia.

Dudé en responder. Mis manos inconscientemente comenzaron a sudar, mi cabeza dolía y mis delgadas piernas temblaban. Todo lo que él efectuaba en mí.

—Quería venir a verte.—respondí con la mirada clavada en el suelo gracias a que su mirada ya me incomodaba desde hace rato.—... pero veo que estás muy ocupado.

—Oh, sí. Estoy muy ocupado.—habló con cierta rápidez que hizo que mi vista se plasmara lentamente desde el suelo hasta su rostro (que ya había recuperado su color). Sus cejas pobladas estaban juntas, se notaba su enojo y eso no me agradaba para nada.—... y no te preocupes, Liz. Todo esto es mi culpa.

Sentí un pequeño picor en mis ojos dilatados. Se avecinaba lo peor y podía sentirlo, pero lo que yo jamás conprendía era el por qué él era así, por qué tenía que rechazarme siempre, por qué él no era capáz de valorar mi amor ¿Por qué? ¿Acaso eso era tan insignificante para él?

Suspiré con pesadez. Me había vuelto a llamar por ese tierno apódo que hace meses atrás me había colocado, y cada vez que me llamaba de esa forma me hacía recordar al Taehyung que conocí; al Taehyung que se había fijado en mí en un efímero tiempo.

—¿P-por qué es tu culpa?—balbucié al hablar y él pudo percatarse de eso ya que enarcó una ceja y soltó un suspiro risueño.

—Porque no había tenido el valor suficiente para hacerte saber que no quiero absolutamente nada contigo.—hizo una pausa, y en ese mismo instante pude sentir mis mejillas pesadas. El tono que había utilizado era de aquellos que ya se tenía grabados ó que tal vez de los que se había memorizado por meses. Sonó bastante frío, distante y despiadado, y eso sin duda fue lo que me dolió mas.—No me malinterpretes, eres una chica muy hermosa, sólo que...—pasó su lengua por sus labios e hizo una mueca de preocupación.—Eres demasiado intensa.—suspiró nuevamente y yo sentía que mi mundo se desboronaba cada vez que pronunciaba palabra alguna.—... y como puedes ver ya estoy con alguien.

Hacía frío, un despiado y un cruel frío que penetraba mi piel. Todo mi cuerpo estaba inmovil, esperando que aquél soltara una carcajada burlándose de mi cara trágica y que todo aquello que había dicho había sido una de aquellas pésimas bromas que tanto detesto con mi vida y que de humor no tiene absolutamente nada; lo esperaba, pero en vez de eso, me dió una leve palmada en mi hombro en busca de consuelo y comenzó a dar una largas zancadas en dirección a su cita. No podía dejar que se fuera, no en esos momentos.

—Detente.—le ordené estando él a unos pocos pasos de mí, y aún sin verle pude oir como sus pisadas se detuvieron al escucharme.—Por favor, regresa aquí.—aquél obedeció un poco tardio hasta que pude verlo nuevamente enfrente de mí, con sus oscuros ojos clavados en mis orbes.—¿Por qué?—me miró muy desentendido. Suspiré y tragué es seco. Me dolía la garganta y no era por un dolor físico; era un maldito dolor emocional.—¿Por qué tienes que ser así conmigo? Yo he sido la única chica en tu miserable vida que te ha dado el maldito amor que te mereces ¿Por qué me tratas como un objeto que ya está usado? ¿Eso soy para ti?—aquél había quedado conpletamente atónito ante mis palabras, sin dudas no se lo esperaba.—¡Ja!, ¡Que hombre tan agradecido eres! Te felicito, lo tienes todo; dinero, casa, lujos, negocios, mujeres, etc. Pero jamás, oyéme bien ¡Jamás tendrás un amor sincero!—había llegado a mi límite y sentía que el corazón se me iba a salir de la boca. Definitivamente esa sulfúrica Lisa no era yo.—Y si no quieres que te moleste, está bien, está muy bien, ¡Perfecto! No me verás mas.—pronuncié casi en un grito, y sin mas me largué de aquel lugar dejándolo con la boca semiabierta aún sin poder creer mis palabras.

(...)

—Aún no comprendo por qué estás así de agitada.—habló el señor Boing estando enfrente de mí, mientras que yo estaba tirada como un bulto de papas el aquel sofá amarillo.

—¿Ya ha llegado mi tía Min?—pregunté evadiendo el comentario de él. No tenía el animo ni el humos suficiente para establecer una conversación con él y que se tratase de mi obsesión. Ya había llorado suficiente en el trayecto del parque hacia la casa-hotel, y no planeaba hacerlo delante de una de mis personas favoritas.

Él me miró con confusión e intriga, pero supo leer mis intenciones, por lo que suspiró con resignación y agarró con más firmeza su bastón.

—Llegó hace diez minutos. Está en la cocina.—dijo y comenzó a caminar en dirección a las escaleras de maderas.—Le he avisado de tu presencia.—y sin más subió hacia su habitación dejándome conpletamente sola en la pequeña sala.

Iba a levantarme de aquel espacioso sofá, cuando sentí unos típicos sonidillos que en un pasado era lo mejor que podría sucederme. Y sin ver que era lo que se trataba, ya sabía quien era. Kim Taehyung.

Con mi corazón acelerado saqué mi moderno celular de mis bolsillos, y con muchas ansias lo desbloquié dándome con una sorpresa; tres mensajes de él.

"Quizás tengas razón, pero no del todo".

"No te molestes conmigo. Todo esto es por tu bien".

"Te espero mañana en el mismo lugar y a la misma hora. Esa conversación no ha terminado".




'Una carta de mí para ti' | TaeLiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora