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Primer paso: No lo mires.

Ahí se encontraba Splendid, frente al chico más lindo de todos, en su opinión. Este poseía un peculiar color de ojos, los cuales eran realmente cautivadores como todo en él. Oh, claro que es él, pensó Splendid al verlo caminar por su lado, en dirección contraria. Ese era el chico con el cual el peliazul quería ser coqueto. Jamás creyó que llegaría el día en donde quisiera llamar la atención de alguien.

Salió de sus pensamientos, para darse cuenta que el chico de hace unos minutos ya no estaba ahí. Su camino era opuesto al suyo. Giró la cabeza y buscó entre todas las cabezas una cabellera verde. Bien, estaba a unos pocos pasos; podía alcanzarlo. Así que no lo pensó mucho y lo siguió, mirándolo desde lejos. Y cada vez que el desconocido sentía su mirada y la buscaba, Splendid se escondía.

Estuvieron así como por casi tres horas, y aunque Splendid hizo su mejor esfuerzo para esconderse; no pudo pasar desapercibido por el de lindos ojos. Claro que el desconocido actuó como si no supiera lo que pasaba, pues pensó que se podría tratar de una equivocación o, peor, que el peliazul quería robarle; pero al ver que el tiempo transcurría y el muchacho no pensaba dejar de acosarlo, optó por la segunda opción. Él quería asaltarlo.

—Da la cara, escoria —exclamó, buscando la mirada de quien lo acosaba y logrando encontrarla—. Vuelves a seguirme y eres hombre muerto.

Seguido de eso, el joven volvió a su camino, intentando calmarse. Cualquiera con el mínimo de cordura cedería de sus acciones ante esa firme mirada, pero Splendid no es conocido por ser precavido o inteligente. Por ende, no desistió y siguió observándolo.

— ¡Deja de mirarme! ¡Joder! En serio no te quieres meter con un tipo como yo, pedazo de mierda.

Pero Splendid siguió, es mas, en una acción todavía más osada, se acercó más al de cabellera verde.

— ¡No me mires! —y saltó sobre Splendid, tirando puñetazos por todo su torso—. Te dije que... no lo hicieras —murmurró, siguiendo con sus golpes.

Splendid tuvo muchas oportunidades para defenderse y contraatacar. El chico sobre él no era tan grande, y aunque tenía una enorme fuerza desproporcionada a su tamaño, con un empujón pudo haberlo tirado al suelo; pero él no lo hizo, prefirió resistir los golpes. Él se los había buscado. Y aunque se supone que debería estar retorciéndose de dolor, no pudo evitar ser un poco feliz por la cerca que estaba ahora del lindo chico.

— ¿Por qué sonríes, imbécil? —preguntó, después de unos diez golpes más. El desconocido creyó que la caída había afectado, quizá, su cerebro, así como sucedía en las películas.

—Me gusta mirarte —soltó, inconscientemente.

Listo. Felicidades Splendid. Haz firmado una sentencia.

Y no pasó casi nada para que volviera a sentir golpes más intensos. Vaya que Splendid tendría que aprender más sobre cómo conquistar.

Guía de conquista ───〔s + fq〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora