04

674 92 57
                                    

Cuarto paso: No lo grabes.

— ¿Qué estás haciendo, Splendid? —cuestionó Handy al ver como el peliazul seguía apuntándole con una gran cámara desde hace ya unos minutos.

El mencionado no pudo evitar dar una de sus sonrisas de idiota, completamente emocionado.

—Estoy grabándote. Di hola —informó sin quitar esa alegre expresión. Handy obedeció el pedido, algo cohibido—. La encontré tirada por ahí —señaló a unos botes de basura lejanos—. ¿Quién sería capaz de botar esta preciosura?

El de hebras color naranja quiso responderle que esa "preciosura" era realmente una porquería. Se notaba desde lejos lo maltratada que estaba. Era sorprendente que aún funcionara. Pero Splendid desbordaba emoción por su hallazgo, y Handy no fue capaz de arruinárselo.

—Sí —vaciló un poco—. No entiendo quién.

— ¡Splendid!

De inmediato, la atención del nombrado fue dirigida hacia el emisor, dejando así, de lado su conversación con Handy. Aunque a éste poco le importó, es mas, aprovechó esa oportunidad para alejarse del peliazul.

El recién llegado resultó ser Nutty. Y por la expresión en su rostro, las noticias no eran para nada buenas. Splendid suspiró. Ya se hacía una idea del por qué Nutty le estaba hablando.

—Necesito tu ayuda, por favor, ven —suplicó, a la vez que tomaba la mano del más alto y se dirigía hacia una máquina expendedora—. Esta porquería de aquí no me quiere dar esas gomitas —señaló, furioso, hacia el interior de la máquina—. Llevo media hora pidiéndole que, por favor, me diese una bolsa y la muy desgraciada no me quiere dar nada. ¡¿Me oíste?! ¡Eres una desgraciada! Splendid, si no haces algo, juro que voy a romperla ahora mismo —añadió eso último sin aire.

Lo supuse, confirmó cansado. Ya era la tercera vez en la semana que el muchacho le pedía ese favor. ¡Y recién era martes! Splendid pensó por un momento que sería bueno negarse; pero esa mirada que le era dirigía le decía claramente que si no lograba sacar esas gomitas, Nutty sí destruiría la máquina.

—Dime que será la última vez —rogó, aunque no esperó por una respuesta del contrario. Ya suponía que mañana, o quizá a medio día, esa situación volvería a repetirse.

Una vez Nutty tuvo lo anhelado, se marchó agradeciéndole con un beso en la mejilla, dejando solo a Splendid. Éste hizo el ademán de volver por donde había llegado, pero un tarareo frenó sus pasos. Y él no conocía la canción, pero sí conocía al emisor de esos sonidos. Splendid otra vez no pensó y corrió en dirección a los tarareos, escondiéndose detrás de un bote de basura cercano.

Frente a él, se encontraba el lindo chico, sentado en una vieja banca, mirando las plantas marchitas, concentrado. A Splendid, le pareció lindo ver a Fliqpy en ese estado tan tranquilo, pacífico y refrescante que quiso guardarlo por siempre en su memoria. Entonces, una idea llegó rápido a su mente. La cámara. No volvió a pensar bien y comenzó a grabar.

Al cabo de unos largos minutos, el peliazul ya tenía grabadas como tres diferentes canciones, y sin que Fliqpy lo notara. Debía felicitarte por eso.

¡Poom!

Ese fue el sonido del basurero caer. Y claro que Fliqpy lo oyó. Oh, demonios. Splendid debió ser más cuidadoso.

— ¿Qué crees que haces?

¿A dónde se fue la dulce voz de hace unos segundos?, se preguntó, en sus interiores, el atacado. Porque estaba seguro de que si exteriorizaba su pregunta, unos puños volverían a caer sobre él.

—Nada —sonrió, nervioso—. Será mejor que vuelva a clases —dijo, a la vez que retrocedía de espaldas, paso por paso. No obstante, caracterizado por su torpeza, el muchacho cayó sobre su trasero, tirando la cámara un poco lejos. Acto que no pasó desapercibido por Fliqpy.

— ¿Me estabas grabando? Eres un enfermo. Nunca más en tu vida vuelvas a grabarme —masculló, dirigiéndose a la cámara. Estuvo a punto de darle un gran pisotón; pero Splendid, gracias a sus reflejos, logró apartar el aparato de su camino, aunque su mano no fue tan afortunada, siendo esta la que se llevó el maltrato.

—Eres un imbécil —habló con molestia—. Aléjate de mí y no vuelvas a grabarme —repitió, alejándose por otro camino.

Eso sorprendió al peliazul. La paliza había durado casi nada, sólo fue un pisotón y nada más. No hubieron golpes en su cara o torso. ¿Qué estaba ocurriendo?

Guía de conquista ───〔s + fq〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora