S e i s.

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Mientras los demás discutian, Eridan te explicaba de la maldición de Gamzee.
Te aterraba seguir ahí, pero tenías la esperanza de que quizás él no era tan temible cómo Karkat y Eridan lo describían.
De pronto, se escucharon pasos provenientes de una escalera.
—Te lo dije, idiota— Karkat miró con odio a Eridan pero cambió a una desesperante al ver a Gamzee.

—¿Decir qué, hijo de perra?— Miraste de reojo a aquel chico más alto que los demás, su cabello estaba alborotado, tenía tres rayas violetas en su cara maquillada blanca, y su remera tenía el signo de capricornio. —HONK.— Saliste de tus pensamientos y al darte cuenta lo tenías en frente tuyo.
—E-eh, ¡Hola! Me quede aquí porque me he perdido, disculpa, me llamo...— Gamzee interrumpió. —No me interesa cómo es tu jodido nombre, hijo de perra.

Te agarró de una muñeca y te tiro al suelo, luego sentiste tu mirada cansada. En menos de un segundo te había golpeado la cabeza.

En el camino escuchaste gritos provenientes de aquel recién nombrado, al parecer, discutía con los trolls que recientemente habías conocido, después de unos minutos, fuiste arrojado a una habitación fría y mas oscura que las demás, sentías temblores, tenías miedo.
Temías por tu vida.
—Dejame ir, por favor, te prometo que no volveré, solo déjame ir.— Gamzee se reía de tí en tu cara, su rostro se había transformado en rabia.
En estos momentos pensabas en lo que podía pasar con tu hija.

Y hablando de eso. [TN] se encuentra descansando en el hermoso pasto lejos de su casa, cuando ve que su caballo galopeaba a toda prisa hacía ella.

—¡¿Qué sucedió?! ¿Dónde está papá?— Lo único que recibías como respuesta era al animal señalando al camino que tomaron, te subes mientras apresurabas al corcel para que se anime, sin más, volvieron al bosque.

Luego de una hora adentrándose al bosque, encuentran aquél castillo que con solo mirarlo te producía mala espina.

—Ahí debe estar.— Bajaste del caballo y corriste a la puerta, para tu suerte estaba abierta.

¿Ahora que haremos, Eridan?
—No lo sé, ¿Cerrar la puerta tal vez?

¿Padre?— Entraste y lo único que veías era un lugar viejo y vacío. Te sentías triste.

Pero ellos no.
—ERIDAN DIJISTE QUE CERRARÍAS LA PUTA PUERTA JODER.
—CIERRA LA BOCA, MALHUMORADO, CREO QUE ESTA SI ES NUESTRA SALVACIÓN— Viste cómo dos extraños se acercaban rápidamente hacía tí, te asustaste y tratabas de alejarte lo más posible de ellos.
Eran trolls.
—¿Son reales?— Preguntaste mientras chocabas con una pared. Uno solo se disponia a saltar y el otro a mirar con nerviosismo la escalera.

—¡Sí! Somos trolls, y tú, debes ser nuestro milagro, vas a romper el hechizo. Un gusto, soy Eridan, y ese idiota malhumorado es Karkat.

—¿Hechizo? ¿Milagro? Disculpen, se equivocaron de persona, yo solo vengo a buscar a mi padre que se perdió y quizás ustedes lo habrán...— Fuiste interrumpida por un fuerte grito proveniente de Karkat.
—¡TU PADRE ESTÁ ARRIBA CON GAMZEE!—¿Gamzee?

Corriste hacía las escaleras y subiste, en el pasillo lo encontraste en una de las habitaciones con ventanilla, estaba pidiendo ayuda de manera casi agonizante.

—¡PAPÁ!— Llorabas mientras tratabas de abrir la puerta, tu padre se acerca y te agarra de la mano mientras escuchabas cómo él te pedía que huyas de él, que era una bestia, que iba a terminar igual.

De pronto escuchaste pasos cerca tuyo.
—¿Quién eres tú, hermana?— No podías verlo dentro de la obscuridad, te daba miedo, pero te mostraste fuerte.
—Déjalo ir, está débil.— Dijiste tratando de no llorar.
—¿A cambio que me darás, eh? Hija de perra. ¿Te crees que te lo daré todo en bandeja de plata?— Sollozabas al escuchar esas palabras. Sólo agarraste con más fuerza la mano de tu padre.
—Me quedaré por él.

Karkat y Eridan se quedaron asombrados, miraron a Gamzee, que no mostró ninguna reacción.
—¿Tomarías... su lugar?
—Sí, es un trato, pero deja que se vaya a casa.
—Está bien. Pero sólo una jodida condición, honk.—No le prestaste tanta atención a ese ruido extraño. Pero tus nervios aumentaban y tus piernas temblaban.
—¿Cuál?
—Te quedarás conmigo por el resto de tu vida.— Escuchaste a tu padre decir que no, él sufría, pero no querías que se muriera por el frío o peor, por ese animal.
—Acepto.— Dicho esto, Gamzee chesqueó los dedos y Karkat abrió la puerta dónde estaba aquél hombre, no pudieron ni siquiera verse porque se lo llevaron con velocidad.
No podías moverte, estabas paralizada.
Gamzee se acercó dejándose ver completamente.

𝙇𝙖 𝙗𝙚𝙡𝙡𝙖 𝙮 𝙡𝙖 𝙗𝙚𝙨𝙩𝙞𝙖 | [[𝑮𝒂𝒎𝒛𝒆𝒆 𝑴𝒂𝒌𝒂𝒓𝒂 𝒚 𝒕𝒖́]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora