7. Palabras hirientes

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Dos semanas se pasan volando, más aún si tienes a un idiota de compañero. Así fue como, con aquellos pensamientos en la cabeza, y sin dejar de ver a un animado Nakajima, había llegado el día decisivo para Akutagawa, el día en que al fin lo elogiarían, pero no cualquier persona, sino aquel profesor del cual estaba... ¿Enamorado?

— ¿Akutagawa?

— ¿Hm?—Se golpeo mentalmente por verse como un completo idiota. Frunció el ceño y dio un golpecillo con su dedo índice a la frente del contrario por haberse reído de su desconcierto— No te burles de mi, estúpido Nakajima

—Lo siento, lo siento. Pero es que no escuchabas

— ¿Y qué quieres esta vez?

—No sé si colocar un poco más de tierra a la maqueta, ya sabes, para que se vea como todo un bosque

Y nuevamente su cabeza se concentro en otras cosas. Mirando la maqueta con detenimiento, observando el trabajo que había hecho, que ambos, habían logrado.

Ese lunes en especial llegaron lo bastante temprano para dar los últimos toques a su proyecto; Y aunque le costará admitirlo, le daba gracia y algo de ternura la manera en que Atsushi sacaba su rosada lengua mientras mostraba ese semblante pensativo, mirando su maqueta una y otra vez, sonriendo luego.

—Creo que ya está, seguro que a Dazai-sensei le encantará tu trabajo, Akutagawa

Y noto como miraba al suelo apenado, jugueteando con sus dedos sin siquiera dirigirle la mirada. Esta vez estaba confundido, era diferente. No solo era su merito, no solo fue su trabajo...

E-esto lo hicimos juntos, Nakajima...—lo dijo tan débil, tan despacio que, quién sabe si el contrario le habría escuchado. Se aclaró la garganta y continuo — Aunque sí, lo sé, siempre hago yo todo, es por eso que obtendremos una buena nota, ya veras

—Seguro que sí...

Y se sintió tan conmovido al verle sonreír de una manera tan idiota, tan digna de él, y seguramente, era por aquella razón—la de que Nakajima era un idiota— que le devolvía la sonrisa débilmente, perdiéndose ambos en los ojos ajenos.

— ¡Oh, ahora que recuerdo! Iré por unas cuantas ramillas del patio, así le daremos más efecto a la maqueta, ¿No crees?

—Haz lo que quieras, Nakajima, solo no tardes porque Dazai-sensei está por llegar

— ¡Claro, claro!

Y al verlo marchar fue cuando soltó un suspiro y mostro una amplia sonrisa. Hacía tanto tiempo que no sonreía realmente, que su pecho no se agitaba de una manera tan violenta, ni siquiera con Dazai se sentía de esa forma.

Con Atsushi era... era algo cálido, divertido, como si ese chico quisiera mostrarle todo lo que se ha perdido a lo largo de esos años que pasó solo, concentrándose en trabajos y trabajos, nada más que el estudio. Y de pronto aparece ese niño tonto a alegrarle la vida de una manera que ni siquiera se daba cuenta.

—Vaya, pero que sonrisa traes encima Ryunosuke-Chan, por un momento ni te reconocí con tan lindo gesto que llevas. Ahora veo que eres capaz de sonreír como cualquier ser humano

—Dazai-sensei—sonó más como reproche y algo de molestia. Odiaba que se metieran en asuntos ajenos, y definitivamente a él eso no le incumbía en lo absoluto...Aunque antes, no le importaría que Dazai lo hiciera, ¿Por qué ahora era diferente?—.

—Al parecer si te divertiste trabajando con Atsushi-chan

— ¿Pero qué tontería dice? Claro que no

— ¡Vaya, pero que increíble quedo su trabajo!

Espeto maravillado, tirando la pila de libros que llevaba encima tan solo para acercarse a tan llamativa maqueta. Con un enorme bosque y al pequeño Shinsengumi hecho de arcilla.

—Al parecer te sentó bien el trabajar con Atsushi-chan, ¿Dime, esta vez de nueva cuenta hiciste todo solo?—le pregunto burlón, sabiendo exactamente la respuesta que vendría a continuación—.

—P-por supuesto—tartamudeo ligeramente, tan solo pensando en las posibilidades de recibir un elogio del parte contrario— ¿Está orgulloso de mi, Dazai-sensei?

—Hm... hiciste un buen trabajo, debo reconocerlo, pero aún no lo suficiente

— ¿¡Que!?

Trabajo demasiado para aquello. Cada figurilla de arcilla fue realizada con tiempo, cuidado y dedicación del idiota de Nakajima. Lo vio pensativo y feliz muchísimas ocasiones mientras realizaban aquel trabajo. Le molestaba que de nueva cuenta no viera su esfuerzo, no... esta vez, le molestaba que Atsushi diera todo de sí como para que recibiera aquello.

— ¿¡Que tengo que hacer para recibir tan solo un elogio suyo, Dazai-san!?—Alto, ¿realmente eso era, aun quería aquello?— ¡Me esforcé demasiado, fueron dos malditas semanas soportando al estúpido de Nakajima!

Uuh—tan solo soltó aquello, con ese gesto tan idiota, como si hubiera cometido el peor de los errores en la vida. Y por si no fuera poco, Dazai no lo dejaría ahí, claro que no, en ese caso su plan no funcionaría— ¿Quieres decir que todo este tiempo el solo fue una carga para ti?

— ¡Por supuesto que sí!—No, eso no era verdad— No sabe el martirio que es tenerlo a él de compañero—Ya ni sabía lo que decía, ¿Por qué estaba molesto, porque no guardaba silencio y ya?—es un completo imbécil sin remedio, tan despreocupado de la vida

—L-lo siento...

—N-Nakajima...

Y no sabía cuánto había escuchado el otro, pero se imaginaba que lo suficiente como para tenerlo ahí, de pie en la puerta de entrada, mirándole con aquella expresión llena de tristeza, con sus ojos ámbar a punto de derramar lágrimas. Y, si estuvo si quiera un poco enfadado, ahora no podía sentir nada, solo esa potente punzada en su pecho. Aquella culpabilidad que le cayó entera como si de agua helada se tratase.

Jamás lo habían golpeado en la vida, pero aquello sin duda se sentía de la misma forma, o al menos así lo imaginaba.

— ¡Oh, Atsushi-chan!—dijo tan despreocupado, tan sonriente. Como si no se diera cuenta que el peligris estaba por echarse a llorar, mirando al suelo como todo un niño que se cae de su bicicleta las primeras veces— Hicieron un buen trabajo, he de admitir que...

—T-todo es merito de Akutagawa, Dazai-sensei...—Sonrío de una manera tan débil, tan falsa. Pasando saliva para ver sí de esa manera el inmenso nudo en su garganta se desvanecía— Yo solo fui un estorbo... ¡Oh pero! Aquí está el último toque que te faltaba, Akutagawa

Le observo caminar hasta él, aun con aquel gesto falso en su rostro. No podía hablar siquiera, no salía del inmenso asombro, por todo aquello que pasó en milisegundos sin siquiera darse cuenta.

Atsushi fue hasta él, le miro a los ojos y sonrío, tendiéndole las ramillas que fue a buscar con anterioridad, rozando sus manos en un gesto que le pareció desvanecerse tan pronto como comenzó.

—Buen trabajo

Y sin más se dio media vuelta, tomando su mochila del pupitre y saliendo del salón sin verle de nuevo.

¡Mírame, Por favor! [AkuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora