8. Indiferencia

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No volvió a verle de nuevo desde el lunes temprano, cuando salió del aula y ni siquiera lo detuvo. Cuando reacciono y ya era demasiado tarde puesto que el peligris ya había pedido salida concientizada.

Siempre era aplicado, siempre prestándole atención a clase de historia, su favorita, con su profesor favorito. Pero esa vez, esa mañana de miércoles, no podía concentrarse en nada más que no fuese el peligris de sonrisa tonta. Esa sonrisa que parecía ser tan típica de él, y que sin embargo comprobó que no siempre era de esa manera.

— ¡Así que bien clase! ¿¡Listos para el baile de este Viernes!?—pregunto con su misma sonrisa estúpida de siempre, dando giros alrededor del escritorio— Todos hicieron un perfecto trabajo con su maqueta, así que disfruten al máximo su baile de primavera, se lo tienen bien merecido

Y ni siquiera el bullicio de los alumnos, gritos emocionados y aplausos, lo distrajeron en absoluto como para apartar su mirada de la ventana, viendo como las hojas verdes caían lentamente tras ser golpeadas por el viento. Todo le parecía irse en cámara lenta.

Soltó un suspiro y continúo jugueteando con el bolígrafo en su mano derecha, mientras que la izquierda seguía reposando su mejilla, con el codo clavado al pupitre.

— ¿Ryunosuke-Chan?

— ¿Qué?—soltó sin más, sin apartar su mirada de la ventana. Jamás, en lo que llevaba de vida escolar ahí, creyó hablarle de una manera tan fría al que creía amor de su vida—.

—Que si por favor puedes dejar estos libros en el salón de Física, Chuuya-chan me matará si no los encuentra ahí

Aventó el bolígrafo sin ninguna consideración, levantándose y tomando de mala gana los libros que traía el estúpido profesor. Al menos el salir lo distraería un poco, calmaría su consciencia.

Camino a paso lento y con cuidado de no tirar los seis gruesos libros que llevaba en manos, apilados de forma algo desordenada. Bufo con fastidio al ver a lo lejos la puerta del aula cerrada. Le jodía el pensar en cómo abrir la estúpida puerta sin que los libros cayesen de sus manos.

Que joda.

Estaba por dejarlos botados ahí mismo en el suelo, ni siquiera era su problema; Sin embargo la puerta se abrió de pronto, quedando sorprendido al ver al chico frente sí.

—Atsushi...—Era como la segunda vez que lo llamaba por su nombre, y disfruto de hacerlo y ver la sorpresa en el otro—.

—Akutagawa—Fue como una especie de saludo, llevando uno de sus mechones grisáceos tras su oreja, fingiendo una pequeña sonrisa. No quería verle después de lo que paso— Solo vine a dejar unas cosas que me encargo Chuuya-sensei antes de que su clase diera inicio, con permiso.

Le vio sonreír débilmente de nueva cuenta, sin conectar sus preciosos ojos ámbar con los suyos. Dejándole la puerta abierta para que pudiese pasar. Y de nuevo se marchaba, comenzó a caminar lentamente por el pasillo sin mirarle.

— ¡Atsushi!—No sabía que exactamente, pero debía decirle algo. Le vio girar y mirarlo con una ceja alzada, expectante. Sin embargo las palabras parecían no salir de su boca, su orgullo parecía no darle tregua—.

—Nos vemos, Akutagawa—Y sabía que era mentira, porque lo evitaría y terminaría tratándole con la misma indiferencia de ahora—.

Y así, como un completo estúpido. Se quedo de pie con libros en mano, viendo tan solo la espalda del otro que parecía caminar a pasos lentos. Con el viento meciendo su uniforme y cabello. Como si no fuese a verlo de nuevo otra vez.

¿Qué fue aquello que murió en su boca?


"Atsushi, no te vayas...."

¡Mírame, Por favor! [AkuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora